La tripulación del Milagro estará presente, como socio, en la 5ª edición del festival Kreeh Chinen.
Este evento, que apoyamos desde su creación, se llevará a cabo el 29 de noviembre en el Resto bar Punto de Encuentro, en Tolhuin (provincia de Tierra del Fuego, Argentina).
El festival: un lugar de encuentro artístico
El festival Kreeh Chinen, palabra selk’nam que significa «colgados de la luna» según sus fundadores, busca reunir a artistas, poetas, escritores, músicos, pintores de toda la provincia de Tierra del Fuego. Las tres principales ciudades de la provincia están representadas, y la iniciativa fue pensada para fomentar un encuentro artístico independiente, solidario y abierto a iniciativas locales: productores, artesanos, pequeñas estructuras están invitados a participar. La edición anterior, ya apoyada por Karukinka, destaca esta dimensión colectiva y ambiciosa: “La idea es visibilizar las temáticas regionales, ambientales, culturales de los pueblos originarios,” explican al unísono dos de los organizadores, Lauriane Lemasson, investigadora francesa, y Alejandro Pinto, escritor y poeta de Río Grande.
Por qué Karukinka se asocia
La asociación Karukinka, fundada con la ambición de «crear el puente que faltaba entre Europa y Tierra del Fuego», se compromete desde hace muchos años con los pueblos originarios y los proyectos patrimoniales de la región. La asociación con Kreeh Chinen se inscribe naturalmente en su misión:
promover las expresiones culturales del sur de Argentina (Tierra del Fuego), en su autenticidad, independencia y diversidad.
fortalecer los lazos entre actores locales (artistas, artesanos, comunidades indígenas) y un público más amplio, más allá de las fronteras.
contribuir a un evento que destaca no solo el arte sino también las temáticas ambientales, culturales y patrimoniales relacionadas con los pueblos originarios de la región.
Lo previsto para el 29 de noviembre
En el restobar Punto de Encuentro en Tolhuin, será posible descubrir:
músicos provenientes de toda la provincia de Tierra del Fuego,
poetas y escritores compartiendo relatos, voces e imaginarios locales,
pintores y artistas visuales exponiendo sus obras,
un momento de intercambio y encuentro, en el espíritu del Kreeh Chinen, que valora tanto el arte, el compromiso local y la cooperación.
Esta 5ª edición del festival Kreeh Chinen permitirá, una vez más, celebrar el arte, la cultura y la solidaridad en Tierra del Fuego. ¡Les contaremos más detalles sobre este evento pronto!
El lunes 27 de octubre, el Milagro vibró al ritmo de la madera de coigüe y las herramientas. Con José, miembro de la tripulación y padrino del barco, dedicamos el día a una sesión de carpintería tradicional para fabricar dos nuevas superficies de trabajo con madera de coigüe. Estos nuevos equipamientos, ahora instalados en la popa del velero, se utilizarán para limpiar los peces y levantar las redes en el exterior, en perfecta armonía con el mar y el viento. A bordo, el aroma de la madera recién cortada se mezcló con el de las mareas cambiantes. El acabado se realizó con hacha, sierra vibratoria y finalmente una amoladora.
Patrimonio del pueblo Yagan
Entre los Yagan, pueblo de los canales de Tierra del Fuego, la carpintería ocupa un lugar esencial. Originarios de una cultura íntimamente ligada al agua y al frío, los Yagan trabajan la madera para todo: canoas, herramientas, refugios. Su saber hacer se basa en un sentido agudo del material, capaz de transformar un tronco húmedo en una embarcación ligera o una tabla en bruto en una superficie de trabajo duradera. Reviviendo estos gestos ancestrales, aunque complementados por herramientas modernas, rendimos homenaje a esta cultura marítima milenaria, que veía en cada trozo de madera un fragmento del paisaje, una huella del vínculo entre el ser humano y la naturaleza.
Lauriane y José a bordo de Milagro, con un primer plano de trabajo en coigüe en el balcón trasero a estribor.
Madera de coigüe, la fuerza del sur chileno
El coigüe (Nothofagus dombeyi) es un árbol emblemático de los bosques templados del sur de Chile y la Patagonia. Su madera, densa y resistente, se distingue por un tono claro y cálido, perfecto para trabajos marinos. Es una especie que resiste bien la humedad y envejece con elegancia, desarrollando una pátina suave con el paso de las estaciones. Trabajar el coigüe supone manejar un material vivo, arraigado en la misma tierra y los mismos vientos que surca el Milagro. Esta noble madera, de más de 60 años en el caso de la utilizada, fue moldeada aquí a la manera tradicional para que el barco continúe su viaje respetando las tradiciones y la naturaleza que lo rodea.
las hojas del coigüe (foto: Valerio Pillar de Porto Alegre, Brazil — DSC_7172.JPGUploaded by pixeltoo, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10393830)
El estudio propone un modelo de colaboración entre conocimiento mapuche y ciencia ecológica, demostrando que la conservación de la naturaleza requiere escuchar, respetar y trabajar junto a las comunidades indígenas.
Temuco, 23 de octubre de 2025. (diariomapuche.cl)– Un estudio publicado por la revista científica Ecology & Evolution destaca el aporte del pueblo mapuche en la comprensión y protección de la biodiversidad del sur de Chile. La investigación, titulada “Listening Deeply to Indigenous People: A Collaborative Perspective and Reflection Between a Mapuche Machi and Ecologists”, propone un cambio de paradigma en la ciencia ecológica: pasar de consultar a las comunidades a coproducir conocimiento junto a ellas.
