La presidente de la Comisión 3 del parlamento provincial, legisladora Laura Colazo, encabezó un encuentro con las comunidades de pueblos originarios donde se trató la iniciativa de la propia integrante del Partido Verde para incluirlas en la toma de decisiones en el seno de la Comisión Consultiva de Bosques Nativos (CCBN). “Tenemos la oportunidad de reconocer y visibilizar a los pueblos originarios de nuestra Provincia, que vivieron y aún viven en estas tierras, y proponer una reparación histórica”, afirmó. También se refirió a la necesidad de ampliar la matriz energética en la provincia para sostener un proceso productivo viable.
Río Grande.- La legisladora María Laura Colazo (Partido Verde) participó el pasado jueves de una nueva reunión de la Comisión de Recursos Naturales Nº 3, la cual preside, oportunidad en que se trató una iniciativa de su autoría que giró bajo el “Asunto Nº 109/24”, con el objetivo de impulsar la participación permanente de representantes de pueblos indígenas en la Comisión Consultiva de Bosques Nativos (CCBN).
En este sentido, la parlamentaria valoró que en el encuentro estuvieron presentes miembros de las comunidades: Rafaela Ishton y Paiakoala. “Tenemos la oportunidad de reconocer y visibilizar a los pueblos originarios de nuestra Provincia, que vivieron y aún viven en estas tierras, y proponer una reparación histórica”, afirmó Colazo.
La Parlamentaria, sostuvo además que es de suma trascendencia que la voz de los pueblos Selk’nam y Yagán que formen parte de la CCBN, y que posean su espacio en ese órgano consultivo. “Por eso, los invitamos, queríamos contar con su aval”.
Asimismo agregó que de esta forma se los “hace parte” de los procesos de discusión y del ordenamiento territorial. El pueblo Selk’nam es el único pueblo indígena que cuenta con su título de propiedad comunitaria”, especificó.
Cabe destacar que la iniciativa incorpora modificaciones en la Ley provincial Nº 869. Se suma el inciso “q” al artículo catorce de la mencionada norma, que señala la incorporación de un representante por cada comunidad indígena originaria de la Provincia con personería jurídica registrada a nivel nacional.
Por su parte, Eleonora Anderson Varela de la comunidad Rafaela Ishton, agradeció el espacio: “Estamos muy contentos de contar con un lugar en el CCBN, es un hecho histórico para nosotros. La comunidad posee alrededor de treinta y seis mil hectáreas, y el ochenta por ciento es bosque”, contó.
Otro de los integrantes de la comunidad, Alexis González Palma les dijo que “es muy importante para nosotros porque nos devuelven la dignidad y la oportunidad de atender cuestiones que nos compete como pueblo originario de estas tierras”, opinó.
Hay que señalar que también participaron en la reunión de la Comisión, en representación de la comunidad Paiakoala, Tarcisio Vargas y Damián Nenes Vargas del pueblo Yagán.
“Hoy se está empezando a respetar a los pueblos originarios. Cuidar los bosques es bueno no solo para las comunidades, sino para toda la población. Estamos en peligro de perder el canelo, y debemos cuidarlo entre todos”, reflexionó Vargas, referente Yagán.
Estuvieron presentes los legisladores Raúl Von Der Thusen y Jorge Lechman (SF), Juan Carlos Pino (PJ), Federico Greve y Federico Sciurano (FORJA), y la legisladora Gisela Dos Santos (SF).
Dos millones de dólares para Bosques Nativos
Cabe recordar que la legisladora María Laura Colazo participó del segundo encuentro anual de la Comisión Consultiva de Bosques Nativos de la cual también integra y que se realizó en la Secretaría de Turismo de Tolhuin a principios de agosto.
Allí se analizaron los ejes de trabajo que se seguirán, tras conocerse el arribo del programa “Fondo Verde del Clima”, que se ejecutará a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y que surge de una iniciativa que llevó adelante el Gobierno nacional y la Provincia llamado Reducción de Emisiones por Deforestaciones y Degradación de los Bosques, (REDD).
El programa arriba a Tierra del Fuego, con un componente que se destinará al trabajo de conservación de bosques con las comunidades originarias, específicamente al Plan Integral Comunitario con la comunidad Selk’nam Rafaela Ishton; también al desarrollo productivo de la Cuenca Forestal de Tolhuin y además el otro componente, será utilizado en la prevención de incendios forestales de interfase en Ushuaia. Es dable indicar que, de acuerdo al programa de prevención de incendios de interfase urbano forestal, se entiende como ‘aquel que se desarrolla en áreas de transición entre zonas urbanas y rurales o forestales, donde las estructuras edilicias se entremezclan con la vegetación’.
Aproximadamente dos millones de dólares están afectados para la provincia de Tierra del Fuego “y el proyecto en general, lo que mencionaba el ingeniero Francisco Jofré, que es el representante de FAO que estuvo en la provincia, es alrededor de 85 millones de dólares para todo el país en este programa de RedMás, que es un programa específico que tiene que ver también con el cambio climático”.
Estuvieron presentes en la reunión miembros del equipo de la Dirección Nacional de Bosques y de FAO para el proyecto Pago por Resultados, además de funcionarios del Gobierno provincial y representantes de instituciones que conforman el CCBN.
Hay que mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura o más conocida como FAO, es un organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre
La organización ejecuta diversos proyectos implementados a lo largo y a lo ancho del país. Desempeña un papel fundamental en el avance de la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de la agricultura familiar, la transformación de los sistemas agroalimentarios y desarrollo sostenible.
“Muchas familias viven del sector forestal”
En diálogo con ‘La Mañana de Tecno’ que se emite por Radio Universidad 93.5 MHz, la parlamentaria del Partido Verde recordó que la comisión consultiva de bosques, “se da en el marco de la Ley Provincial 869, que es un espacio donde está formado por diversos actores que tenemos una vinculación con todo lo que es el aprovechamiento de todo el sector forestal, que está habilitado en nuestra provincia. Así que por representación de la Legislatura me toca participar en ese espacio”.
