En Bahía Inútil (Chile) un equipo de científicos ha descubierto un entierro infantil, perteneciente a la cultura Selk’nam, con características únicas. El ajuar que lo acompaña presenta objetos desconocidos, además de artículos funerarios inusuales en esta región.
Pares mandibulares de guanaco adulto que formaban parte del ajuar singular del enterramiento / Fotos cedidas por Thierry Dupradou
El pueblo Selk’nam de Tierra del Fuego era una tribu que vivía en el extremo sur de América del Sur. Estaba formado por cazadores recolectores nómadas que subsistían en sus orígenes gracias a los guanacos salvajes, aves, roedores, marisco y pinnípedos (focas, lobos marinos y morsas) que cazaban. A principios del S.XX enfermedades infecciosas y un genocidio perpetrado por colonos británicos, argentinos y chilenos acabaron con la mayoría de ellos.
Junto a sus vecinos, los Haush, esta tribu era de los pocos grupos de cazadores recolectores en América cuyo sustento estaba restringido a una isla. Su registro arqueológico es abundante, sin embargo, poco se sabe sobre sus prácticas mortuorias.
El registro arqueológico del pueblo Selk’nam es abundante, sin embargo, poco se sabe sobre sus prácticas mortuorias
Un estudio internacional, liderado por la Universidad de Magallanes en Punta Arenas (Chile), con participación del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC), ha descrito un entierro infantil de esta tribu con características únicas, localizado en Bahía Inútil. La datación por radiocarbono sitúa el entierro al comienzo del período postcolombino.
“Ni en Tierra del Fuego chilena o argentina se había hallado un ajuar parecido junto a restos humanos de cazadores recolectores terrestres. Los enseres eran mucho más sencillos, pero en general se trataba de enterramientos de adultos”, dice a Sinc Alfredo Prieto, investigador de la Universidad de Magallanes, que lidera el estudio publicado en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology.
En el trabajo, Prieto y su equipo describen los materiales arqueológicos hallados junto al esqueleto de un niño muy bien conservado. Lo que llama la atención son los artículos funerarios que lo acompañan, inusuales en esta región.
“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos. Ni siquiera sabemos si se trata de copias o de herramientas en uso de la época. Podrían ser, por ejemplo, reproducciones de herramientas de madera que nunca perduraron. Tampoco podemos aventurar nada al respecto. Algunas de ellas simulan herramientas conocidas, como pinzas para el fuego. Otras, como unas bolas con surcos o herramientas de piedra sí sabemos que se usaban”, añade el científico.
Cráneo del niño. Aparece rota al haber aflorado de la tumba que se había erosionado / Foto cedida por Cedidas por Thierry Dupradou
Huesos agrupados por pares
Los restos del niño estaban acompañados por diseños únicos de artefactos óseos. En su mayoría eran fragmentos de picos de pingüino rey (el 75% de los restos) y de las mandíbulas de guanaco organizadas en pares para que parezcan picos, algo inusual y no observado anteriormente en otras sepulturas. El pingüino rey forma parte de la mitología Selk’nam.
La abundancia, densidad y diversidad de las tumbas documentan un conjunto material y cultural complejo, además de una habilidad técnica que no se había descrito hasta ahora en este grupo de cazadores recolectores.
“Los pares de mandíbulas de guanaco son notables. Aparecieron juntos de a dos y uno tiene incluso evidencias de amarre. Por el tipo de corte y el tamaño parece que su función era utilizarlos como picos, algo muy extraño”, asegura Prieto. En la literatura arqueológica no se encuentra nada parecido en ninguna parte del mundo.
Hallaron también materias primas líticas, ligeramente grabadas, algo relativamente raro en estos yacimientos. Muchos de estos componentes no habían sido vistos nunca en el registro arqueológico ni etnográfico de la Tierra del Fuego.
“Una extraña pieza que evoca una lanzadera nos revelaría técnicas de tejido de redes, pero es el único fragmento cuya forma parece inducir una función. Además, la totalidad de las piezas son juegos por pares estructurales; entre lo puntiagudo y lo rajado, o entre lo abierto y lo cerrado, hechos de diversos materiales. Como perdemos la integridad de la colocación original, no sabemos bien si formaban parte de ‘mecanismos’ mayores”, continúa.
