El Museo Antropológico Martin Gusinde de Puerto Williams inicia una nueva etapa con un renovado guión y un nuevo nombre: a contar de hoy se llama Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, y su museografía se centra en esta cultura ancestral y en tender puentes entre la visión del pasado y la comunidad viva.
Una nueva visión museal y de trabajo comunitario fue el sello que marcó la reinauguración en Puerto Williams del museo más austral del mundo, con un nuevo nombre y una renovada exposición permanente. A contar de hoy, el espacio conocido originalmente como Museo Antropológico Martin Gusinde, se llamará Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, denominación que se condice con la nueva muestra, centrada en la cultura de este pueblo ancestral que habita desde hace 7 mil años el extremo austral de Chile y Argentina.
La ceremonia estuvo encabezada por la delegada presidencial de Puerto Williams, María Luisa Muñoz; la subsecretaria del Patrimonio Carolina Pérez Dattari; la directora nacional del Servicio del Patrimonio Cultural (Serpat) Nélida Pozo Kudo; el alcalde de Cabo de Hornos Patricio Fernández, y familias de la Comunidad Indígena Yagan de Bahía Mejillones, con su representante Luis Gómez Zarraga.
El director del museo, Alberto Serrano, destacó que esta tranformación releva la dimensión territorial, al igual que la figura de Martín González Calderón, cultor de la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones en Villa Ukika y referente del arte de la navegación ancestral canoera y de la cultura tradicional Yagan. González Calderón realizó diversos esfuerzos e iniciativas orientadas a difundir su sabiduría ancestral y colaboró estrechamente con el museo. Producto de la pandemia de Covid-19 falleció el 18 de octubre de 2020, tal como muchos de sus ancestros, víctima de las enfermedades introducidas.
La subsecretaría Carolina Pérez destacó que “estamos muy contentas por poder ser parte de este hito, que permitirá reconocer a la comunidad Yagán y en el que se reabre un espacio patrimonial a la ciudadanía. Esperamos que el proyecto museográfico que se trabajó durante dos años por el equipo de la Subdirección Nacional de Museos, y que incorpora un guión con una mirada territorial, se convierta en un espacio de encuentro para los vecinos y vecinas de la región”.
Por su parte, la directora nacional del Serpat, Nélida Pozo, destacó que “este espacio está impregnado ahora de una visión surgida desde este mismo territorio, de la mano de la comunidad Yagan de Bahía Mejillones, en plena conciencia y certeza de que estamos ante una cultura ancestral viva, que se piensa, se proyecta y revitaliza y, al mismo tiempo, que nos habla de una nueva manera de pensar los museos como instituciones accesibles e inclusivas, que fomentan la diversidad y la sostenibilidad con la participación de las comunidades”.
Visión territorial y cultural de la nueva muestra
La propuesta de renovación museográfica involucró un largo proceso de diálogo e investigación con las comunidades residentes y con la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones, a fin de preservar la memoria local y todos los elementos que histórica y contemporáneamente la componen. De hecho, fue la propia comunidad la que solicitó el cambio de nombre del espacio.
El nuevo guion museográfico tiene por protagonista al pueblo Yagán, y da cuenta de los modos de vida y los procesos históricos, sociales y culturales experimentados por la comunidad, siendo también relevado el acervo cultural del archipiélago, y el objetivo de contribuir en los procesos de revitalización de la comunida, al igual que el fomento de instancias de reflexión y diálogo en torno a los procesos de colonización que la cultura occidental y el Estado chileno en el extremo sur del país.
La nueva narrativa crea constantemente puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo para conectar las tradiciones con las nuevas generaciones. Asimismo, durante todo el relato, utiliza palabras yagankuta para revitalizar la lengua y el patrimonio inmaterial. Incluso incorpora la perspectiva de género dando visibilidad a las barreras que la comunidad indígena y las kipayamalim han enfrentado.
En el primer piso se despliega un recorrido por el Yagan Usi (Territorio yagán) donde las colecciones arqueológicas y etnográficas abordan el poblamiento del Archipiélago de Cabo de Hornos, situado en el Holoceno Medio hace aproximadamente 6.500 años AP. Las características del territorio dialogan con la existencia humana a través de los vestigios arqueológicos, la navegación, la caza, la cestería, la artesanía, la ritualidad y la vigencia del yagankuta, una lengua que se niega a desaparecer.