Laura Colazo explicó que “los integrantes de la FAO, que es un organismo internacional que está dentro del marco de Naciones Unidas, que tienen programas específicos de fondos que sirven para poder gestionar diversos proyectos en nuestro país. Y en este proyecto, que realmente es muy importante, que se trabaja en 23 provincias, en nuestra provincia se trabaja en estos tres puntos que fueron los que tratamos en la comisión para darle el visto bueno a todos los miembros, que se avance en eso, en poder acompañar los planes de integración comunitarios que está trabajando muy bien la Dirección General de Bosques con el pueblo Selk’nam que tiene sus autoridades conformadas hace muy poquito, que han hecho elecciones, y la verdad que tienen proyectos muy interesantes para poder hacer en nuestra provincia, sobre todo en su propiedad comunitaria, que son 35.000 hectáreas que ellos tienen en la zona de Tolhuín, y que nos parece muy importante que se pueda hacer un aprovechamiento sustentable, y la verdad que a nosotros nos parece también importante acompañarlos porque también se necesitan recursos para implementar estos proyectos”.
“Nos parece muy interesante acompañar, todo esto lleva pasos; se va a hacer un trabajo de asesoramiento técnico a través de organismos como el CIEFAP (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico), que es un organismo que trabaja también en nuestra provincia hace muchos años, el que va a dar todo el asesoramiento técnico y también me parece importante que está presente el intendente de Tolhuin (Daniel Harrington) en el espacio porque tiene que ver con motorizar el desarrollo productivo de este sector para que siga generando fuentes de trabajo como lo hace hoy en la ciudad de Tolhuin”.
En este aspecto la legisladora Laura Colazo observó que “muchas familias viven a partir del trabajo en el sector forestal y me parece importante agregarle valor, poder generar capacitación, poder hacer un uso sustentable de nuestros recursos y en todo el lado la cadena productiva, no solamente en la madera virgen sino también en el aprovechamiento de los residuos forestales”.
Entendió que “ahí hay una gran oportunidad de generar más emprendimientos productivos y de generar más trabajo cuidando el ambiente porque estamos hablando de los residuos forestales que en algunos casos se queman y eso podría generarse un producto, una materia prima para poder generar nuevos productos que puedan estar dentro del paradigma de la economía circular, de poder recuperarlos y volver a insertarlos en el sector productivo”.
“Matriz productiva y matriz energética van de la mano”
La parlamentaria del Partido Verde entendió que “tenemos que apuntar hacia la economía que nos brinda el sector forestal; no es algo lineal de que se genera un producto, el residuo va al relleno sanitario sino de poder tomar a ese residuo como un recurso y que ingrese de vuelta como materia prima para poder generar nuevos productos que sean competitivos en el mercado y que generen trabajo”.
Consultada sobre la carencia energética que tiene Tolhuin para sostener un proceso industrial, la entrevistada recordó que “nosotros votamos a fines del 2022 una autorización para que la provincia pueda acceder a un crédito que estaba dado por la CAF, la Confederación Andina de Fomento y por otros fondos que iban a poder llegar a la provincia. Ya en el 2022 veíamos la necesidad de inversión en toda la ampliación de la matriz energética de Tierra del Fuego. Eso tuvo hace poquitos días novedades de que se está logrando la autorización por parte del Gobierno nacional para poder avanzar en esa toma de crédito, para poder invertir en equipamiento. Creo que es fundamental para el desarrollo y, sobre todo, también pensando en la transición energética que tiene que dar nuestra provincia. Hoy por hoy nosotros nos abastecemos del gas. El gas es un combustible de transición. Entonces, todos los recursos que se generen a partir de las regalías, a partir de ser una de las primeras provincias productoras de gas en la Argentina poder usar esos recursos que se generan por regalías para poder desarrollar una nueva matriz energética que tenga en gran parte un abastecimiento por parte de energías renovables. Y un poco a eso apunta el proyecto este de financiamiento que nosotros aprobamos en el 2022 en la Legislatura y que ahora está avanzando con la autorización de Nación”.
“Es un tema central, si queremos hablar de ampliación de la matriz productiva, tiene que ir de la mano con una ampliación de la matriz energética de la provincia”, sentenció finalmente.
Tras la muerte de Cristina Calderón, conocida como la última hablante de este idioma en todo el mundo, se pensó que esta lengua originaria también desaparecería. Pero aún hay esfuerzos para mantenerlo con vida. Esta es su historia.
En 2009, Cristina Calderón fue reconocida como Tesoro Humano Vivo por la UNESCO por ser la última hablante nativa de la lengua yagán. En su comunidad la llamaban abuela Cristina, y el solitario relato de su idioma dio la vuelta al mundo.
Aprendió a hablar esta lengua índigena gracias a sus padres y abuelos, mientras los veía trabajar en la pesca y otras actividades ancestrales de la cultura yagán o yámana. Este pueblo nómade, que ha habitado en el extremo austral del continente desde hace más de 7000 años de acuerdo a registros antropológicos, entró en contacto con los barcos mercantes que pasaban por la ruta de Cabo de Hornos en las primeras décadas del siglo XIX.
Al igual que sus pueblos vecinos, los kawéskar y los selk’nam, se enfrentaron a misiones de colonización y su población se vio drásticamente reducida por las enfermedades contraídas de los visitantes extranjeros. Los yaganes estuvieron al borde de la extinción, hasta que algunos descendientes se asentaron en la Isla Navarino, región de Magallanes, donde la mayoría de la población se encuentra hasta hoy. Sin embargo, y como pasó en otros casos de pueblos originarios, tuvieron que adaptarse al español y a la vida en sociedad.
