Desde el Poder Ejecutivo Provincial se confirmó el hecho y se aseveró que el trabajo realizado “servirá para sentar las bases del plan de recuperación del área protegida”.
El equipo técnico del Ministerio de Producción y Ambiente dio cuenta de la finalización del relevamiento preliminar de todas las zonas dañadas por el incendio ocurrido el 30 noviembre de 2022, a poco más de un año del incendio declarado en la Reserva Provincial “Corazón de la Isla”.
Desde la mencionada cartera provincial se explicó que “para realizar el relevamiento, se llevaron a cabo tres campañas que totalizaron 15 días de trabajo técnico en territorio, a través de distintos equipos desplegados simultáneamente con personal de la Secretaría de Ambiente, para relevar un total de 140 puntos de muestreo, abarcando casi la totalidad el área afectada”.
La directora General de Biodiversidad y Conservación, María Luisa Carranza, precisó al respecto que “estos puntos o parcelas, fueron elegidos de manera aleatoria para obtener medidas y lecturas lo más objetivas posible de los resultados”.
“Lo que esperamos de todas estas tareas de campo, es obtener un diagnóstico completo del estado del área y a partir de esto, armar un plan tendiente a la restauración”, subrayó la funcionaria.
Por su parte, la bióloga Luciana Mestre, comentó que “en estas recorridas realizamos una serie de mediciones que nos permiten evaluar el tipo de ambiente afectado, qué tipo de plantas están brotando -nativas o exóticas-, qué tan afectado por el fuego está; si hubo supervivencia de regeneración de árboles nativos (lenga y ñire), y lo más importante, sobre todo en las áreas boscosas, si hay árboles adultos vivos o hay regeneración viva”.
“A su vez, se está avanzando en otros diagnósticos como el índice de severidad a través de contraste por imágenes, muestreos biológicos y de calidad de aguas en ríos y lagos, y recuentos generales sobre la abundancia de las plantas y organismos”, observó.
Desde la Secretaría de Ambiente se recordó que el ingreso al Área Natural Protegida “Corazón de la Isla” continúa cerrado y se indicó que “en caso de emergencia comunicarse inmediatamente al 103 o 911”.
Se trata del biólogo e investigador Gustavo Lovrich (CADIC-CONICET), quien aclaró que si bien la centolla “no es una especie en extinción, los rendimientos de la pesca son cada vez menores” debido a la “sobre pesca” realizada en la Isla en los últimos años, tanto del lado argentino como del chileno. Por su parte, el reconocido chef de Ushuaia, «Lino» Adillon, reconoció que “para proteger el ecosistema debemos estar permanentemente alertas al impacto que pueda generar el hombre”.
El biólogo e investigador Gustavo Lovrich (CADIC-CONICET) explicó las razones de la falta de centolla en Tierra del Fuego y atribuyó la situación enunciada a la “sobre pesca” realizada en la Isla en los últimos años, tanto del lado argentino como del chileno.
De todos modos, el especialista aclaró que no se trata de “un especie en extinción” sino de que “los rendimientos de la pesca (de dicho producto) son cada vez menores”
En diálogo con FM Master’s, Lovrich observó que este fenómeno se viene registrando “durante las últimas dos décadas”, en la que “son una minoría los ejemplares hembras en edad reproductiva que tienen huevos”.
“Esto ocurre no solamente aquí, sino también en Chile, donde la extracción de pesca es muy importante”, señaló, para alertar luego que “se trata de un muy mal signo, porque indica que la población no está saludable”.
El profesional explicó que “en una población saludable, por el contrario, de lo que sucede ahora, la mayoría de hembras en edad reproductiva deberían tener huevos”.
“La centolla demora siete años hasta llegar a la madurez sexual, el momento en el cual se puede reproducir” y que “las hembras se encuentran con los machos una vez al año y desde enero hasta octubre, llevan los huevos (de 30 mil a 150 mil), hasta el momento en el que nacen las larvas”.
Además precisó que “en los primeros estadíos de las centollas, debido a la fragilidad y poca supervivencia en esta instancia, se refugian en los gigantes bosque sumergidos de macroalgas (de la especie Macrocystis pyrifera o ‘cachiyuyo’) que bordean la costa fueguina”.
Tras anotar que “el principio de la extracción de poblaciones naturales es que se saca lo que crece de más” porque “de esa manera, se sabe que ese excedente se va a reponer, y entonces se puede volver a sacar”, Lovrich lamentó que “en la actualidad, estamos sacando el capital y no los intereses de esas poblaciones”.