“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos», dice Alfredo Prieto
Una genética particular
Según los registros arqueológicos, parece que la población Selk’nam apenas excedió las 1.500 personas, en un territorio de casi 48.000 km2. Además, hasta el momento los científicos no saben determinar si estos individuos fueron descendientes directos de los primeros grupos que poblaron la isla, o si llegaron más tarde.
Los restos humanos del niño revelan que perteneció a un joven de corta edad que tenía una dieta predominantemente terrestre. Los análisis osteológicos no mostraron problemas óseos o patologías, lo que sugiere que era un individuo sin ninguna anomalía. “Desconocemos las causas del fallecimiento”, añade el experto.
La información etnográfica señala que las muertes infantiles no debidas a accidentes eran incomprensibles para los Selk’nam, que generalmente culpaba de ello a un chamán de un grupo enemigo y promovían actos de venganza.
Otra particularidad de este hallazgo es que proporciona la primera evidencia genética del subhaplogrupo mitocondrial D1g5 en la población de Selk’nam en Tierra de Fuego. Este hecho podría indicar que sus orígenes están en la primera ola de colonización humana de América del Sur.
“El haplotipo mitocondrial D1g5 no fue descrito hasta 2012 y en parte es porque tiene una distribución bastante restringida al sur de Sudamérica. Localmente, en el sur de Chile y Patagonia puede ser bastante frecuente. Se le ha calculado una antigüedad de unos 15.000 años, es decir, resultado de la llegada de algunos de los primeros colonizadores de América y su subsiguiente dispersión por el cono sur”, explica a Sinc Carles Lalueza Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC) y coautor del estudio.
Lugar del hallazgo junto a la costa de la Bahía Inútil, Tierra del Fuego / Universidad de Magallanes
Las muertes infantiles no debidas a accidentes eran incomprensibles para los Selk’nam, que culpaban de ello a un chamán enemigo.
Es la primera vez que se describe en Tierra del Fuego, pero es coherente con la posibilidad de que hubiera contactos con poblaciones locales al norte del Estrecho de Magallanes. “También cuadra con indicaciones de restos marinos, ya que el niño se encontró en la costa del canal y aunque los Selk’nam eran cazadores recolectores terrestres, indicaría menos aislamiento del que se suponía por testimonios etnográficos y más contactos con poblaciones vecinas”, argumenta Lalueza Fox.
Actualmente su equipo está secuenciando algunos genomas de aborígenes de Tierra del Fuego para integrarlos en el contexto de la diversidad genómica del continente americano. “Es posible que podamos encontrar algunas evidencias de selección natural y adaptación al frío en algunos genes relacionados con el metabolismo”, concluye.
Tan solo otros cinco haplogrupos de ADNmt se han descubierto hasta ahora en muestras de poblaciones antiguas en esta región: la de este niño Selk’nam, dos Yamana y dos Kawesar.
Interacción con otras culturas
El entierro proporciona evidencia de interacciones de largo alcance con otras culturas tanto en el continente, como en otras partes de la isla. Sus vecinos inmediatos eran otros grupos nómadas, dos marítimos (Yamana y Kawesar) y dos terrestres (Haush en la isla y Aonikenk en el continente).
Los Selk’nam no eran navegantes, por lo que todos los artículos de este tipo que se encontraron en el enterramiento provendrían de fuera de Tierra del Fuego, obtenidos de sus vecinos cercanos.
Actualmente el equipo está secuenciando algunos genomas de aborígenes de Tierra del Fuego.
Contactos directos e indirectos con estos grupos serían cruciales para obtener acceso a animales exóticos y materias primas, como por ejemplo, el ñandú de Darwin (Rhea pennata), la obsidiana verde o los restos de molusco D. magellanicum hallados en yacimientos de esta región.
El ñandú de Darwin se extinguió en Tierra del Fuego a finales del Pleistoceno, y su presencia entre las tumbas significa que probablemente fue traído de la estepa continental.
La obsidiana ya se había descubierto previamente en Bahía Inútil, no muy lejos de este enterramiento. D. magellanicum habita las profundidades marinas de Magallanes y probablemente fue recogido por mar en botes. “Los Selk’nam no eran navegantes”, apunta Prieto.
Este entierro proporciona una ventana única para descubrir aspectos previamente desconocidos de la sociedad Selk’nam.
Así lo confirmó la secretaria de Culto y Pueblo Originarios tras un encuentro en la ciudad de Ushuaia con miembros de la comunidad y técnicos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.