En toda la isla, sólo la familia de Cristina mantuvo el idioma yagán como primer idioma, y tras el fallecimiento de sus dos hermanas, Cristina ya no tuvo con quien hablar su idioma nativo. Se esforzó en enseñarle a otros descendientes de yaganes, pero nadie consiguió la fluidez necesaria para entablar una conversación con ella. Ni siquiera sus hijos y nietos, quienes debieron adoptar el español como nativo.
Aún así, se dedicó a preservar el idioma de sus ancestros hasta sus últimos días. La ‘abuela Cristina’ se convirtió en narradora de cuentos e historias de sus antepasados, y en profesora de todas las personas que quisieran aprender el yagán. Tras su muerte, el 16 de febrero de 2022, muchos pensaron que el yagán también iba a desaparecer. Pero al día de hoy aún existen esfuerzos por mantener el idioma con vida.
¿Qué pasó con la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa?
Una de las primeras personas en registrar y estudiar la lengua yagán fue una de las nietas de Cristina Calderón. Cristina Zárraga, nacida en la ciudad de Concepción, se convirtió en una ikamanakipa(escritora, mujer que escribe) y una nueva guardiana del yagán.
Con la colaboración del lingüista Oliver Vogel, publicó en 2010 un diccionario yagán que hoy es utilizado en algunas escuelas locales para enseñar el idioma a las nuevas generaciones. Según el Ministerio de Educación, en los establecimientos en donde hay al menos un 20% de estudiantes de una cultura originaria es deber que exista una asignatura de su lengua, en este caso el yagán.
Este diccionario no sólo incluye algunas palabras básicas y su significado, sino también actividades de lectura e instrucciones para pronunciar algunos de los sonidos característicos del idioma.
Además, Zárraga ha escrito tres libros tanto sobre su abuela Cristina como de las leyendas y costumbres que ella y otros descendientes yaganes le transmitieron. Muchos de estos han sido adaptaciones y traducciones de registros de audios de Calderón, que también son estudiados por lingüistas nacionales e internacionales.
Estos registros auditivos han permitido realizar un proceso de formalización de la gramática y la fonética, para que pase a ocuparse masivamente dentro de la comunidad. De acuerdo a Elisa Loncón, doctora en lingüística de la Universidad de Santiago, señala que “mientras existan registros las lenguas pueden reactivarse. Las comunidades siempre buscarán hablar su idioma”.
Por su parte, el Museo Territorial Yagan Usi en la ciudad de Puerto Williams es uno de los pocos lugares donde se pueden visitar, ver y escuchar algunos registros de la cultura yagán. El “museo más austral del mundo” fue reinagurado en enero de 2024, y se enfoca en mantener un espacio patrimonial que pueda ser visitado tanto por la comunidad local como por turistas.
Este último cuenta con módulos interactivos y mediadores que difunden información sobre este pueblo.En la visión de Alberto Serrano, director del establecimiento, mantener el idioma yagán es fundamental para preservar la identidad del territorio. Aunque la ciudad de Puerto Williams es relativamente nueva, comenta, “los yámanas son un pueblo vivo que está acá hace más de siete mil años. Proteger esta lengua, que cada vez tiene menos hablantes, es muy importante para esta zona”.
Lenguas indígenas en extinción: El yagán tras la muerte de su última hablante nativa
De acuerdo a la UNESCO, existen más de 6000 idiomas distintos en todo el mundo, y el 40% tiene un alto riesgo de desaparecer. Se trata principalmente de lenguas como el yagán, que son habladas por comunidades que se han enfrentado a la colonización o desplazamiento. Por ello, cada 21 de febrero esta entidad conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna.
Según Loncón, el objetivo de esta conmemoración es “crear conciencia del valor de la diversidad lingüística, porque las lenguas son instrumento para comunicar culturas, visiones de mundos, conocimientos, saberes.La humanidad se empobrece con la pérdida de las lenguas maternas”.
En el mismo sentido, la lingüista Sabina Canales de la Universidad Alberto Hurtado explica que “un idioma no es solo un sistema de palabras y significados, sino que está cargado de identidad. Tenemos una diversidad de lenguas porque tenemos una diversidad de culturas”.
En Chile existen diez pueblos indígenas que aún tienen vigencia en la actualidad. Cerca de un 84% de las personas descendientes de culturas originarias en el país pertenecen a la cultura mapuche, seguido por los aymaras y los diaguitas, de acuerdo a IWGIA. Loncón comenta que menos del 10% de ellos habla su idioma originario como primera lengua, y que esto es un problema para preservar la cultura.
Canales cuenta que la importancia de los idiomas para los pueblos originarios se puede ver en casos como los del pueblo Chango, del que no existen vestigios de su idioma y por lo tanto “se piensa que no existieron”, por lo que se puede hablar de una carencia de esta identidad en el patrimonio cultural de Chile.
A su vez, la lingüista hace énfasis en la importancia de ver el español usado en Chile como la lengua materna de la mayoría de personas en el territorio nacional. Este “español chileno” se ha nutrido de palabras provientes de las culturas originarias, y junto a otras variaciones como la aspiración de algunas letras o entonaciones según la zona del país, “son parte de la diversidad lingüística que se debe respetar”.
“No soy la única ni la última”: la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa
En 2016, Cristina Zárraga presentó su libro “Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán”. En la presentación ante la comunidad en el Museo Yagán Usi, la escritora contó que su abuela le dijo que no era la única ni la última yagán del mundo, como erróneamente fue catalogada a nivel nacional e internacional.
El director del Museo Yagán Usi comenta que este pueblo ha sido denominado extinto injustamente, ya que las comunidades locales aún siguen en vigencia. Los descendientes de la cultura Yagán viven principalmente en Bahía Mejillones, en Puerto Williams, y además de enseñar y aprender su idioma ancestral, mantienen tradiciones como la cestería hecha con fibra vegetal.