El trabajo fue desarrollado por un grupo de científicos y una machi del territorio de Conguillío, quienes compartieron saberes, experiencias y reflexiones sobre los impactos de los proyectos industriales —forestales e hidroeléctricos— en la cuenca del río Truful-Truful, uno de los ecosistemas más afectados por el extractivismo en el Wallmapu.
“La machi y los ecólogos nos muestran que escuchar profundamente a los pueblos indígenas no es un acto simbólico, sino una condición para comprender la vida del territorio”, señala el estudio.
Conocimiento mapuche ancestral y ciencia con dos miradas
El equipo aplicó el enfoque “Two-Eyed Seeing”, un marco que integra la visión científica occidental con la cosmovisión mapuche. De esta manera, se articulan dos formas de conocer el mundo: una basada en los datos ecológicos y otra en la experiencia espiritual y territorial que sostiene la relación mapuche con el itrofil mongen (biodiversidad).
El artículo identifica barreras históricas entre la academia y los pueblos originarios —como la desconfianza, el extractivismo del conocimiento y la desigualdad en la toma de decisiones—, pero también muestra caminos concretos de colaboración, respeto y reciprocidad.
El territorio habla
La investigación documenta cómo las plantaciones exóticas y proyectos hidroeléctricos han alterado especies medicinales, cursos de agua y prácticas culturales vinculadas al küme mongen (buen vivir). Frente a ello, el estudio propone que las comunidades indígenas participen como co-gestoras y co-investigadoras, reconociendo su autoridad territorial y espiritual sobre los ecosistemas que habitan.
La publicación concluye que sin los pueblos indígenas no habrá conservación efectiva de la naturaleza, y que integrar sus saberes y derechos en las políticas públicas es una tarea urgente ante la crisis climática global.
“El Wallmapu no solo conserva biodiversidad: conserva memoria, lengua y espiritualidad. Escuchar profundamente a sus habitantes es también escuchar a la tierra”, resume el comunicado.
La Cordillera Darwin representa una de las últimas fronteras salvajes de nuestro planeta, una cadena montañosa de belleza cautivadora pero de hostilidad formidable, ubicada en el extremo suroeste de Tierra del Fuego chilena. Esta cadena de montañas, conocida por los europeos en 1832 por Charles Darwin durante su viaje histórico a bordo del HMS Beagle, constituye la extensión más austral de la Cordillera de los Andes y permanece hasta hoy como uno de los ambientes más extremos y menos explorados del planeta.
El velero Milagro fondeado en la caleta Beaulieu, frente al glaciar Pia (Expedicion Karukinka, Cordillera Darwin, Tierra del Fuego, Chile, 2025)
Ubicada entre 54°15′ y 54°50′ de latitud sur y 69°15′ y 71°30′ de longitud oeste, esta “tierra desconocida” se extiende 170 kilómetros de oeste a este y 60 kilómetros de norte a sur, albergando un campo de hielo de más de 2.300 km² – equivalente a la superficie total de los glaciares alpinos. Hasta 2011, año del primer cruce integral realizado por el Grupo Militar de Alta Montaña (GMHM) francés, la Cordillera Darwin se mantenía como uno de los últimos “rectángulos blancos” en los mapas mundiales, testificando de la dificultad extrema que representa su exploración.
Sumario
Geografía y geología: un laboratorio natural excepcional
Localización y configuración geográfica de la cordillera Darwin
La Cordillera Darwin ocupa una posición geográfica única en el mundo, formando una península montañosa al oeste de la gran isla de Tierra del Fuego. Esta cadena de montañas está rodeada de agua por tres lados: al norte por el canal Almirantazgo conectado al Estrecho de Magallanes, al sur por el canal Beagle, y al oeste por el canal Cockburn que desemboca en el océano Pacífico. Solo su parte oriental permanece conectada a tierra firme, cerca de la frontera argentino-chilena, haciendo que cualquier acceso terrestre sea prácticamente imposible.
El macizo se extiende desde el monte Sarmiento al oeste (2.404 m) hasta el valle de Yendegaia al este, pasando por su punto culminante, el monte Shipton (2.469 m), frecuentemente confundido con el monte Darwin (2.429 m). Esta confusión histórica proviene de la expedición de Eric Shipton en 1961, quien creyó haber escalado el monte Darwin pero en realidad había alcanzado una cumbre más elevada, bautizada posteriormente en su honor.
Una estructura geológica compleja
La geología de la Cordillera Darwin revela una historia tectónica compleja y fascinante. El macizo está constituido principalmente por un complejo metamórfico que comprende rocas de metamorfismo de alto grado, notablemente esquistos cristalinos que contienen cianita y sillimanita. Estos minerales testimonian condiciones de presión y temperatura extremas durante la formación de la cadena montañosa.
Vista panorámica del glaciar Marinelli con cimas nevadas y growlers (Cordillera Darwin, Wikipedia)
El metamorfismo de alto grado observado en la Cordillera Darwin está directamente vinculado al cierre de la cuenca de Rocas Verdes durante el Cretácico, un evento geológico mayor que moldeó la estructura actual de la región. Este complejo metamórfico constituye el único conjunto de este tipo en los Andes australes que presenta rocas de anfibolita con cianita y sillimanita, haciendo de la Cordillera Darwin un laboratorio geológico único para comprender la evolución tectónica de la punta sur de América del Sur.