“Ese capital se va agotando y el resultado es que no vemos hembras con huevos”, alertó, y advirtió que “si no fiscalizamos lo que ocurre, no vamos a conseguir buenos resultados” en dicha actividad, con el agravante de que como la centolla “está en el código genético de Ushuaia y Tierra del Fuego, hace a nuestra identidad y también es parte del turismo, como destino gastronómico”.
En ese sentido, consideró que el asunto “tiene que ver con el cuidado del ambiente y del mar que queremos preservar y que, muchas veces, desconocemos”.
En el mismo sentido, el reconocido chef local Luis “Lino” Adillon, reconoció que la centolla es el protagonista principal de lo que él llama el “recurso mar” de Tierra del Fuego y que, inclusive, “en el Canal de Beagle, muchísimos mejillones bivalvos, erizos, cholgas, almejas (blancas, negras, navajas), caracoles y una infinidad de peces, entre los que se destaca el róbalo, además del pejerrey y sardinas”.
“Los artesanos tienen acceso a una amplia canasta de recurso alimentario”, resaltó Adillon, quien agregó que “por otro lado, en la corriente circumpolar antártica tenemos la codiciada merluza negra y un poco de savorín y cojinova, que son productos de alta gama”.
En ese marco, comentó que “nosotros, como restorán, tratamos de brindar conocimiento a nuestros clientes, un conocimiento que proviene de los pescadores artesanales, de las lecturas y de la información que nos brindan los científicos del CADIC”.
El Chef aseguró que, en su restorán, siempre elige los productos de la pesca artesanal, antes que los industriales, porque los primeros “los obtenemos inmediatamente: frescos y recién sacados del agua”, por lo que “sólo optamos por los industriales cuando están agotados los de cercanía”.
Adiilon coincidió con Lovrich en que “para proteger el ecosistema debemos estar permanentemente alertas al impacto que pueda generar el hombre”, y en que “es un gran error suponer que somos capaces de manejar la naturaleza y eso se pone de manifiesto en el hemisferio norte, con el saqueo y el deterioro que ha hecho el hombre en el mar; allí, tenemos un ejemplo de lo que puede ocurrir si hacemos un mal manejo”.
“Hay que estar atentos y tener mucho cuidado, porque la sed del hombre por ganar plata lleva a la destrucción”, alertó.
El pasado sábado 2 de julio por la mañana chilenos y argentinos, navegantes, kayakistas, activistas, referentes de organizaciones sociales y miembros de las comunidades Yagán y Kawesqar se reunieron en el centro de la ciudad de Ushuaia para celebrar el aniversario de la sanción de la Ley 1.355, que reguló la salmonicultura en Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur, prohibiendo el desarrollo de esta industria en el mar posicionando al país como el primero en tomar una decisión de tal magnitud en cuanto al cuidado del ambiente e incorporando a la creación de políticas públicas la participación ciudadana y la visión de los pueblos originarios sobre el cuidado de la naturaleza.
De la jornada participaron el Club Náutico AFASyN y embarcaciones de la comunidad náutica de Tierra del Fuego, el programa marino Sin Azul No Hay Verde, Canal Fun, Patagonia, el chef Lino Adillon, Greenpeace Andino, la Sociedad Civil por la Acción Climática de Magallanes, representantes de la Comunidad Yagán de Ushuaia y Navarino y representantes de la Comunidad Kawesqar.
David Alday, representante de la comunidad Yagán de Navarino, afirmó “En esta parte del planeta hemos demostrado que límites no existen si de mantener y cuidar nuestros entornos y lo que en ello habita se trata, la conexión con nuestra cosmovisión es tan imprescindible que no dudamos en activarnos y actuar, en protección de lo que es nuestra vida, nuestros ecosistemas, cargados de una mirada patrimonial ancestral única en el planeta, por ello nuestro trabajo debe estar a la altura en zonas de cuidado como es el extremo austral, tanto de Chile, cómo Argentina. Al celebrar este año de la ley que prohíbe la salmonicultura en el lado argentino da señas que el trabajo realizado no es en vano, que las convicciones y esfuerzo social es potente y verídico, con sólidos argumentos que llevan a manifestar el sentido común que nos comunica la protección de nuestros espacios y entornos rebosantes de vida y vírgen naturaleza.”
En un evento sin precedentes, en mayo del 2021 argentinos y chilenos unieron el Canal Beagle desplegando una bandera, para pedir por la sanción de la ley que reguló la salmonicultura en Argentina y fortalecer el reclamo común de proteger el Canal y los ecosistemas marinos del fin del mundo. Este año, para celebrar aquella decisión y seguir sumando esfuerzos para la protección de ambos lados del Canal, la comunidad volvió a unirse. ya que la industria estaría intentando reactivarse en Puerto Williams y, por otro lado, apoyar la causa de los hermanos chilenos que solicitan al gobierno que frene el avance de la salmonicultura.