Serrano resalta la importancia de las educadoras que ocupan materiales didácticos en yagán en los establecimientos educacionales locales y mantienen vivo el relato de Cristina Calderón. Además, comenta que el yagán también vive en algunas expresiones de la región de Magallanes, y en palabras como“mamihlapinatapei”, conocida como “una de las palabras más hermosas e imposibles de traducir del mundo”. Esta hace referencia a la mirada entre dos personas que desean iniciar algo, pero que no se atreven a dar el primer paso para comenzar.
En el mismo sentido, según Loncón, lo importante a tener en cuenta es que mientras exista esta comunidad existirá su idioma. La académica Usach hace énfasis en que “las lenguas no viven en el vacío, le pertenecen a las comunidades. Y los esfuerzos colectivos son fundamentales para que esta lengua perviva“.
El Museo Antropológico Martin Gusinde de Puerto Williams inicia una nueva etapa con un renovado guión y un nuevo nombre: a contar de hoy se llama Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, y su museografía se centra en esta cultura ancestral y en tender puentes entre la visión del pasado y la comunidad viva.
Una nueva visión museal y de trabajo comunitario fue el sello que marcó la reinauguración en Puerto Williams del museo más austral del mundo, con un nuevo nombre y una renovada exposición permanente. A contar de hoy, el espacio conocido originalmente como Museo Antropológico Martin Gusinde, se llamará Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, denominación que se condice con la nueva muestra, centrada en la cultura de este pueblo ancestral que habita desde hace 7 mil años el extremo austral de Chile y Argentina.
La ceremonia estuvo encabezada por la delegada presidencial de Puerto Williams, María Luisa Muñoz; la subsecretaria del Patrimonio Carolina Pérez Dattari; la directora nacional del Servicio del Patrimonio Cultural (Serpat) Nélida Pozo Kudo; el alcalde de Cabo de Hornos Patricio Fernández, y familias de la Comunidad Indígena Yagan de Bahía Mejillones, con su representante Luis Gómez Zarraga.
El director del museo, Alberto Serrano, destacó que esta tranformación releva la dimensión territorial, al igual que la figura de Martín González Calderón, cultor de la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones en Villa Ukika y referente del arte de la navegación ancestral canoera y de la cultura tradicional Yagan. González Calderón realizó diversos esfuerzos e iniciativas orientadas a difundir su sabiduría ancestral y colaboró estrechamente con el museo. Producto de la pandemia de Covid-19 falleció el 18 de octubre de 2020, tal como muchos de sus ancestros, víctima de las enfermedades introducidas.
La subsecretaría Carolina Pérez destacó que “estamos muy contentas por poder ser parte de este hito, que permitirá reconocer a la comunidad Yagán y en el que se reabre un espacio patrimonial a la ciudadanía. Esperamos que el proyecto museográfico que se trabajó durante dos años por el equipo de la Subdirección Nacional de Museos, y que incorpora un guión con una mirada territorial, se convierta en un espacio de encuentro para los vecinos y vecinas de la región”.
Por su parte, la directora nacional del Serpat, Nélida Pozo, destacó que “este espacio está impregnado ahora de una visión surgida desde este mismo territorio, de la mano de la comunidad Yagan de Bahía Mejillones, en plena conciencia y certeza de que estamos ante una cultura ancestral viva, que se piensa, se proyecta y revitaliza y, al mismo tiempo, que nos habla de una nueva manera de pensar los museos como instituciones accesibles e inclusivas, que fomentan la diversidad y la sostenibilidad con la participación de las comunidades”.
Visión territorial y cultural de la nueva muestra
La propuesta de renovación museográfica involucró un largo proceso de diálogo e investigación con las comunidades residentes y con la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones, a fin de preservar la memoria local y todos los elementos que histórica y contemporáneamente la componen. De hecho, fue la propia comunidad la que solicitó el cambio de nombre del espacio.
El nuevo guion museográfico tiene por protagonista al pueblo Yagán, y da cuenta de los modos de vida y los procesos históricos, sociales y culturales experimentados por la comunidad, siendo también relevado el acervo cultural del archipiélago, y el objetivo de contribuir en los procesos de revitalización de la comunida, al igual que el fomento de instancias de reflexión y diálogo en torno a los procesos de colonización que la cultura occidental y el Estado chileno en el extremo sur del país.
La nueva narrativa crea constantemente puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo para conectar las tradiciones con las nuevas generaciones. Asimismo, durante todo el relato, utiliza palabras yagankuta para revitalizar la lengua y el patrimonio inmaterial. Incluso incorpora la perspectiva de género dando visibilidad a las barreras que la comunidad indígena y las kipayamalim han enfrentado.
En el primer piso se despliega un recorrido por el Yagan Usi (Territorio yagán) donde las colecciones arqueológicas y etnográficas abordan el poblamiento del Archipiélago de Cabo de Hornos, situado en el Holoceno Medio hace aproximadamente 6.500 años AP. Las características del territorio dialogan con la existencia humana a través de los vestigios arqueológicos, la navegación, la caza, la cestería, la artesanía, la ritualidad y la vigencia del yagankuta, una lengua que se niega a desaparecer.
Entre los diversos objetos, la museografía destaca la restitución de 29 objetos de la colección Martin Gusinde provenientes del Museo Nacional de Historia Natural y 32 piezas de cestería yagán como canastos, sogas y redes de pesca elaboradas en junco por Cristina Calderón Harbán, Julia González Calderón, Claudia González Vidal, Marta Balfor Clemente, entre muchas otras mujeres y artesanas que cultivaron esta técnica ancestral. La cestería, elemento de la cultura material e inmaterial, refleja una importante conexión con los saberes de la naturaleza, el clima, la recolección de materias primas y los puntos del tejido que han sido transmitidos durante generaciones.