La separación progresiva de América del Sur y la Antártida durante el Cenozoico transformó la tectónica local en un régimen transpresivo caracterizado por fallas transformantes. La apertura del Pasaje de Drake hace 45 millones de años también contribuyó a moldear la geomorfología actual de la región.
El campo de hielo y sus características
El campo de hielo de la Cordillera Darwin cubre una superficie impresionante de 2.300 km², rivalizando con los sistemas glaciares no polares más grandes del planeta. Este manto de hielo alimenta una multitud de glaciares que fluyen hacia el mar, creando un paisaje de fiordos profundos y paredes glaciares espectaculares.
Entre los glaciares más notables, el glaciar Marinelli ocupa una posición particular como el glaciar más activo y más estudiado de la cordillera. Ubicado en el Parque Nacional Alberto de Agostini, este glaciar se extiende varios kilómetros desde la Cordillera Darwin hasta la bahía Ainsworth en el fiordo Almirantazgo. El glaciar Marinelli es reconocido por su importante velocidad de retroceso, documentada durante varias décadas, lo que lo convierte en un testigo significativo del cambio climático en la región.
Clima extremo: los Cincuentones Rugientes
Condiciones meteorológicas dantescas
El clima de la Cordillera Darwin se encuentra entre los más extremos del planeta, moldeado por su posición en los temidos Cincuentones Rugientes. Esta región experimenta la influencia directa de depresiones ciclónicas sucesivas sin tregua, alimentadas por la diferencia de temperatura entre las aguas relativamente cálidas del océano Austral y las masas glaciares antárticas.
Los vientos constituyen el elemento climático más característico y más temible de la Cordillera Darwin. La velocidad promedio anual de los vientos alcanza 70 km/h, pero las rachas pueden superar 250 km/h durante los fenómenos llamados williwaw o ayayema según la terminología de los pueblos originarios kawésqar y yagán. Estos vientos de violencia extraordinaria fueron meticulosamente descritos por el almirante FitzRoy durante su exploración con Darwin, quien los consideraba una “divinidad maligna” capaz de desatarse sin previo aviso.
Uno de los glaciares de la Cordillera Darwin durante una expedición en velero en los canales de Patagonia (Asociación Karukinka, Chile, 2025)
Precipitaciones y variabilidad estacional
Las precipitaciones en la Cordillera Darwin son abundantes y prácticamente permanentes, alimentando el vasto sistema glaciar. La región recibe en promedio más de 3.000 mm de precipitaciones anuales, principalmente en forma de nieve en altitud y lluvia en las zonas costeras. Esta humedad constante, combinada con los vientos violentos, crea condiciones de visibilidad frecuentemente reducidas que complican considerablemente cualquier intento de exploración.
La temperatura promedio varía entre 0 y 5°C durante la estación fría (invierno austral) y entre 5 y 10°C durante la estación cálida (verano austral). Estas variaciones térmicas relativamente leves reflejan la influencia moderadora del océano, pero enmascarran el efecto enfriador constante del viento que reduce considerablemente la temperatura percibida.
Biodiversidad: un ecosistema subantártico único
Fauna terrestre y marina
La Cordillera Darwin alberga una biodiversidad notable, adaptada a las condiciones extremas de esta región subantártica. Entre los mamíferos terrestres, el guanaco (Lama guanicoe) constituye la especie emblemática de las estepas y zonas montañosas, evolucionando en manadas en los sectores menos hostiles. Estos camélidos salvajes, perfectamente adaptados a los vientos violentos y temperaturas frías, representan una fuente alimentaria importante para los depredadores de la región.
Manada de guanacos (Lama guanicoe) durante una expedición de la asociación Karukinka en Tierra del Fuego (2018)
La región alberga también varias especies de cánidos adaptadas a las condiciones australes, notablemente el zorro de Magallanes (Lycalopex culpaeus) y el zorro gris (Lycalopex griseus), que ocupan diversos hábitats que van desde bosques a zonas rocosas.
Una mención particular debe hacerse respecto a los castores canadienses (Castor canadensis), introducidos en los años 1940 y convertidos desde entonces en una especie exótica invasora mayor. Estos roedores semiaquáticos, cuya población alcanza hoy decenas de miles de individuos, modifican profundamente el ecosistema local al construir represas que perturban la hidrología natural de los cursos de agua.
Represa de castores en la Isla Hoste (Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, Chile, expedición otoño-invierno 2018)
Avifauna: algunos maestros del cielo austral
La diversidad aviaria de la Cordillera Darwin testimonia la riqueza ecológica de esta región. Más de 90 especies de aves han sido registradas, distribuidas entre especies terrestres y marinas. El cóndor de los Andes (Vultur gryphus), con su envergadura impresionante que puede alcanzar 3 metros, domina los cielos de la cordillera y constituye uno de los espectáculos más cautivadores para los raros observadores.
Los rapaces están bien representados con los caranchos y chimangos. En las zonas boscosas, el pájaro carpintero de Magallanes, los comesebos y los rayaditos animan el bosque magallánico con sus cantos característicos.