El Gobierno provincial dio cuenta de avances en las gestiones que viene realizando para lograr “el reconocimiento para el pueblo Yagan, por el esfuerzo que realizan para seguir comunicando su cultura día y día” y destacó particularmente el trabajo de Catalina Filgueira Yagan y su hijo Víctor Vargas Filgueira.
En ese marco se destacó la visita a la provincia de los técnicos del Instituto, en el territorio Yagan en la ciudad de Ushuaia, para proseguir con los pasos y cumplimento de requisitos a fin de lograr este esperado reconocimiento.
“Este pedido de reconocimiento lo comenzamos por la tarea activa que desarrollan diariamente en la comunidad fueguina como pueblo originario”, explicó secretaria de Culto y Pueblos Originarios Verónica Peralta, quien detalló que “en Argentina hay distintos pueblos originarios que tiene varias comunidades del mismo pueblo, en nuestro caso contamos con dos pueblos diferentes el Shelknam y el Yagan”.
Tras recordar que en el caso del pueblo Shelknam ya se encuentra reconocida la comunidad Rafaela Ishton, la funcionaria remarcó que “con este reconocimiento no se habla de una comunidad más, si no un de pueblo originario más que va a recibir los derechos y participaciones que hasta ahora ellos no poseen”.
La jornada dará inicio el viernes 11 de octubre a partir de las 20 horas.
Organizado por la Agrupación khol Hol Naa (volver mujer en idioma selknam, se realizará una vigilia por el día de la diversidad cultural. El evento en las instalaciones de la UNTDF, ubicado en calle Thorne y Ameghino.
Desde la organización indicaron que “este evento se realiza para recordar el «EL ULTIMO DIA DE LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS «, donde se busca conmemorar la lucha de los PUEBLOS Originarios, va ser un día de mucha reflexión”, indicaron.
Asimsio, agregaron que “el objetivo es evitar q los pueblos sigan perdiendo su libertad y derechos y que se difunda que los pueblos originarios seguimos de pie en la lucha”.
De Puerto Edén al Bronx, del Pacífico al Atlántico. Esta es la historia de un sobreviviente. Peteyem era su nombre, pero al nacer fue separado de su pueblo originario, cambiaron su identidad y la lucha política de los 70 lo llevó a otros mares, otras costas. Hoy, Carlos Edén sueña con dejar EE.UU. y encontrarse con los suyos en los canales magallánicos. Los pocos que quedan.
Carlos Edén calcula que tiene 75 años pero no sabe su edad exacta. Tampoco conoció a sus padres. Al igual que muchos kawésqar fue arrancado de su lugar de origen. Fue inscrito en el Registro Civil con un nombre y fecha de nacimiento arbitrarios tras ser adoptado por un funcionario de la Fuerza Aérea en Puerto Edén. El apellido Edén se lo pusieron por ese pueblo al sur del Golfo de Penas, en la XII Región de Magallanes, donde nació.
Como buen nómade del mar, de adulto se hizo patiperro y llegó a Nueva York en 1978. Hoy vive en el Bronx y se convirtió en activista de causas indígenas. Perdió la lengua kawésqar y ahora habla inglés. De pelo canoso y ojos tristes y achinados, a fines de los 70 fue preso político en Argentina, tras las torturas quedó sordo y por ese motivo fue llevado a Nueva York como refugiado político.
Nueva York, 2016
Carlos no bebe alcohol y saca un botellón de jugo de manzana. Es lo que toma para celebrar el Día de Acción de Gracias. Lo invito a mi departamento en Brooklyn a pasar este feriado gringo que nos vemos obligados a festejar. Nos conocimos en Washington Square en la marcha feminista #NiUnaMenos mientras yo estudiaba un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Carlos es asiduo a todas las manifestaciones y protestas neoyorquinas de todas las causas, políticas y medioambientales habidas y por haber. La primera vez que me contó que era kawésqar, casi me atraganté Y más de alguien se preguntará: ¿Cómo llega Carlos a Nueva York? En realidad, es una pregunta que yo también me hice. La respuesta se remonta a un puñado de décadas de atrás.
Puerto Edén, 1943
Al nacer, sus padres kawésqar lo llaman Peteyem. Tras el parto, su madre muere de neumonía porque ya no usa sus vestimentas originales y el aceite de lobo marino, con el que es capaz de navegar y mariscar en canoas en aguas gélidas, es sustituido por ropas “civilizadas”, causa de esa extraña enfermedad que nunca ha sufrido. Su padre muere a los pocos días, dicen que de pena. El pequeño Peteyem también enferma de neumonía, pero un ritual kawésqar lo salva. Lo ponen de espaldas y con la concha de una cholga le hacen unas pequeñas incisiones en su estómago que conserva hasta hoy. Es una petición a Atkasap, el dios bueno, para que lo proteja y Ayayema, representación del mal, se aleje de él.