El público visitante además de ver los objetos, podrá observar una infografía que expone los tipos de canastos y las técnicas de factura, escuchar una grabación audiovisual y aprender las palabras del yagankuta que refuerzan la memoria colectiva.
En el segundo piso continua el relato con Poluaóala Shanatara (Llegan los extranjeros) cuyas colecciones de carácter histórico presentan las transformaciones y vicisitudes que se vivieron en la zona desde el siglo XVI hasta el presente. Los procesos de inmigración de las expediciones europeas, norteamericanas y el poblamiento impulsado por el estado argentino y chileno plantean un contexto de encuentros, conflictos y consecuencias para la cultura indígena local. En esta sala, además de comprender los procesos del contacto (descubrimiento, exploración y colonización) también es posible acercarse a la biodiversidad magallánica con la presentación de más de 30 especies de taxidermia que ilustran la fauna y el paisaje más austral de Chile.
Destacan también las características tecnológicas y de diseño de la muestra, que cuenta con plataformas interactivas, cápsulas audiovisuales y cápsulas auditivas.
Desde el Poder Ejecutivo Provincial se consideró que se trata de “un hecho histórico en el país”, toda vez que “Tierra del Fuego es la primera provincia que reconoce y amplía el derecho a la identidad de los pueblos originarios, posibilitando asentar en las actas de nacimiento la pertenencia a una comunidad indígena”.
Víctor Vargas Filgueira trabaja en el Museo del Fin del Mundo y es autor de “Mi sangre Yagán”. Artesano e investigador de la cultura de su pueblo, cuenta su historia y la de su comunidad. ¿Cómo es ser indígena en el siglo XXI?
Es domingo por la tarde, un hombre recorre las céntricas y vertiginosas calles de Ushuaia con su campera rompevientos azul y su mochila negra. Con paso seguro se dirige a la cafetería de la esquina de Rosas y San Martín donde lo esperan. Encuentra rápidamente la mesa y luego de pedirse un café, comienza la charla.
Cuénteme sobre usted, ¿quién es Víctor Vargas Filgueira?
Soy un integrante de la comunidad Yagán de Ushuaia. Estamos instituidos ante el INAI desde el año 2021, nos han reconocido después de muchos años de burocracia, de idas y vueltas de papeles. Mi madre es Catalina Yagán, pertenece a los últimos integrantes de aquel pueblo que fuera colonizado en los primeros años del 1900. Ella nació en 1930 y nos trajo su legado, sus costumbres, con la finalidad de conocerlas y emularlas, salvando las distancias, desde nuestro contacto siempre presente con la naturaleza.
Imagino que siempre supo que era Yagán pero ¿cuándo comprendió el significado histórico y cultural que implica?
Nosotros nacimos y sabíamos que pertenecíamos a ese pueblo, nos lo decían. Cuando empecé en la escuela no entendía, porque me decían que no existíamos más. Me contaban la historia desde un punto de vista muy cerrado y eso me impulsó a ser autodidacta, a pasar veinte años de análisis. Cuando mi madre podía ir a lugares como Punta Arena, en Chile, donde había más literatura que hablaba sobre los pueblos, siempre me traía un libro de regalo. Con 12 ó 13 años, la inquietud iba creciendo. Fue un proceso de redescubrirse uno mismo, de entender que el paso del tiempo fue dejando de lado a los pueblos originarios. Tenemos una conquista tangible, en la que se cazó indígenas, literalmente. Y luego estuvo la conquista oral, esa que llevó a que los pueblos empiecen a separarse, que digan: “No quiero ser indio y no quiero ser lo que se dice de ser indio.” Había algo que no podía explicar y que me llamaba a mi origen. Ello me llevó a no tener vergüenza de hurgar y cuando analizaba encontraba sabiduría. Pero sabía que la sociedad fueguina en ese momento, veinte años atrás, no estaba preparada para que alguien dijera: “Yo soy descendiente de Yagán.” Aún no era el momento de hablar, sabía que podía ser perjudicial para nosotros. Entonces, si bien existía un orgullo puertas adentro y hablábamos de las costumbres, afuera no había todavía que decirlo.
¿Qué fue lo que cambió para que dieran ese paso?
La sociedad cambió pero también lo hicieron los integrantes de nuestros grupos, quienes también están presentes en Puerto Williams. Sabíamos que éramos pocos, en la actualidad somos entre 150 y 200, así que dijimos “es ahora o nunca.” Eso nos llevó a tomar el toro por las astas y ver qué se podía hacer con el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) Además, mi mamá ya era reconocida en la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena) en Chile. A muchos de los nuestros se los registró allí, somos un pueblo nómade que navegaba de Puerto Williams a Ushuaia permanentemente. Aunque no se conozca mucho, tenemos el Artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional Argentina que habla del derecho de los pueblos, que el Estado los debe reconocer, tiene la obligación de hacerlo. Pero no se cumple y cuando te presentas, te piden todo tipo de documentación. A nosotros nos impulsó el encontrar a nuestro bisabuelo en literatura de investigadoares del pasado. Había que recuperar esa historia y como investigador familiar me resultó muy impactante. Mi mamá lo conocía como Tomás y al leer al sacerdote y antropólogo Martín Gusinde, ahí estaba él. Ese cura hizo un montón de trabajos de campo y entre los que no se llegaron a publicar encontré el nombre Asenewensis. Así descubrimos su nombre original, no Tomás, y al conocer la lengua supimos que había nacido en un lugar boscoso porque significa “hombre del bosque”. Todo eso te va llamando y atando cabos, estudiando llegamos hasta el día de hoy. Luego, con información que llegó de Chile, descubrí que era el Yekamush, es decir, el Chamán, el hechicero, el hombre sabio. Tuve la posibilidad de leer la ceremonia de duelo más importante que tenían los Yaganes, cuando muere mi bisabuela. Se me caían las lágrimas. Tuvo una vida excepcional. En ese ir descubriendo fuimos entendiendo la importancia que tenía poder formar esa comunidad y brindarle conocimiento a la gente. Por otro lado, entendimos la encrucijada en la que nos encontramos en relación al medio ambiente. La gente cree que nació como vivimos hoy: en la gran ciudad con los rascacielos y que no hay naturaleza. Por eso debíamos llevar nuestros saberes e incorporarlos a los museos, las escuelas. Es lo que necesita el planeta y la gente queda impactada con el mensaje porque es muy sencillo y no hay un libreto, todo viene del conocimiento.