Un Carancho negro (Reserva de Cabo de Hornos, 10 de abril de 2025, durante una expedición a vela en Cabo de Hornos y en los canales de Patagonia)
Los ambientes acuáticos y costeros albergan una fauna marina excepcional. Las aguas del canal Beagle y los fiordos circundantes sirven como hábitat para colonias de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), una especie emblemática de la región. Más notable aún, la Cordillera Darwin alberga la única colonia de pingüinos reales (Aptenodytes patagonicus) ubicada fuera de la Antártida e islas subantárticas, testificando del carácter excepcional de este ecosistema.
Pequeño grupo de pingüinos de Magallanes (pingüinos) en la Patagonia insular
Mamíferos marinos de los fiordos patagónicos
Las aguas que rodean la Cordillera Darwin constituyen un santuario para numerosas especies de mamíferos marinos. Las ballenas francas australes (Eubalaena australis) y las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) frecuentan regularmente estas aguas ricas en nutrientes. Los leopardos marinos encuentran refugio en los fiordos protegidos, aprovechando la riqueza pesquera de la región.
Los elefantes marinos (Mirounga leonina) forman colonias temporales en ciertas playas aisladas, particularmente en la zona del glaciar Marinelli donde subsiste una población en peligro de extinción. Los lobos marinos de crín (Otaria flavescens) también están presentes en gran número, creando colonias ruidosas en islotes rocosos de los fiordos.
Colonia de lobos marinos de un pelo en el canal Beagle (expedición a vela Karukinka 2025)
Flora: bosques magallánicos y su adaptación
El ecosistema forestal subantártico
La vegetación de la Cordillera Darwin se caracteriza por la presencia de bosques magallánicos subantárticos, también llamados bosques fueguinos. Estos ecosistemas forestales únicos en el mundo están dominados por especies del género Nothofagus, perfectamente adaptadas a las condiciones climáticas extremas de la región.
Bosque magallánico fotografiado durante una expedición a vela en Patagonia (canal Beagle, Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, Chile, 2025)
El lenga (Nothofagus pumilio) constituye la especie forestal más característica y más extendida de la Cordillera Darwin. Este árbol caducifolio, capaz de resistir los vientos violentos y las temperaturas glaciales, forma rodales densos hasta 700 metros de altitud. Su notable capacidad de adaptación le permite sobrevivir en condiciones donde pocas otras especies arbóreas pueden prosperar.
El coihue (Nothofagus betuloides) y el ñire (Nothofagus antarctica) completan el cortejo de hayas del sur que dominan el paisaje forestal. Estas especies, asociadas al canelo (Drimys winteri), forman un ecosistema forestal denso y complejo, moldeado por los vientos violentos que literalmente esculpen la silueta de los árboles.
Adaptación a lo extremo: lengas enanos y tundra
Más allá de 700 metros de altitud, las condiciones se vuelven demasiado rigurosas para mantener bosques de tamaño normal. Es en esta zona de transición donde se observa un fenómeno de adaptación notable: la formación de lengas enanos, árboles de la misma especie pero cuyo crecimiento es considerablemente ralentizado y tamaño reducido por las condiciones extremas.
Paisaje de tundra en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos (expedición invierno 2018)
Esta zona de transición marca el límite entre el piso forestal y el piso alpino, donde la vegetación se compone principalmente de musgos y líquenes capaces de resistir los vientos desecantes y las temperaturas negativas. Esta tundra magallánca constituye un ecosistema único, albergando especies vegetales altamente especializadas.
Flora especializada y endemismo
Los sotobosques de los bosques magallánicos encierran una diversidad florística notable, adaptada a las condiciones de humedad constante y baja luminosidad. Entre las especies notables, la drosera uniflora, una pequeña planta carnívora, ilustra perfectamente las adaptaciones extraordinarias desarrolladas por la flora local para sobrevivir en este ambiente pobre en nutrientes.
Vegetación del bosque magallánico (Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, 2018)
Los arbustos con bayas ocupan un lugar importante en el ecosistema, notablemente el calafate, la barba de viejo y el grosellero de Magallanes. Estas especies constituyen una fuente alimentaria preciosa para la fauna local y testimonian la interconexión compleja de las redes tróficas en este ambiente extremo.
La flora herbácea incluye especies endémicas notables como la prímula de Magallanes, el benzoé de Magallanes, varias especies de orquídeas y la violeta amarilla. El período de floración, concentrado en la primavera austral (septiembre a diciembre), transforma brevemente los paisajes en un caleidoscopio de colores contrastando con la rudeza habitual del medio.
Descubrimiento histórico por Charles Darwin
La historia moderna de la Cordillera Darwin comienza el 12 de febrero de 1834, cuando el capitán Robert FitzRoy bautiza esta cadena de montañas en honor del 25º aniversario de Charles Darwin. Esta denominación ocurre durante el segundo viaje del HMS Beagle, una expedición hidrográfica británica que revoluciona la comprensión geográfica y científica de Tierra del Fuego.
El mismo Darwin, entonces de 25 años, descubre estas montañas con una mezcla de fascinación y aprensión. En sus escritos, describe un paisaje de belleza cautivadora pero de hostilidad formidable, presintiendo ya los desafíos considerables que representaría la exploración de esta región. FitzRoy había nombrado inicialmente un canal al suroeste de la montaña “canal Darwin” para honrar el coraje del joven naturalista en el rescate de los botes del barco amenazados por la caída de una masa de hielo.