Entre los diversos objetos, la museografía destaca la restitución de 29 objetos de la colección Martin Gusinde provenientes del Museo Nacional de Historia Natural y 32 piezas de cestería yagán como canastos, sogas y redes de pesca elaboradas en junco por Cristina Calderón Harbán, Julia González Calderón, Claudia González Vidal, Marta Balfor Clemente, entre muchas otras mujeres y artesanas que cultivaron esta técnica ancestral. La cestería, elemento de la cultura material e inmaterial, refleja una importante conexión con los saberes de la naturaleza, el clima, la recolección de materias primas y los puntos del tejido que han sido transmitidos durante generaciones.
El público visitante además de ver los objetos, podrá observar una infografía que expone los tipos de canastos y las técnicas de factura, escuchar una grabación audiovisual y aprender las palabras del yagankuta que refuerzan la memoria colectiva.
En el segundo piso continua el relato con Poluaóala Shanatara (Llegan los extranjeros) cuyas colecciones de carácter histórico presentan las transformaciones y vicisitudes que se vivieron en la zona desde el siglo XVI hasta el presente. Los procesos de inmigración de las expediciones europeas, norteamericanas y el poblamiento impulsado por el estado argentino y chileno plantean un contexto de encuentros, conflictos y consecuencias para la cultura indígena local. En esta sala, además de comprender los procesos del contacto (descubrimiento, exploración y colonización) también es posible acercarse a la biodiversidad magallánica con la presentación de más de 30 especies de taxidermia que ilustran la fauna y el paisaje más austral de Chile.
Destacan también las características tecnológicas y de diseño de la muestra, que cuenta con plataformas interactivas, cápsulas audiovisuales y cápsulas auditivas.
En Bahía Inútil (Chile) un equipo de científicos ha descubierto un entierro infantil, perteneciente a la cultura Selk’nam, con características únicas. El ajuar que lo acompaña presenta objetos desconocidos, además de artículos funerarios inusuales en esta región.
Pares mandibulares de guanaco adulto que formaban parte del ajuar singular del enterramiento / Fotos cedidas por Thierry Dupradou
El pueblo Selk’nam de Tierra del Fuego era una tribu que vivía en el extremo sur de América del Sur. Estaba formado por cazadores recolectores nómadas que subsistían en sus orígenes gracias a los guanacos salvajes, aves, roedores, marisco y pinnípedos (focas, lobos marinos y morsas) que cazaban. A principios del S.XX enfermedades infecciosas y un genocidio perpetrado por colonos británicos, argentinos y chilenos acabaron con la mayoría de ellos.
Junto a sus vecinos, los Haush, esta tribu era de los pocos grupos de cazadores recolectores en América cuyo sustento estaba restringido a una isla. Su registro arqueológico es abundante, sin embargo, poco se sabe sobre sus prácticas mortuorias.
El registro arqueológico del pueblo Selk’nam es abundante, sin embargo, poco se sabe sobre sus prácticas mortuorias
Un estudio internacional, liderado por la Universidad de Magallanes en Punta Arenas (Chile), con participación del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC), ha descrito un entierro infantil de esta tribu con características únicas, localizado en Bahía Inútil. La datación por radiocarbono sitúa el entierro al comienzo del período postcolombino.
“Ni en Tierra del Fuego chilena o argentina se había hallado un ajuar parecido junto a restos humanos de cazadores recolectores terrestres. Los enseres eran mucho más sencillos, pero en general se trataba de enterramientos de adultos”, dice a Sinc Alfredo Prieto, investigador de la Universidad de Magallanes, que lidera el estudio publicado en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology.
En el trabajo, Prieto y su equipo describen los materiales arqueológicos hallados junto al esqueleto de un niño muy bien conservado. Lo que llama la atención son los artículos funerarios que lo acompañan, inusuales en esta región.
“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos. Ni siquiera sabemos si se trata de copias o de herramientas en uso de la época. Podrían ser, por ejemplo, reproducciones de herramientas de madera que nunca perduraron. Tampoco podemos aventurar nada al respecto. Algunas de ellas simulan herramientas conocidas, como pinzas para el fuego. Otras, como unas bolas con surcos o herramientas de piedra sí sabemos que se usaban”, añade el científico.