La Fuerza Aérea de Chile inaugura una radio-estación en Puerto Edén en 1937. Ese hito cambia su vida. El primer jefe de la estación es el suboficial Carlos Gaymer, quien lo adopta junto a la niña Ana Rosales Ulloa, que se transforma en su hermana. Peteyem es rebautizado como Carlos Edén.
-Me recogieron de guagua. La separación fue brutal con mi gente. Me daban permiso para ir a jugar con los kawésqar chicos, pero no es que estuviera todo el día correteando con ellos. Me miraban diferente los cabros. Ellos andaban embarrados y yo limpio y hablaba español. Ahí se me fue perdiendo mi lengua kawésqar. No recuerdo nada. Por ética ahora no hablo nada en kawésqar.
Los niños kawésqar como él se reúnen día a día en la cocina de la estación a tomar desayuno bajo el cuidado de Raquel Verdugo, esposa de Gaymer.
-El desayuno era preparado amorosamente por la mamá Raquel. Después venían los juegos infantiles. Me subía a la antena de la radio estación de la que era imposible bajarme. Mi padre y los demás funcionarios corrían para rescatarme y ponerme en tierra firme. A causa de mis travesuras me castigaban. El “arresto” lo cumplía en un pequeño cuarto, ubicado en el segundo piso, en el dormitorio de mi abuelita Matilde. Gracias a la mamá Raquel pronto me levantaban el castigo.
Hace una pausa como si estuviera haciendo memoria. De pronto rememora sus viajes de niño en bote a ver alguna ballena varada.
-Recuerdo el olor a ballena cuando la faenaban. A la caza del lobo marino no iba. El espectáculo era fuerte. Muchos años después, papá Gaymer se arrepintió de la caza de lobos.
Su proceso de transición a lo “occidental” es brutal. No es el único. Las enfermedades propias de hombres blancos, como la tuberculosis, diezman a los kawésqar en Puerto Edén.
La familia Gaymer deja Puerto Edén, se traslada en barco a Valparaíso y es en ese viaje donde Carlos conoce las manzanas y otras cosas que nunca ha visto. Como no sabe qué son los autos, en la Avenida Pedro Montt Carlos sufre un accidente al caer de un taxi en movimiento tras abrir la puerta sin querer. El primer encuentro con sus primos Gaymer es traumático. Piensan que él es una especie de momia porque aún conservaba el vendaje del accidente que cubre toda su cabeza y cara y solo deja sus ojos libres. Luego fallece su madre Raquel de un tumor en el estómago, mientras su padre trabaja en Quintero.
Santiago, 1950
Sin nadie que lo cuide el pequeño kawésqar llega a Santiago a la casa de su tío Alfredo. Entra al colegio Pan American en el paradero seis y medio de Gran Avenida, en San Miguel, donde le ponen su primer sobrenombre: El Chino.
-Fueron mis inicios del aprendizaje del inglés, ya que el director Mr. Grass era ciudadano británico. Dedicaba mi tiempo libre a salir con mis compañeros de curso, pasar las tardes en la Gran Avenida y jugar fútbol. Mi puesto era de arquero. Me decían El Araña Negra porque tenía pantalón, medias y camiseta negra. Nuestro rival era un curso del colegio Miguel León Prado y los lugares de enfrentamiento eran las antiguas canchas de Ochagavía. Desde esa época ya era de Colo-Colo. Mis primeros ídolos al arco fueron Carlos Espinoza de Everton, quizás porque salió campeón en esa época, y después Misael Escuti y el Sapo Livingstone. Las revistas Estadio y Barrabases eran mi predilección. La llegada del sábado o el domingo era otro acontecimiento porque íbamos al cine. La primera película que vi fue Los tres caballeros, de Disney. Veíamos las mexicanas de Pedro Infante y Jorge Negrete. Recuerdo las matinés del cine Metro y los paseos en un pequeño tren que estaba en Quinta Normal. Mi “hermana” Ana Rosales Ulloa entró interna en el María Auxiladora, colegio de monjas en el paradero 6 de Gran Avenida. Después fue trasladada al Convento de las Adoratrices de Viña del Mar y perdí el contacto para siempre con ella. Años después conocí su trágica historia y su triste fin. Quedó embarazada, de un día para otro desapareció de la casa donde trabajaba como nana y tiempo después encontraron su cuerpo. Murió de hambre con su hijo recién nacido entre los brazos.