La época de los primeros intentos
Durante más de un siglo después de su descubrimiento, la Cordillera Darwin permanece en gran medida inexplorada, desafiando los intentos de exploración más audaces. Las raras incursiones se limitan a los extremos oriental y occidental de la cadena, dejando el corazón del macizo en un misterio prácticamente total.
El padre Alberto de Agostini, misionero y explorador italiano, cuenta entre los primeros en penetrar seriamente en la región a principios del siglo XX. Sus expediciones, realizadas entre 1910 y 1960, permiten identificar y cartografiar varios picos y glaciares, notablemente los montes Italia y Francés. Sus fotografías y relatos constituyen los primeros testimonios visuales del interior de la Cordillera Darwin, revelando al mundo la magnificencia de estos paisajes glaciares.
Alberto de Agostini et ses compagnons de cordée, pionniers de l’alpinisme dans la cordillère Darwin au début du XXe siècle
El proeza del alpinista Eric Shipton (1961)
El año 1961 marca un punto de inflexión en la historia de la exploración de la Cordillera Darwin con la expedición dirigida por Eric Shipton, uno de los mayores exploradores británicos del siglo XX. Acompañado por tres alpinistas chilenos – Eduardo Garcia, Francisco Vivanco y Cedomir Marangunic – Shipton realiza lo que cree es el primer ascenso del monte Darwin.
Esta expedición revela una confusión geográfica que persistirá hasta 1970. El equipo de Shipton escala en realidad una cumbre ubicada al noroeste del verdadero monte Darwin, culminando 40 metros más alto que este último. Este error será aclarado por una expedición neozelandesa en 1970, que propone bautizar la cumbre escalada por Shipton como monte Shipton, propuesta aceptada por las autoridades geográficas chilenas.
La expedición de Shipton marca no obstante una etapa crucial en el conocimiento de la Cordillera Darwin, demostrando la viabilidad del alpinismo de alto nivel en esta región extrema. Las descripciones detalladas de Shipton revelan las dificultades extraordinarias planteadas por el clima, con vientos de tal violencia que obligan a los alpinistas a gatear para progresar.
El primer cruce integral por alpinistas del GMHM (2011)
El 6 de octubre de 2011 marca la culminación de una de las últimas grandes proezas de exploración terrestre del siglo XXI. Seis miembros del Grupo Militar de Alta Montaña (GMHM) de Chamonix logran el primer cruce integral de la Cordillera Darwin, una hazaña deportiva y humana considerada durante largo tiempo como imposible.
El equipo de la expedición nombrada “en el filo de Darwin”, dirigido por el capitán Lionel Albrieux y compuesto por el teniente Didier Jourdain, el suboficial Sébastien Bohin, el sargento primero François Savary, el cabo Sébastien Ratel y el alpinista civil Dimitri Munoz, atraviesa 150 kilómetros en línea recta (250 kilómetros reales) en total autonomía durante 29 días.
Esta expedición histórica requiere una preparación meticulosa de un año entero. Cada miembro carga 75 kilogramos de equipamiento, incluyendo 40 kilogramos de alimento liofilizado, todo traccionado en pulcas (trineos) especialmente probados en Noruega. La ausencia de cartografía confiable – la última datando de 1954 – obliga al equipo a depender de un sistema GPS no convencional asociado a fotografías aéreas.
Las condiciones encontradas superan todo lo que los alpinistas franceses pudieron haber imaginado. Frente al monte Darwin, el equipo debe negociar una arista filuda de 5 kilómetros, oscilando entre 40 centímetros y 1,5 metros de ancho. Los vientos alcanzan regularmente 150 km/h, obligando a los exploradores a progresar a cuatro patas o incluso acostados para evitar ser arrastrados.
El éxito de esta expedición transforma definitivamente la Cordillera Darwin de una “terra incognita” en territorio accesible, abriendo camino a futuras exploraciones científicas y deportivas. El filme documental “En el filo de Darwin” (“Sur le fil de Darwin“), realizado a partir de las imágenes filmadas por el equipo, testimonia esta proeza excepcional y revela al gran público la belleza salvaje de esta región.
Conservación y estado de protección
Parque Nacional Alberto de Agostini
La protección de la Cordillera Darwin se articula principalmente alrededor del Parque Nacional Alberto de Agostini, creado el 22 de enero de 1965 por el decreto supremo n°80 del ministerio de Agricultura de Chile. Con una superficie de 1.460.000 hectáreas, este parque constituye la tercera área protegida más grande de Chile e incluye la mayor parte de la Cordillera Darwin.
El parque nacional lleva el nombre del padre Alberto María De Agostini (1883-1960), misionero salesiano, explorador, fotógrafo, geógrafo y etnólogo italiano que dedicó gran parte de su vida a la exploración y documentación de la Patagonia y Tierra del Fuego. Sus trabajos pioneros, incluyendo una importante colección fotográfica y alrededor de veinte obras sobre la región, constituyen un patrimonio científico y cultural inestimable.