«Es muy emocionante revivir el enorme triunfo alcanzado en Tierra del Fuego, donde gracias a las organizaciones , comunidad local y legisladores, se logró de manera unánime proteger el Canal de Beagle, ícono de la provincia. Es un verdadero ejemplo sobre cómo hacer las cosas correctamente, con un debate abierto y participativo y comprendiendo que al proteger el medioambiente protegemos también a la sociedad en su conjunto. El canal de Beagle debe ser protegido de manera integral, y es por ello que hoy, a un año de esta histórica ley, le exigimos al gobierno chileno que rechace todas las concesiones en trámite en Puerto Williams, la información técnica ya está disponible para fundamentar la decisión. Se debe seguir el ejemplo del lado argentino que puede celebrar sus buenas decisiones» declaró Estefanía González, Coordinadora de Océanos de Greenpeace Andino.
Las salmoneras amenazan la biodiversidad, la salud de los habitantes y el desarrollo económico. En 2019 el pueblo chileno Puerto Williams, frente a la ciudad Ushuaia, fue pionero en proteger el Beagle y expulsando a las salmoneras de su región.
A diferencia de Chile donde la industria ha ocupado muchos territorios, la provincia fueguina es el único lugar del país donde la industria podría instalarse. Con la aprobación de la Ley el año pasado, Tierra del Fuego fue en el primer lugar del mundo en prohibir la industria antes de que se instale y de esta manera se convirtió en un ejemplo del cuidado de un modelo económico y productivo sostenible, que respeta tradiciones culturales y prácticas artesanales que generan puestos de trabajo genuinos e ingresos por turismo y por la comercialización de productos locales. Esta decisión tuvo impacto a nivel global, ya que muchas comunidades costeras en todo el mundo que sufren los impactos de la industria, también están pidiendo que se retiren las jaulas del mar.
“La división entre Chile y Argentina está lejos de ser una realidad, se evidencia en los territorios desde el NOA hasta la Patagonia. Las regiones tienen una dinámica que va más allá de los límites políticos. La naturaleza y la cultura están íntimamente relacionadas y el tema de las Salmoneras en el Canal Beagle funcionó como resaltador. En en los últimos años la postura quedó más que clara con acciones que se hicieron en conjunto; no queremos industrias destructivas, queremos trabajar cada vez más unidos en pos de un futuro sostenible, hermanado con la dinámica de la naturaleza, a través de la revalorización de la cultura de los pueblos indígenas, actividades como el turismo de naturaleza y todo lo que la región ofrece. En 2021 esta unión le permitió al gobierno Argentino entender qué significan las salmoneras para su pueblo, hoy lo tiene que entender el Estado chileno” declaró David Lopez Katz, integrante del programa marino Sin Azul No Hay Verde.
Hoy las comunidades chilenas piden que las salmoneras salgan de áreas protegidas y de dónde habitan las comunidades indígenas que ven afectada su forma y desarrollo de vida. Exigen también que se frene toda expansión de la industria a través del rechazo a nuevos proyectos y el freno a los aumentos de los niveles de producción. Que se retiren progresivamente de las zonas frágiles como los fiordos y canales y por último que se sancionen con la pérdida de concesiones a las empresas y centros que hayan provocado o cuenten con desastres ambientales.
Desde que empezaron a reclamar por un Canal Beagle libre de salmoneras, los chilenos lograron que la Corte de Apelaciones de Punta Arenas detuviera el inicio de las labores de producción de la empresa salmonera Nova Austral en el Canal Beagle, ubicado en la región de Magallanes. También sacaron jaulas que ya estaban instaladas y listas para la producción y consiguieron que se le diera caducidad a las concesiones acuícolas otorgadas hasta ese momento. Además, detuvieron la expansión de la industria en la región de Magallanes a través de distintas acciones legales. En el caso de Puerto Williams, el reclamo es poder avanzar con el Espacio Costero Marino para Pueblos Originarios (ECMPO) de la comunidad Yagán, que es una forma efectiva y concreta de poder proteger esta zona de las distintas amenazas como la salmonicultura.
Chile está desde el año 2018 en alerta por la constante amenaza de las concesiones que aún se encuentran activas administrativamente en el Beagle . Cuatro fueron removidas, pero quedan ocho, detenidas por acción de la comunidad indígena a través de la presentación de solicitud ECMPO, que permite solicitar la administración y a la vez paraliza todo proyecto existente.