Cráneo del niño. Aparece rota al haber aflorado de la tumba que se había erosionado / Foto cedida por Cedidas por Thierry Dupradou
Huesos agrupados por pares
Los restos del niño estaban acompañados por diseños únicos de artefactos óseos. En su mayoría eran fragmentos de picos de pingüino rey (el 75% de los restos) y de las mandíbulas de guanaco organizadas en pares para que parezcan picos, algo inusual y no observado anteriormente en otras sepulturas. El pingüino rey forma parte de la mitología Selk’nam.
La abundancia, densidad y diversidad de las tumbas documentan un conjunto material y cultural complejo, además de una habilidad técnica que no se había descrito hasta ahora en este grupo de cazadores recolectores.
“Los pares de mandíbulas de guanaco son notables. Aparecieron juntos de a dos y uno tiene incluso evidencias de amarre. Por el tipo de corte y el tamaño parece que su función era utilizarlos como picos, algo muy extraño”, asegura Prieto. En la literatura arqueológica no se encuentra nada parecido en ninguna parte del mundo.
Hallaron también materias primas líticas, ligeramente grabadas, algo relativamente raro en estos yacimientos. Muchos de estos componentes no habían sido vistos nunca en el registro arqueológico ni etnográfico de la Tierra del Fuego.
“Una extraña pieza que evoca una lanzadera nos revelaría técnicas de tejido de redes, pero es el único fragmento cuya forma parece inducir una función. Además, la totalidad de las piezas son juegos por pares estructurales; entre lo puntiagudo y lo rajado, o entre lo abierto y lo cerrado, hechos de diversos materiales. Como perdemos la integridad de la colocación original, no sabemos bien si formaban parte de ‘mecanismos’ mayores”, continúa.
“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos», dice Alfredo Prieto
Una genética particular
Según los registros arqueológicos, parece que la población Selk’nam apenas excedió las 1.500 personas, en un territorio de casi 48.000 km2. Además, hasta el momento los científicos no saben determinar si estos individuos fueron descendientes directos de los primeros grupos que poblaron la isla, o si llegaron más tarde.
Los restos humanos del niño revelan que perteneció a un joven de corta edad que tenía una dieta predominantemente terrestre. Los análisis osteológicos no mostraron problemas óseos o patologías, lo que sugiere que era un individuo sin ninguna anomalía. “Desconocemos las causas del fallecimiento”, añade el experto.
La información etnográfica señala que las muertes infantiles no debidas a accidentes eran incomprensibles para los Selk’nam, que generalmente culpaba de ello a un chamán de un grupo enemigo y promovían actos de venganza.
Otra particularidad de este hallazgo es que proporciona la primera evidencia genética del subhaplogrupo mitocondrial D1g5 en la población de Selk’nam en Tierra de Fuego. Este hecho podría indicar que sus orígenes están en la primera ola de colonización humana de América del Sur.
“El haplotipo mitocondrial D1g5 no fue descrito hasta 2012 y en parte es porque tiene una distribución bastante restringida al sur de Sudamérica. Localmente, en el sur de Chile y Patagonia puede ser bastante frecuente. Se le ha calculado una antigüedad de unos 15.000 años, es decir, resultado de la llegada de algunos de los primeros colonizadores de América y su subsiguiente dispersión por el cono sur”, explica a Sinc Carles Lalueza Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC) y coautor del estudio.
Lugar del hallazgo junto a la costa de la Bahía Inútil, Tierra del Fuego / Universidad de Magallanes
Las muertes infantiles no debidas a accidentes eran incomprensibles para los Selk’nam, que culpaban de ello a un chamán enemigo.
Es la primera vez que se describe en Tierra del Fuego, pero es coherente con la posibilidad de que hubiera contactos con poblaciones locales al norte del Estrecho de Magallanes. “También cuadra con indicaciones de restos marinos, ya que el niño se encontró en la costa del canal y aunque los Selk’nam eran cazadores recolectores terrestres, indicaría menos aislamiento del que se suponía por testimonios etnográficos y más contactos con poblaciones vecinas”, argumenta Lalueza Fox.
Actualmente su equipo está secuenciando algunos genomas de aborígenes de Tierra del Fuego para integrarlos en el contexto de la diversidad genómica del continente americano. “Es posible que podamos encontrar algunas evidencias de selección natural y adaptación al frío en algunos genes relacionados con el metabolismo”, concluye.