«¿Qué nos deja a nosotros el arqueólogo, el historiador, el artista? Había un chico que había grabado distintos audios de Tierra del Fuego entre las que estaban los cantos de las abuelas del pueblo Yagán, tenía dieciséis premios internacionales», cuenta Vargas,
Tuvo la oportunidad de ir a la Sorbona de París, ¿cuál es la mirada que tienen allí respecto a los pueblos originarios? ¿Hay diferencias en relación a nuestro país?
En la sociedad en general hay mucha ignorancia. Tal vez la gente más vinculada al ambiente tiene más curiosidad, más interés. Nosotros estuvimos diez días en el sur de Francia, en Bayona, donde se hizo un festival en honor a los pueblos originarios de Tierra del Fuego. Todo aquel que trabajaba en relación a los pueblos fue invitado y presentaba su temática. Había un panel donde nosotros interactuábamos y decíamos qué nos había parecido y en qué fallaban. Pero era muy curioso porque nadie había pedido autorización, nosotros no sabíamos nada. Llegamos junto con un hermano Yagán y una hermana Selk’nam, del pueblo del norte. A ella le mostraron un libro con una entrevista que le habían hecho tiempo atrás y nunca le dijeron para qué era. Hubo momentos en los que tenías que pararte e irte porque era una locura lo que hacían. Un chico de Gran Bretaña, desnudo con plumas pegadas al cuerpo y con un slip, haciendo un baile y sonidos en los que buscaba mostrar la colonización de Tierra del Fuego, pero era tan loco el baile que terminaba siendo una falta de respeto. Hay cosas que la gente no entiende, cuando respetas y sos respetado, tenes que saber que nadie entra a la casa de alguien, le saca los cuadros, los audios de la abuela y se lo llevan para mostrar y lucrar en otros lados. Eso forma parte de la privacidad. ¿Qué nos deja a nosotros el arqueólogo, el historiador, el artista? Había un chico que había grabado distintos audios de Tierra del Fuego entre las que estaban los cantos de las abuelas del pueblo Yagán, tenía dieciséis premios internacionales. Está perfecto que vos trabajes con eso pero anda a la casa de las abuelas y fijate cómo están, no les dejaste nada a ellas. Existe un video realizado por franceses en el año 1925 donde está mi bisabuelo. Los derechos los tiene una familia francesa y yo no tengo ningún tipo de derecho. Es muy loco, muy contradictorio.
Ustedes conformaron la Comunidad Paiakoala. ¿Cuáles son los proyectos, ideas y luchas que tienen por delante?
Paiakola significa “gente de la playa”. Mi proyecto ahora es personal porque vi que la burocracia te para, te frena. Es muy difícil tener un proyecto de tierra cuando el INAI me lo puede dar dentro de treinta años o incluso más, cuando ya me esté por ir de este mundo. Si es que me lo da. Cuando obtuvimos la personería comenzamos con el relevamiento territorial, se trata de decir “vengan a ver las tierras que quiero para mi comunidad”. Estamos en 2023 y aun no vinieron, ni si quiera nos conocen cara a cara.
¿Se trató de una cuestión de un título pero las cosas no cambiaron?
Por eso no simpatizo con ningún partido político, trato de que mi corazón me diga “este es más sincero que los otros”. Hoy lo único que quieren es la foto y nosotros, como sociedad en general, somos un número para ellos. Por eso no me ato a nadie y a mis jefes del museo en el que trabajo les digo: “Vos sos político cuatro años pero yo soy Yagán toda la vida”. En el Congreso del Patrimonio Patagónico, una vez me dijeron que nos teníamos que empoderar. Yo ya venía empoderándome por eso soy respetado en mis charlas, todos comprenden que el mensaje está bueno y cuando me decían que me iban a poner un libreto yo contestaba que entonces me iba. Yo respondo a mi sentido común y a eso apelo en mis charlas. Si yo digo que termino de hablar y me voy volando a casa, no me crean porque nadie puede volar. Nos dijeron que íbamos a cruzar la estratósfera y nos van seguir diciendo cosas, hay que estar atentos porque de eso depende el futuro de nuestros hijos. La posibilidad de estar en los dos ámbitos genera una apertura mental y permite decir “esto sí y esto no”. Tenemos que ponernos a la altura del llamado “blanco” y trabajar con las mismas herramientas que tienen ellos. La Constitución Nacional, los artículos que nos amparan, las leyes de derecho a la tierra, hay que conocerlo todo. Esa es la forma de luchar. Y hay que dejar de tener la autoestima cinco metros bajo tierra. Se trata de estar equilibrado, no me subestimes porque vengo de un pueblo subestimado y si lo seguís haciendo, tenés todas para perder.
«Nos queda algo que es fundamental y que se lo hago ver a la gente: venimos de la naturaleza. Es cuestión de ir a un campamento y ver lo distendido que estás y darte cuenta lo apretado que te sentís en el cemento», subraya Vargas.
¿Cuál es el mensaje que da en el museo, qué quiere transmitirle a la gente?