De su llegada a la capital se acuerda de un espectáculo de equilibristas en la Plaza de la Constitución, que cruzan a través de un cable, desde el Hotel Carrera hasta el edificio del frente, usando una bicicleta o una moto.
-Me impresionó. También recuerdo estar en los hombros de papá Gaymer, rodeado de una multitud, viendo el paso de Carlos Ibáñez del Campo acompañando a Juan Domingo Perón en su visita de 1953 o recorrer las calles vacías de Santiago el día en que se supo en Chile de la muerte de Gabriela Mistral.
Iquique, 1956
Su adolescencia y juventud la pasa en Iquique. En esa ciudad estudia en un colegio inglés, donde aprende algunas nociones de ese idioma que le sería de utilidad más adelante.
-El colegio celebraba los 4 de julio de cada año la Independencia de Estados Unidos. Aprendí la historia de ese país, canciones en inglés como el himno de los marines. Fueron surgiendo otras amistades como los hijos del personal de la base aérea de la Fach. Nos hacíamos llamar Los Halcones Negros por una revista de cómics que relataba las aventuras y desventuras de un grupo de aviadores que luchaban durante la Segunda Guerra Mundial contra los malos. Yo era Chop-Chop en alusión a un “chinito” que ayudaba a Los Halcones Negros. Los halcones tenían un jefe semanal que era llamado El Halcón de Oro. Las actividades del grupo eran hacer cualquier maldad que impactara a los iquiqueños como cambiar de lugar un pequeño busto de O’Higgins que había en la ciudad. La hazaña fue publicada en el diario Tarapacá, algo de lo cual no nos podíamos vanagloriar por razones obvias.
A los 15 años entra a la Armada para convertirse en marino. A los 20, se siente enjaulado en la Escuela de Grumetes, se aleja de su familia adoptiva y se lanza a una vida patiperra por Puerto Montt y Concepción, lo más cerca posible de sus canales magallánicos. Su vocación viajera y nómade de kawésqar no la para nadie.
Santiago, 1973
Durante el gobierno de Salvador Allende vive en Estación Central y, aprovechando su entrenamiento militar, se integra al MIR y se enfrenta a Patria y Libertad.
-La dirigencia de Patria y Libertad era una élite y le pasaban unas cuantas lucas a unos patos malos para armar los grupos de choque con linchacos. Los de la dirigencia solo se sacaban fotos con las camisas blancas, los cascos blancos y el símbolo de la araña. Íbamos a Providencia arriba de camiones y ahí nos bajábamos a pelear con ellos. El 11 de septiembre de 1973 me pilló en una sede del MIR en la población Gabriela Mistral, entre General Velásquez y 5 de Abril, al lado de la Villa Francia, pero no teníamos armas para resistir.
Argentina, 1978
Para escapar de los allanamientos en Estación Central se refugia en Argentina con la esperanza de organizar allá el nuevo “ejército libertador”. En Mendoza, cae preso y los militares argentinos lo trasladan a Buenos Aires.
-Me detuvieron por sospecha. En un cuartel me interrogaron, me preguntaron si era espía chileno en la casi guerra con Argentina. Me salvó el Mundial de Fútbol del 78. Antes del Mundial, llegaron veedores internacionales, el Comité de Migraciones Europeo y veedores de Estados Unidos. Como prisionero político fui llevado con esposas hasta el aeropuerto de Ezeiza y de ahí me recibieron como refugiado en EE.UU. Apenas caminaba. Parecía una película.
Nueva York, 1978
-Sin pasaporte, sin nada, llegué. Poquito antes del Mundial del 78. Llegué a Queens y ahí vi el primer partido del Mundial. Luego me hospitalizaron, me operaron, estuve tres años hospitalizado. En Argentina, me reventaron los oídos y quedé medio loco, andaba hablando puras cabezas de pescado. Después se me quitó. Me curé solo, no hubo tratamiento psicológico o psiquiátrico. Tenía sentimientos de culpa de dejar compañeros muertos, desaparecidos y me preguntaba porqué yo estaba aquí, porqué me había salvado. Le anduve haciendo al copete. Las actividades de solidaridad con Chile me chocaban. Iba porque era chileno y estaba reconocido por el movimiento de los exiliados, pero salía de ahí y volvía a caer como en un hoyo negro profundo.