Tan solo otros cinco haplogrupos de ADNmt se han descubierto hasta ahora en muestras de poblaciones antiguas en esta región: la de este niño Selk’nam, dos Yamana y dos Kawesar.
Interacción con otras culturas
El entierro proporciona evidencia de interacciones de largo alcance con otras culturas tanto en el continente, como en otras partes de la isla. Sus vecinos inmediatos eran otros grupos nómadas, dos marítimos (Yamana y Kawesar) y dos terrestres (Haush en la isla y Aonikenk en el continente).
Los Selk’nam no eran navegantes, por lo que todos los artículos de este tipo que se encontraron en el enterramiento provendrían de fuera de Tierra del Fuego, obtenidos de sus vecinos cercanos.
Actualmente el equipo está secuenciando algunos genomas de aborígenes de Tierra del Fuego.
Contactos directos e indirectos con estos grupos serían cruciales para obtener acceso a animales exóticos y materias primas, como por ejemplo, el ñandú de Darwin (Rhea pennata), la obsidiana verde o los restos de molusco D. magellanicum hallados en yacimientos de esta región.
El ñandú de Darwin se extinguió en Tierra del Fuego a finales del Pleistoceno, y su presencia entre las tumbas significa que probablemente fue traído de la estepa continental.
La obsidiana ya se había descubierto previamente en Bahía Inútil, no muy lejos de este enterramiento. D. magellanicum habita las profundidades marinas de Magallanes y probablemente fue recogido por mar en botes. “Los Selk’nam no eran navegantes”, apunta Prieto.
Este entierro proporciona una ventana única para descubrir aspectos previamente desconocidos de la sociedad Selk’nam.
Representantes de las comunidades de pueblos originarios de Tierra del Fuego viajan a Francia a exponer sobre sus culturas ancestrales, en el marco del mes de la ciencia y la cultura que se desarrolla en ese país. El 2019 fue declarado por la ONU el Año internacional de las Lenguas Indígenas, con el fin de difundir su importante aporte a la cultura de los pueblos.
La secretaria de Relaciones Internacionales Cecilia Fiocchi destacó la presencia en Francia de los representantes de las comunidades originarias: “Es un orgullo para todos los fueguinos que integrantes de las comunidades originarias puedan participar de eventos internacionales como este, que es impulsados por investigadores de la Universidad de la Sorbona y del Centro Nacional de Investigaciones Científicas, instituciones académicas francesas de gran prestigio”. “Es una oportunidad para visibilizar las culturas ancestrales de nuestra provincia” valoró.
Mirtha Salamanca, integrante de la comunidad selk´nam de Río Grande, Víctor Vargas, integrante del pueblo yagán de Ushuaia y José González Calderón, de la comunidad yagán de Puerto Williams viajan a Francia a exponer sobre las culturas ancestrales originarias de Tierra del Fuego.
Mirtha Salamanca es integrante del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas, como representante del pueblo selk´nam. “Viajaremos a Francia invitados por investigadores de ese país, para visibilizar allí nuestra cultura ancestral y complementar una serie de investigaciones que estamos realizando sobre nuestro pueblo. Además de participar como expositores en charlas y conferencia en distintas partes del país, podremos visitar los archivos de Anne Chapman, quien fue una gran investigadora de nuestra cultura y complementar los estudios que nosotros venimos realizando para dar a conocer nuestra cosmovisión. Tenemos la esperanza de que esto promueva el arraigo a nuestra tierra y el derecho a la identidad originaria” expresó.
Por su parte, Víctor Vargas es autor del libro “Mi Sangre Yagán”, editado en 2017 por la Editora Cultura Tierra del Fuego y trabaja en el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, desde donde promueve mediante charlas e investigaciones, la cultura e historia de su pueblo. “Esto se trata de unir el pasado con el presente. Los yaganes son la comunidad humana que habitó de forma permanente la parte más al sur de todo el continente.
En cuanto a José González Calderón, reside en Puerto Williams, Chile y cabe destacar que es sobrino de Cristina Calderón, quien fue declara tesoro humano vivo, ya que es la última hablante nativa viva de su lengua yagán. Este año, ha sido declarado por la ONU el año internacional de las lenguas indígenas.