En principio, tengo el pensamiento de que si el “indígena” no iguala al “blanco” nunca va a luchar por sus derechos. Tenemos que igualarlos primero, figurativamente hablando. Lo principal de mi mensaje es que ellos eran y somos seres humanos. Luego de eso los elevo, contando lo hermoso que tenían, todo su contenido, sus costumbres, el trabajo en equipo, la carencia de pertenencia, de sentido de propiedad. La gente queda asombrada y piensa ojalá fuéramos así porque nosotros, hoy en día, queremos todo lo que tienen los demás. Ellos no vivían en ese mundo y hay que darlo a conocer para lograr un 10% de eso. No se trata de volver a sacarnos la ropa, mi anhelo es que todo el mundo tenga en el bolsillo la cuestión del origen de su identidad. Por eso todo lo que es el “baby shower”, el “happy hour”, todo eso lo destruyo en mi charla también. No nos colonizan, nos colonizamos nosotros hoy en día. Saquemos lo que no nos sirve y tomemos ese trabajo en equipo, la cooperación familiar, los nenes cuidando el fuego con los abuelos, la mamá remando. ¿No hay una familia hoy que podría llegar a ser así? Muestro aquello que no se ve, abro ojos que están cerrados o que tienen una anteojera. Yo vine a este mundo a brindar un testimonio, a dar a conocer que los Yaganes estamos vivos, que existe un mensaje natural y que debemos tener una acercamiento con la naturaleza. Siempre doy el ejemplo del castor: si en la mesa que designó la llegada de ese animal a Tierra del Fuego hubiese estado sentado un integrante de los pueblos originarios, o alguien con conocimiento natural, hubiera advertido y explicado por qué no. Hay que dejar en claro que el sistema ecológico funciona a la perfección donde sea, no hay que cambiarlo. Nosotros conocemos, sabemos porque nos hemos criado rodeados de animales, entendemos la naturaleza. En la actualidad, con la artificialidad en la que vivimos hemos perdido mucho.
Por fuera de la comunidad Yagán, ¿qué le queda a la sociedad actual de este pueblo?
Nos queda algo que es fundamental y que se lo hago ver a la gente: venimos de la naturaleza. Es cuestión de ir a un campamento y ver lo distendido que estás y darte cuenta lo apretado que te sentís en el cemento. Es algo que tenemos todos, no se perdió, el humano sigue siendo humano. Cuando vas a tomar mate no elegís la escalera de cemento sino que vas a la placita, buscas pasto, un árbol. La naturaleza nos llama, el origen nos está llamando. Tal vez aquí los ancestros estén más cerca porque está más fresca la huella de aquella conquista, de ese asesinato. Mucha gente tiene esa inquietud al venir acá, hay energía. Quizá sea así. Una vez me preguntaron en un coloquio sobre el cambio climático, si tenía esperanzas de que pueda cambiar la situación. Y sí, si no me quedaría en mi casa haciendo zapping. Todos somos humanos y sé que en el fondo tenemos esa naturaleza. Poder hablarle y llegarle a chicos que tal vez han salido poco a esa naturaleza, llevarles la canoa, la cesta que las pasan de mano en mano y ver que la observan, la olfatean. Y luego observar cómo les queda la lengua Yagan cuando yo les digo: “Apasha” que es hola y “Ala Yala”, hasta pronto. Cuando me encuentran en el supermercado y me dicen “¡Apasha!”. Esa es la semilla que yo se que está. Todos tenemos un origen y los que se dicen “blancos” no tienen idea de dónde salieron en el planeta y cuánta migración genética tienen dentro. ¿Cuál es la idea mía? Que quienes tenemos el origen cerca y lo conocemos perfectamente podamos empujar a los otros. Y si no encontrás tu origen, hacete amigo de los originarios. Esa es mi esperanza y las generaciones que vienen se interesan más, hacen más preguntas y como dicen ellos, ya no se les puede “mandar fruta” y con esa mirada es todo más fácil.
Cuénteme sobre el proceso de escritura de su libro “Mi sangre Yagán”
Mi libro es fruto de todas las inquietudes que tenía, contradicciones que veía. Yo digo que soy un espía, soy un “indígena” infiltrado en el mundo de los “blancos” y por eso puedo dimensionar. Yo tomé la comunión pero después decidí no hacer la confirmación porque me dije: “Ese que está ahí no bajó del cielo, no es un santo en la tierra”. También notaba cómo en todas las religiones se dejaba fuera a la naturaleza. Nosotros creemos que Warauinewa creó al Yagán, al animal, a las plantas y a la geografía en la que vivimos. Eso se llama inclusión, lo otro es la idea del ser humano por encima de todo lo demás. Quiero que se incorpore el cariño por la naturaleza pero sobretodo entender, rápido y bien, que el árbol tiene vida y que no podemos ir con hachas y tirarlo abajo. Cuando estaba en el colegio y me decían que no había más de nosotros, sentía que me mentían y hoy, con toda la inocencia de un niño, no quiero que nos mientan más. Por eso hice este libro y estoy trabajando en el segundo para hablar de nuestra existencia, de todo lo lindo de la vida de nuestro pueblo. Me ha dicho gente que ha pasado por todas los estados mientras lo leía y a mí me pasó eso mientras lo escribía. Es un libro para pensar diferente, para quererse, para entender lo que significaba estar juntos y ver la preocupación respecto a qué será de nuestras vidas, que está siempre presente. Me preguntan cómo logré escribir un libro sobre una época en la que no estaba y yo digo que quizá Assenewesis está en mí, hay más de él en mí de lo que yo creo. Pero además el libro tiene mucho conocimiento natural, yo conozco todo el archipiélago y cómo afecta el humano a la naturaleza. Por eso cuento cómo ellos iban notando que el “blanco” había avanzando por allí y afectaba todo en su camino.
¿Hay diferencias entre Chile y Argentina en relación a la burocracia?