Nueva York, 2018
Carlos Edén poco a poco se acostumbra a Nueva York, trabaja en una fábrica de ropa y decepcionado de la política tradicional, se enfoca en el activismo indígena. Para las últimas elecciones presidenciales chilenas participa del comité del Frente Amplio de Nueva York y en 2017 vota por primera vez desde el extranjero.
La historia de Carlos recuerda la de Yokcushlu, conocida como Fuegia Basket, y Elleparu, conocido por York Minister, dos kawésqar de Tierra del Fuego tomados prisioneros en 1830 por Robert FitzRoy, capitán del barco Beagle, y llevados a la fuerza a Inglaterra, donde fueron presentados ante la realeza y aprendieron inglés. Carlos sabe que su cultura original está en peligro de desaparecer y lo único que quiere es volver a su natal Puerto Edén, aunque de su pueblo originario solo sobreviven unos pocos. Es uno de los últimos kawésqar. Quizás por ese motivo su historia atrae a investigadores y artistas como Paz Errázuriz, quien lo fotografió en Nueva York a fines de los 90 para su serie Nómades del mar. Por esa exposición visita Puerto Edén por primera vez después de 50 años.
-Mi pueblo espera la extinción. Y no hay kawésqar en Nueva York. Solo soy yo. Como buen kawésqar, nunca me resfrío en invierno. Me resfrío en verano. Soy al revés.
Los involucrados aseguran que en este registro sonoro hay varias familias, pero desde que se dio a conocer la situación sólo se hablaba de una línea genealógica.
El martes 13 de febrero de este año, la sala de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas rechazó un recurso de protección presentado por los familiares de la fallecida Margarita Molinari Edén, por la difusión de cantos y relatos del pueblo originario, los cuales fueron recopilados en 1971. El reclamo se hizo en contra de la productora Etnomedia y Consultora Limitada, el entonces Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (ahora seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio) de Magallanes y un académico del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile por la difusión de cantos y relatos del pueblo originario, los cuales fueron recopilados en 1971.
La acción fue presentada por Margarita Vargas Molinari, nieta de Margarita Molinari. A pesar del traspié, la descendiente kawésqar busca presentar el recurso de protección nuevamente, y para ello cuenta con el apoyo del director ejecutivo de la Fundación Mi Patrimonio, Pedro Muñoz Hernández. Cabe señalar que la distribución del disco se detuvo.
Ante esta situación otros integrantes de la etnia kawésqar se informaron sobre el recurso de protección y escucharon el contenido del disco, descubriendo que no sólo estaban los cantos de Margarita Molinari Edén, sino también el de otros antiguos miembros, al menos el de cinco familias más. Esta situación llamó la atención de los descendientes, ya que estaban convencidos que sólo una familia estaba teniendo el problema, pero ahora saben que son más los involucrados y desean que este dato sea considerado en las gestiones futuras.
“Entonces con varios compañeros del pueblo y me dije aquí hay algo que no está bien, entonces concluimos que la señora no está enfocando bien las cosas. Creo que es súper necesario dejar las cosas en claro. Por eso hacemos esto ahora”, señaló María Luisa Renchi, quien representa a un grupo de kawésqar que pide aclarar la situación.
La descendiente indígena de igual forma entregó una carta, en donde se explica que los cantos han sido transmitidos de generación en generación a través de la oralidad. De igual forma se precisa, “hoy manifestamos nuestra tristeza pues algunos de estos cantos e historias se encuentran bajo el escrutinio de un juez, que poco conoce de nuestra historia. Hemos sido mutilados, separados, puestos en exhibición, asentados, sin derecho a navegar y sometidos a leyes que no entendemos. Nuestros son estos cantos que fueron replicados desde tiempos inmemorables para llegar a nosotros. Estos nos pertenecen a todos los miembros del pueblo kawésqar, se debe consagrar el uso responsable, pero este no puede recaer en la propiedad de nadie, así sea un miembro del pueblo. Así mismo con las investigaciones particulares de instituciones o personas que no pertenecen a nuestro pueblo. Queremos dejar esto de manifiesto, pues que quede bien claro la propiedad de la historia nos pertenece, a quienes poseemos un pasado ancestral en la Patagonia”.