El parque se extiende sobre tres provincias chilenas: Magallanes, Tierra del Fuego y la Antártida chilena, ilustrando la complejidad administrativa de esta región fronteriza. Incluye numerosas islas (Gordon, Londonderry, parte de la isla Hoste), la totalidad de la Cordillera Darwin con sus glaciares, así como numerosos fiordos.
Reconocimiento internacional y Reserva de Biosfera UNESCO
En 2005, el Parque Nacional Alberto de Agostini obtiene un reconocimiento internacional importante al integrar la Reserva de Biosfera Cabo de Hornos de la UNESCO. Esta designación subraya la importancia ecológica y cultural mundial de la región y coloca la Cordillera Darwin entre las 24 ecorregiones más prístinas del planeta.
L’un des nombreux fjords du parc national Alberto de Agostini (expédition en voilier, Canaux de Patagonie, Chili, 2025)
El estado de reserva de biosfera implica un compromiso de conservación a largo plazo, asociado con programas de investigación científica y desarrollo sostenible. Este reconocimiento favorece también el desarrollo del ecoturismo responsable, permitiendo a los visitantes descubrir esta región excepcional mientras contribuyen a su preservación.
La Cordillera Darwin se beneficia también de la protección ofrecida por varias convenciones internacionales, notablemente aquellas relativas a la protección de zonas húmedas y especies migratorias. Su posición geográfica única la convierte en un corredor esencial para numerosas especies de aves marinas y mamíferos marinos que transitan entre el Atlántico y el Pacífico.
Desafíos actuales de conservación
A pesar de su estado de protección, la Cordillera Darwin enfrenta varios desafíos de conservación significativos. El cambio climático constituye la amenaza más preocupante, con un retroceso documentado de la mayoría de los glaciares de la región. El glaciar Marinelli, en particular, sufre un retroceso acelerado que testimonia el impacto del calentamiento global en estos ecosistemas frágiles.
La introducción de especies exóticas, notablemente los castores canadienses, plantea un desafío ecológico mayor. Estos ingenieros del ecosistema modifican profundamente la hidrología local al construir represas, perturbando los hábitats naturales y comprometiendo la integridad de los bosques magallánicos.
La presión turística, aunque limitada por la accesibilidad difícil de la región (solo por vía marítima), requiere una gestión cuidadosa para evitar la degradación de los sitios más sensibles. El desarrollo de cruceros especializados hacia los glaciares de la Cordillera Darwin requiere un equilibrio delicado entre accesibilidad pública, sensibilización sobre riesgos (no hacer fuego por ejemplo debido al viento y a los sitios arqueológicos yagan presentes en la costa) y preservación ambiental.
Investigación científica y cuestiones contemporáneas
Laboratorio del cambio climático
Esta cordillera constituye un laboratorio natural excepcional para el estudio del cambio climático y sus impactos en los ecosistemas subantárticos. Los glaciares de la región, particularmente el glaciar Marinelli, son objeto de monitoreo científico continuo desde hace varias décadas.
Las investigaciones realizadas revelan una tendencia preocupante de retroceso glaciar generalizado. El glaciar Marinelli, que era uno de los glaciares más estables de la región hasta los años 1960, presenta ahora una tasa de retroceso entre las más altas del mundo. Esta evolución rápida lo convierte en un indicador privilegiado de las modificaciones climáticas a escala regional y global.
Los estudios geomorfológicos y climatológicos realizados en la Cordillera Darwin contribuyen también a la comprensión de los mecanismos de interacción entre océano, atmósfera y criosfera en las altas latitudes australes. Esta investigación reviste una importancia particular para los modelos de predicción climática global.
Biodiversidad y adaptación evolutiva
La posición geográfica única de la Cordillera Darwin, en la interfaz entre los dominios templado y subantártico, la convierte en un terreno de estudio privilegiado para comprender los mecanismos de adaptación y evolución de especies bajo condiciones ambientales extremas.
Las investigaciones sobre la fauna marina revelan la importancia de la región como corredor biológico entre los océanos Atlántico y Pacífico. Las poblaciones de mamíferos marinos que frecuentan los fiordos de la Cordillera Darwin presentan características genéticas particulares, testificando del aislamiento relativo de estos ecosistemas.
Deux baleines franches australes dans le canal Beagle (2018)
El estudio de la flora magallánca contribuye a la comprensión de los mecanismos de adaptación de la vegetación a las condiciones de viento extremo y estrés hídrico. Las formas enanas desarrolladas por ciertas especies arbóreas constituyen un modelo de estudio para comprender la plasticidad fenotípica de los organismos frente a las limitaciones ambientales.
Vulnerabilidad y resiliencia de ecosistemas
Los ecosistemas de la cordillera presentan una vulnerabilidad particular a las perturbaciones externas, debido a su aislamiento geográfico y a sus condiciones ambientales ya extremas. Esta fragilidad intrínseca hace aún más crucial el desarrollo de estrategias de conservación adaptativas.
Las investigaciones sobre la resiliencia de los bosques magallánicos frente a los cambios climáticos revelan capacidades de adaptación variables según las especies y sitios. Algunas poblaciones de lenga muestran signos de estrés creciente, mientras que otras parecen mantener su vitalidad a pesar de las modificaciones ambientales.
El impacto de las especies introducidas en el equilibrio ecológico local es objeto de estudios exhaustivos, notablemente respecto a los castores canadienses cuya proliferación modifica radicalmente la estructura de los hábitats acuáticos y forestales. Esta investigación contribuye al desarrollo de estrategias de gestión de especies invasoras adaptadas a las condiciones específicas de la Cordillera Darwin.