Esta historia no se termina con la sanción de la Ley 1.355. La visión colectiva y global del lugar que ocupamos en el mundo y la necesidad de protegerlo se vio fortalecida frente a su inminente amenaza. El mar es un solo y la comunidad de Argentina y Chile seguirán unidas en pos de su conservación. Tierra del Fuego tomó una decisión pionera que hoy es celebrada por aquellos que la viven y por el resto del mundo que quiere seguir su camino.
El uso del nombre yagan por una marca de venta de productos del mar despertó molestia en la comunidad Yagán de bahía de Mejillones, que lucha por concientizar sobre buenas prácticas de protección y aproximación a su cultura.
El nombre yagan utilizado como marca para vender un filete de salmón fue la imagen que comenzó el debate. Por un lado, una pequeña empresa chilena francesa busca “homenajear a un pueblo originario admirable”. Por otro, una comunidad yagan lucha por concientizar a la población y autoridades nacionales sobre el respeto en el uso del patrimonio cultural de su pueblo.
“No somos un pueblo extinto como dicen algunos libros de historia. Somos un pueblo vivo y activo, estamos aquí en el territorio y si usan nuestro nombre y cultura están hablando de nosotros entonces el primer paso es que antes de hacerlo se acerquen a la comunidad y nos pregunten. Pero si nos van a asociar con un producto que simboliza una industria que ha utilizado nuestro territorio como zona de sacrificio, eso indigna”, resume María Luisa Muñoz, representante de la comunidad indígena yagan de Bahía de Mejillones.
Desde la PYME Yahgan Seafoods se expresa la apertura a dialogar sobre el tema con la comunidad, y aclaran que su empresa no es una salmonera sino un taller que le da valor agregado a materia prima de origen marino. “En nuestro portafolio siempre ha estado la inquietud de trabajar con la más amplia gama de materias primas marinas. Sin embargo, la tendencia de nuestros clientes y del mercado nacional nos inclinó hacia los productos desarrollados a partir del salmón”; señalan.
“Desde la empresa se acercaron a través de un correo electrónico y estamos viendo qué responder. Cuando ya se usa el nombre y ya está la marca registrada, ¿qué se hace? Son situaciones que ya están establecidas, entonces es difícil entrar a dialogar en este punto y con una empresa relacionada a un rubro que es tan nefasto para nosotros”, explica María Luisa.
Buenas prácticas para proteger la cultura yagan
Tal como comenta María Luisa, no es la primera vez que su comunidad se enfrenta a situaciones de este tipo. “La cervecería austral tiene una cerveza Yagan y en la caja está la foto de una bisabuela de una de las familias de aquí. Hace un tiempo apareció en Buenos Aires un puzle que era la cara de una artesana de la comunidad. La fundación Omora tiene un parque etnobotánico donde los nombres de la vegetación están en nuestra lengua pero tú ahí no vas a encontrar a nadie de la comunidad yagan trabajando como guía, por ejemplo”, enumera.
Para la representante yagan, el problema se da a nivel nacional y de las autoridades. “El mismo Estado a través de iniciativas de Corfo y Prochile o el instituto de propiedad industrial, inscriben estos nombres sin cuestionamientos ni protocolo y es súper fácil inscribir un nombre y eso queda ahí para siempre si lo puedes pagar. Nosotros como comunidad tuvimos inscrito el nombre yagan y lo perdimos porque no podíamos seguir pagando, y enseguida lo tomó otra empresa. Visibilizar esas situaciones y generar protocolos y difundirlos es parte de lo que hacemos como comunidad”; sostiene.
El objetivo final no es cerrar la puerta sino que se generen mejores prácticas de aproximación hacia su cultura. “A nivel local mucha gente tiene pequeños emprendimientos y envían una carta para pedir la utilización del nombre. Nosotros vemos que es un emprendimiento de alguien que vive en la zona o que tiene un respeto hacia la comunidad y no tenemos inconveniente en dar nuestra aprobación, pero eso lo hacen muy pocas personas”, concluye María Luisa.
Salmones sustentables
El punto de mayor desencuentro en la situación de la empresa Yahgan Seafoods se da por la asociación del nombre yagan para comercializar productos derivados del salmón. “Sólo trabajamos con empresas proveedoras que cuentan con pisciculturas certificadas. Apoyamos el cambio relevante en la industria salmonera de manera de hacerla sustentable, apoyando la revolución que se opera en este sector con el desarrollo de crianza de salmón 100% en tierra, reciclando agua y usando residuos como abono natural para agricultura”, señalan desde la empresa en un comunicado.