No, es igual en todos lados. En Francia te ponen los carteles en francés y en bretón, hasta ahí llegan. Hay que entender que pueblos originarios hubo en todos lados: en Francia, en Australia, Gran Bretaña. Pero los Estados de todo el planeta utilizan el capitalismo para respirar. Por eso cuando me preguntan por los derechos de los pueblos, por más que yo sea el Intendente de Tierra del Fuego y diga “a partir de ahora no ingresa nada del comercio, vamos a autoabastecernos”, los demás me masacran. Todos los revolucionarios quisieron salir del sistema capitalista y el imperialismo con Estados Unidos arriba y los llamados “países del primer mundo” lo impidieron, están todos unidos. Si alguien quiere hacer algo diferente, le aplastan la cabeza. El revolucionario siempre está mal mirado. Por eso se odia a los Kirchner porque les dijeron basta a los “platudos”, démosle algo a los demás. Sentido común y objetividad. Un hombre que pagó la deuda externa, no deberíamos ni hablar de él. Se trata de pensar cómo estás viviendo hoy y cómo estabas viviendo antes.
¿Cuál es su opinión respecto a los conflictos que hubo en el último tiempo en la Patagonia con los pueblos originarios? Y en especial la manera en la que lo retratan los medios
Volvemos a la Campaña del Desierto, a la historia de la humanidad. Yo te dejo ver a vos lo que me conviene y lo que no, no. Luego hay gente con poder que te arma distintas situaciones. Puedo pagarles a diez personas para que armen la escena del crimen y te hago ver como culpable. Esto es así. La hegemonía del poder hace que el mensaje sea más fuerte y mucho más disperso. En Chile, una vez había un experto en guerrilla que analizaba un galpón que supuestamente habían quemado los mapuches con pasamontaña y decía: “Esos movimientos que tienen, son de profesionales.” Los reconocía. A veces doy ejemplos en mi charla y digo: “Si ustedes se ponen un pasamontañas, van a romper un vidrio y luego dicen que fue Víctor reclamando por los derechos de los Yaganes, entonces cualquiera puede ser Víctor. Cuidado.” Todo armado. Pero es fácil para el presidente de Chile, o cualquier persona de poder, mandar gente a hacer desmanes y luego decir “los mapuches”. Lo mismo sucede en Argentina. Por eso, el sentido común es el que desbarata todas esas cuestiones, lo que puede llegar a ser y lo que no.
Al principio comentaba que tiene un proyecto personal pero ¿qué deseo o intención tiene para su pueblo?
Yo tengo un proyecto en comunidad que lo veo verde por eso prefiero seguir con el propio de divulgar en donde sea. Tengo contactos y la posibilidad de dar entrevistas permanentes para que se sepa que existimos, que estamos en Ushuaia, en Puerto Williams. Pero, además, tengo un proyecto de tener un lugar específico donde construir un sector ancestral y un sector de granja sustentable y mezclarlo con turismo. Un emprendimiento en el que los mismos Yaganes guíen, muestren, enseñen la naturaleza y te permitan volver a ella. Hacer un museo que enseñe quiénes somos nosotros. Está diseñado como un sueño de vida pero con el tiempo lo estuve descartando. Tal vez mañana asume otro presidente y decreta que nos den las tierras y se convierte en realidad. También necesitamos ese espacio para sepultar a los paisanos que, de lo contrario, van a parar a tierra común. Ojalá la vida me dé la oportunidad de ver eso. También hay muchos Yaganes y miembros de pueblos originarios con necesidades, no todos tienen la posibilidad de trabajar en un museo y tener un sueldo por mes. Entonces equilibrar la balanza y saber que el que no quiere hablar o hacer artesanías, no tiene que hacerlo pero puede manejar una combi, llevar gente al recorrido, cobrar los tickets. Hay un montón de salidas laborales pero lo ideal es que sean todos Yaganes los que trabajen ahí.
Después, el sueño familiar que llevo adelante y que involucra a mis hijos, un par de hermanos y que tiene que ver con la artesanía. Pero ojalá se logre el otro sueño, que es como vivíamos nosotros e incluye a toda la comunidad.
Patagonia sin salmoneras, Delight Lab / Patagonia sin salmoneras, Delight Lab
El grupo Delight Lab, que proyectaba frases con luz en la Torre Telefónica en Santiago durante el estallido social, realizó una intervención lumínica en Puerto Natales llamando a prohibir la salmonicultura en la Patagonia Chilena, como se hizo en Argentina.
La noche del Domingo 19 de febrero, en el cerro Dorotea de Puerto Natales en la región de Magallanes, se proyectó un mensaje lumínico que decía: “Patagonia chilena libre de salmoneras. (Argentina ya lo hizo)”.
La intervención fue realizada por el grupo Delight Lab, que se hizo famoso por su activismo lumínico proyectando frases en la Torre Telefónica durante las protestas por el estallido social en Santiago.
La segunda parte de la frase refiere a la histórica ley en vigencia en Argentina desde el 2021, que prohíbe la cría de salmones en la Patagonia. Organizaciones territoriales de Magallanes que han trabajado por años en la campaña por una Patagonia sin salmoneras agradecieron la intervención y difusión de su mensaje.
Se trata de una más de las intervenciones que realizarán los integrantes del estudio audiovisual en su gira por el sur de Chile, donde participarán de conversatorios y realizarán otras proyecciones, anunciando las locaciones en sus redes sociales.
Las intervenciones de Delight Lab durante el estallido fueron las que le dieron notoriedad masiva, pero los diseñadores del estudio no eran ajenos al activismo social y ambiental. Han realizado al menos desde el 2019 notorias intervenciones como la proyección de la frase “zona de sacrificio” sobre el humo de una de las empresas termoeléctricas de la bahía de Quintero, o la de la cara de Camilo Catrillanca en la fachada del Congreso en Valparaíso.
Más allá de su activismo, el estudio Delight Lab tiene 10 años de trayectoria con trabajos como el mapping en fachadas de edificios patrimoniales, escenografías para obras de teatro, muestras en museos y otras instalaciones en Chile y en el extranjero.