Un patrimonio mundial a preservar
La Cordillera Darwin permanece hoy como uno de los últimos santuarios salvajes de nuestro planeta, un territorio donde la naturaleza aún reina como amo absoluto a pesar de la presión creciente de las actividades humanas. Esta cadena de montañas excepcional, moldeada por millones de años de evolución geológica y climática, constituye un patrimonio natural de valor inestimable para toda la humanidad.
La proeza realizada por el GMHM en 2011 ha ciertamente levantado el velo sobre esta “terra incognita”, pero también ha revelado la fragilidad de estos ecosistemas únicos frente a los desafíos del siglo XXI. El retroceso acelerado de los glaciares, el impacto de las especies introducidas y las presiones del cambio climático global amenazan la integridad de esta joya natural.
La preservación de la Cordillera Darwin requiere un enfoque global asociando protección estricta, investigación científica de punta y desarrollo del ecoturismo responsable. Esta región extraordinaria nos recuerda que ciertos territorios de nuestro planeta merecen ser preservados en su estado salvaje, no solo por su belleza intrínseca, sino también por su rol irreemplazable en la comprensión de los mecanismos fundamentales que rigen nuestra biósfera.
La reserva de biosfera de Cabo de Hornos (Reserva natural cabo de Hornos), establecida en 2005, constituye una de las áreas protegidas más australes y extensas del mundo, abarcando más de 4.884.000 hectáreas de tierras y aguas australes. Concentra ecosistemas terrestres y marinos únicos, bosques subantárticos intactos, una biodiversidad excepcional — incluyendo más del 5% de la diversidad mundial de briófitos — y las últimas poblaciones del pueblo yagán, que mantienen un vínculo milenario con estos paisajes extremos.
La reserva de biosfera de Cabo de Hornos fue inscrita en el programa “El Hombre y la biosfera” de la UNESCO en junio de 2005, convirtiéndose en la más austral y una de las más extensas del continente sudamericano. Se extiende por aproximadamente 4.884.274 hectáreas, compuesta por un área terrestre de 1.917.238 ha y una zona marina de 2.967.036 ha, integrando por primera vez en Chile ecosistemas marinos y terrestres bajo un estatus único de conservación. Los parques nacionales Alberto de Agostini y Cabo de Hornos constituyen la zona núcleo protegida, donde está estrictamente prohibido el desarrollo de infraestructuras.
Sumario
1. Geografía y zonificación de la reserva natural cabo de Hornos
Geográficamente, la reserva se extiende en el archipiélago de Tierra del Fuego, entre las latitudes 54,1° S y 56,2° S, y las longitudes 66,1° O y 72,5° O. Incluye las islas Wollaston, Hermite, Navarino y Hoste, así como canales (entre ellos el canal Beagle), fiordos y corrientes que forman un paisaje moldeado por glaciaciones y actividad tectónica. La zonificación de la reserva MAB Unesco (reserva de biosfera Cabo de Hornos, zona marina sur de Chile) comprende tres niveles:
– La zona núcleo (Parque nacional Alberto de Agostini, que incluye la cordillera Darwin, y el parque nacional Cabo de Hornos), estrictamente protegida.
– La zona de amortiguamiento, donde se permiten actividades ligeras y sostenibles.
– La zona de transición, que incluye poblados aislados como Puerto Williams y ciertas infraestructuras limitadas bajo un esquema de desarrollo sostenible.
2. Ecosistemas terrestres y marinos
2.1 Bosque subantártico y turberas
Los bosques subantárticos de la reserva son los más australes del planeta. Dominados por tres especies de Nothofagus — N. pumilio, N. betuloides y N. antarctica —, conforman bosques caducifolios y sempervirentes, intercalados con turberas y matorrales de altura. Estos macizos constituyen uno de los pocos casos de bosques templados no fragmentados a nivel mundial. Los suelos ricos en materia orgánica albergan extensas alfombras de briófitos, característicos de un ambiente húmedo y fresco, que cumplen un papel crucial en el ciclo hidrológico y el secuestro de carbono.
2.2 Ecosistemas marinos y costeros
La componente marina de la reserva se organiza alrededor de una red compleja de fiordos, canales y plataformas submarinas. Las corrientes de Humboldt y la mezcla de aguas frías del Pacífico y del Atlántico han favorecido el desarrollo de bosques de kelp (Macrocystis pyrifera, Durvillaea antarctica) que forman “bosques submarinos” que hospedan una fauna invertébrada rica y comunidades de peces. Los hábitats intermareales albergan especies de macroalgas y un conjunto de invertebrados endémicos, mientras que el agua fría y oxigenada sostiene poblaciones de lobos marinos, leones marinos y diversas especies de cetáceos.
3. Diversidad biológica y endemismo: la biodiversidad subantártica
3.1 Briófitos y líquenes
Con más de 300 especies de hepáticas y 450 especies de musgos, la reserva representa un hotspot mundial de briófitos, con más del 5% de la diversidad mundial, en menos del 0,01% de la superficie terrestre planetaria. Estas comunidades, denominadas “bosques miniatura”, funcionan como centinelas para evaluar el impacto del cambio climático y el aumento de radiación UV.