Pero esta aclaración no tranquiliza a la comunidad. “Nosotros hemos luchado de forma incansable contra la industria salmonera que tiene efectos devastadores en nuestro territorio ancestral. Lo que tenemos claro es que las leyes chilenas en relación al medio ambiente no son garantía de que se va a cuidar nada. Este tipo de actividad, aunque sea en tierra, para nosotros no condice con nuestra cultura y no cuida el entorno. Hemos visto a las salmoneras mentir, ocultar informes y presagiar buenas prácticas. No nos pueden pedir que confiemos”, analiza María Luisa.
Además del protocolo, la comunidad yagan de bahía de Mejillones está trabajando para recuperar la práctica de la navegación, la alimentación tradicional, el territorio y la lengua. Entre esos esfuerzos, ven como clave el hecho de poder decidir sobre su territorio, a partir de la declaración de un Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios (ECMPO); instrumento que reconoce y permite conservar los usos ancestrales en espacios marítimos.
Una investigadora francesa se encuentra desarrollando un importante trabajo en la Isla Grande de Tierra del Fuego, para tratar de analizar “el medio ambiente sonoro de los pueblos nómadas del sur del Estrecho de Magallanes, con el recurso sonoro como recurso cultural”. Recorrió miles de kilómetros y grabó más de 50 horas de sonidos para tratar de comprender más sobre la cultura, la mitología y las vivencias de los pueblos originarios. Su trabajo fue seleccionado entre muchos otros por la Universidad de La Sorbona.
Lauriane Lemasson es una joven francesa, oriunda de la zona de Bretaña, que trabaja en la región para presentar su tesis final en la Universidad de La Sorbona, basada en un estudio multidisciplinar del medio ambiente.
Se encuentra en Río Grande, desde donde viene realizando viajes en embarcación y a pie recorriendo distintas zonas de la Isla Grande de Tierra del Fuego, tanto chilena como argentina; para recopilar datos, experiencias, sonidos y vivencias que le sirvan para realizar su trabajo, donde se combinan áreas como la etnografía, la ecología sonora y la geografía.
“Grabar el sonido de los pájaros, saber en qué momento aparecen, descubrir el eco que se produce en distintos lugares y leer la forma de las nubes”; enumera Lemasson, cuando se refiere a las múltiples tareas que viene desarrollando, como para avanzar en un estudio que le sirva para transportase hasta los tiempos en los cuales shelknam, yámanas y alakalufes poblaban la zona, en armonía con el medio ambiente.
“Esta es mi tesis para el doctorado, porque el máster lo realice en el año 2013 con una expedición en la parte argentina. Recorriendo el lugar durante tres meses y medio con una mochila, la cámara fotográfica y un grabador. Estuve caminando a lo largo de 2 mil kilómetros, grabando sonidos, recorriendo el territorio que ocupaban los shelknam; para tratar de ser parte del medio ambiente y entender un poco sobre él, sobre sus sonidos, la meteorología; leyendo las marcas que aparecen y recopilando información”, contó la investigadora francesa, respecto del estudio que viene realizando, y que pasó por distintas etapas desde el año 2013.
Tiene 50 horas de grabación de diferentes sonidos y pudo relacionar “los cantos que grabó Anne Chapman de Lola Kiepja” con los sonidos registrados. Los audios también le sirvieron para entender “la presencia de los sonidos en la mitología, porque hay muchos mitos que describen esos ruidos, cantos y toda la cuestión sonora”.
“A mí me parece que el sonido tiene un efecto más sensible, hay una vibración, una resonancia y es una manera de comprender y sentir el territorio. Son como firmas sonoras, es una parte de la identidad del territorio. Les resonancias, el eco, el silencio total; eso fui a buscar entre el musgo y la turba”, relató Lauriane Lemasson.
El tipo de trabajo que se encuentra realizando tiene antecedentes en zonas urbanas, pero no en esta región elegida por la profesional francesa. Dice que se decidió por el extremo sur de la Patagonia por referencias que tuvo de la zona durante su época de estudiante, plateándose concretar el desafío después de un duro accidente automovilístico que la llevó a sentir la necesidad de realizar ese sueño.
El proyecto de investigación que lleva adelante fue seleccionado entre muchos otros por la Universidad de La Sorbona, para ser implementado durante tres años. En su recorrido marcó más de 3 mil puntos diferentes en el territorio, descubriendo lugares y sonidos.
“Se trata de comprender una cultura, no solo desde su dimensión arqueológica”, remarcó. Ahora se plantea la tarea de recopilar todo el material para su tesis, comprometiéndose luego a publicar el trabajo para que sea conocido. Los interesados pueden acceder al proyecto y tomar contacto con Lauriane Lamasson en la página www.karukinka.eu