3.2 Fauna terrestre y marina
La fauna terrestre incluye la nutria sulustral o huillín (Lontra provocax), el carpintero negro o pico de Magallanes (Campephilus magellanicus) y otras aves endémicas. En ambientes marinos, las aguas circundantes albergan albatros de ceja negra, petreles gigantes, pingüinos de Magallanes y poblaciones estables de lobos y leones marinos, evidenciando la importancia ecológica de esta área protegida.
4. Dimensión biocultural y etnología yagán
La reserva también es un santuario cultural. Los yagán, pueblo nómada de los canales australes, son los más australes del mundo: su presencia data de más de 7.500 años, como evidencian los sitios arqueológicos de la isla Navarino. Seguidores activos de un conocimiento profundo de la navegación en canoa y la ecología subantártica, han colaborado activamente en las investigaciones en la reserva, especialmente a través del parque etnobotánico Omora, situado cerca de Puerto Williams. Sus tradiciones orales, lengua y conocimientos sobre flora y fauna se integran en programas educativos y de conservación. El ecoturismo en Patagonia es además una de las actividades destacadas de Omora.
5. Gobernanza y gestión
La gestión de la reserva está a cargo de un consejo de administración presidido por el gobernador regional, asociado a servicios públicos y organizaciones locales. El comité científico, coordinado por el parque Omora y la Universidad de Magallanes, lidera la investigación, monitoreo ecológico y acciones de conservación participativa. En 2006, la reserva se unió a la red Ibero-MAB de la UNESCO, fortaleciendo la cooperación transnacional en investigación y formación.
6. Amenazas y desafíos para la conservación
A pesar de su aislamiento, la reserva enfrenta varias amenazas:
– El desarrollo turístico no controlado, especialmente los cruceros hacia el extremo sur y el incremento del tránsito alrededor de Cabo de Hornos, generan riesgos de contaminación y perturbación de la fauna marina.
– La cría intensiva de salmones en los fiordos más al norte disemina especies exóticas y afecta la calidad del agua. Ahora salmones se reproducen en aguas de la reserva, afectando especies nativas como el róbalo.
– La expansión del castor americano y el visón, dos especies introducidas, pone en peligro bosques cercanos a cursos de agua, hábitats ribereños y la anidación de aves costeras.
Los programas de monitoreo a largo plazo, como la iniciativa Omora y las estaciones LTER (Long Term Ecological Research), evalúan los impactos de estas presiones y proponen medidas adaptativas. Esta vigilancia está limitada por el gran tamaño del área y la complejidad logística para acceder a ella.
7. Iniciativas de investigación y educación
7.1 Parque etnobotánico Omora
Creado en 2000, el Parque Etnobotánico Omora es el núcleo de un enfoque transdisciplinario que combina ecología, filosofía ambiental y educación mediante la “filosofía del terreno”. Ofrece circuitos pedagógicos, incluyendo los “bosques miniatura”, para sensibilizar al público sobre la riqueza de los briófitos y el vínculo entre biodiversidad y cultura yagán.
7.2 Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC)
Inaugurado en 2020 en Puerto Williams, el CHIC tiene el objetivo de reunir a investigadores, artistas y comunidades indígenas para desarrollar un modelo de conservación biocultural, formación técnica y desarrollo sostenible. Sus programas se enfocan en las respuestas de la biodiversidad al cambio climático, manejo de especies invasoras y consolidación de políticas públicas adecuadas para las zonas subantárticas.
……
La reserva de biosfera de Cabo de Hornos sigue siendo uno de los pocos refugios donde se expresa plenamente la convivencia armónica entre habitantes y ecosistemas literalmente en el límite del mundo. Para asegurar su futuro, es necesario fortalecer la gobernanza participativa, controlar las especies invasoras y regular el turismo polar bajo la bandera del ecoturismo responsable. Finalmente, la integración permanente de los saberes yagán en los programas de investigación y educación garantizará la preservación biológica y cultural de este santuario subantártico único.
Bibliografía
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Rozzi, R. et al. (2004) Omora Ethnobotanical Park: A Model for Integrating Biocultural Conservation and Environmental Philosophy in the Cape Horn Biosphere Reserve. Environmental Ethics, 26(2), 131–169. https://doi.org/10.5840/enviroethics200426226
Mittermeier, R. A. et al. (2003) Hotspots: Earth’s Biologically Richest and Most Endangered Terrestrial Ecoregions. Conservation International. https://www.conservation.org
CONAF (Corporación Nacional Forestal). (2023) Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos. Gobierno de Chile. https://www.chilebosque.cl
Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC). (2021) Plan Estratégico CHIC 2021–2026. Universidad de Magallanes. https://www.centrochic.cl
Anderson, C.B. et al. (2011) Exotic ecosystem engineers transform sub-Antarctic forest structure and function. Biological Invasions, 13, 545–561. https://doi.org/10.1007/s10530-010-9841-4
Anderson, C.B. et al. (2019) Las lecciones de Cabo de Hornos para la sostenibilidad. Science Advances (UNESCO CHIC/UMAG). https://advances.sciencemag.org/
Rozzi, R. et al. (2010) La Reserva de Biosfera Cabo de Hornos: una propuesta educativa y de desarrollo sustentable en el extremo austral de Chile. Universidad de Magallanes. Disponible en la biblioteca CHIC.