Según registros de la Corporación Nacional Indígena (Conadi) a nivel nacional, se han constituido a la fecha 3.213 comunidades y 1.843 asociaciones indígenas. La Ley Lafkenche vino a responder un vacío respecto a los pueblos originarios costeros en cuanto a su acceso a los recursos y la protección de sus usos consuetudinarios. De esta forma, distintos Pueblos Originarios podrán acceder a esta nueva figura, según sus ocupamientos ancestrales. El pueblo Mapuche, entre la octava y décima primera región, el pueblo Chango y diaguita por el norte. En cuanto al pueblo Kawésqar, la extensión se aplica desde el Golfo de Penas hasta el estrecho de Magallanes.
A diferencia de otros pueblos, los kawésqar y Yagan nos caracterizamos por ser grupos canoeros y nómades. La navegación se realizaba en canoas, al centro el fuego estaba encendido, se navega para subsistencia, todos y cada uno de los fiordos, canales e islas fueron recorridos por nuestros Taiwaselok hoyok (ancestros). Dichas formas ancestrales, el mundo y sus leyes modernas, se han vuelto ilegales e impracticables.
El viaje por el Kawésqar waes servía también para la enseñanza vía transmisión oral, de los adultos a los niños, señalándoles los nombres de los distintos lugares, la flora y la fauna, las técnicas de navegación, de caza, pesca y recolección. El territorio que recorrían comprendía dos grandes sectores, divididos de este a oeste: jáutok y málte, que eran ocupados según la caza pesca y recolección estacional. Jáutok es el nombre que dieron al área de los canales interiores, donde las aguas son más tranquilas; mientras que Málte era el nombre que recibía la costa exterior que da al Pacífico y al estrecho hoy de Magallanes.
Dicho esto, considerando el vasto territorio por el que se trasladaban nuestros ancestros y en el que nos trasladamos hoy, sobre el cual podemos reclamar legítimamente, amparados por la ley, usos y resguardo del mar, sería un error considerarlo excluyente de actividades como la pesca artesanal. Los kawésqar antiguos tenían una dieta principalmente basada en productos del mar, consumiendo carne de mamíferos marinos y terrestres peces y mariscos, complementándola con frutos, plantas y hongos silvestres.
La ley Lafkenche busca armonizar y compatibilizar los usos consuetudinarios del borde costero con otras actividades desarrolladas en las mismas áreas. En relación con la cosmovisión de los antiguos, actividades como la navegación, buceo, pesca, o en la actualidad la cinematografía, turismo e investigación, son compatibles con el maritorio. El objetivo finalmente es velar por la protección de los ecosistemas y mientras éstas actividades no turben el equilibrio natural de las aguas, aquello no serían impedimento alguno.
Esta visión del maritorio es frecuentemente tergiversada a través de discursos de desinformación que buscan enemistar a los pueblos Indígenas con otros rubros, con el fin de desinformar sobre las solicitudes de los Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO), a fin de que sean rechazadas por las autoridades del Estado chileno. Ya se ha comentado en columnas anteriores el intenso lobby que existe detrás de las decisiones que se toman, distando mucho de estándares mínimos de transparencia y, muy por el contrario, estigmatizando y promoviendo discursos racistas y de odio en contra de los pueblos indígenas del territorio.
Los kawésqar no pedimos exclusividad, ni tampoco seremos propietarios de nada, sino el derecho a existir en nuestro maritorio sin tildarnos de obstáculos para el desarrollo. La Ley Lafkenche debiese ser vista como un puente, no una barrera, entre el de nuestros ancestros que navegaron por las aguas y el de un país que debe aprender a convivir sin borrar su memoria. Frente al lobby y la desinformación, solo queda seguir navegando con la verdad por delante, hasta que se haga material el derecho que nos asiste.
Comunidad Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar
Son espacios marinos delimitados, cuya administración es entregada a comunidades indígenas o asociaciones de ellas que han ejercido el uso consuetudinario de dicho espacio constatado por CONADI.
Pueden solicitar estos espacios aquellas comunidades indígenas inscritas en el registro de CONADI.
La delimitación necesaria está determinada por la superficie que asegure el ejercicio del uso tradicionalmente realizado. Dicho espacio costero será entregado en destinación por la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, quien suscribirá un convenio de uso con la asociación de comunidades o comunidad asignataria una vez que la comisión intersectorial apruebe el plan de administración que presente la comunidad o asociación de comunidades.
El uso y administración del ECMPO estará a cargo de la asociación o comunidad a la cual se le aprobó el plan de administración. En dicho plan se detallan las actividades a realizar, los usuarios y los demás requisitos que establece el reglamento. La duración de la administración de un espacio costero es de carácter indefinida, a menos que se efectúen incumplimiento o infracciones.
Se entiende por derecho consuetudinario aquellas prácticas o conductas realizadas por las comunidades de manera habitual y que forman parte de su cultura, tales como religiosas, económicas, recreativas, entre otras.
La presidente de la Comisión 3 del parlamento provincial, legisladora Laura Colazo, encabezó un encuentro con las comunidades de pueblos originarios donde se trató la iniciativa de la propia integrante del Partido Verde para incluirlas en la toma de decisiones en el seno de la Comisión Consultiva de Bosques Nativos (CCBN). “Tenemos la oportunidad de reconocer y visibilizar a los pueblos originarios de nuestra Provincia, que vivieron y aún viven en estas tierras, y proponer una reparación histórica”, afirmó. También se refirió a la necesidad de ampliar la matriz energética en la provincia para sostener un proceso productivo viable.
Río Grande.- La legisladora María Laura Colazo (Partido Verde) participó el pasado jueves de una nueva reunión de la Comisión de Recursos Naturales Nº 3, la cual preside, oportunidad en que se trató una iniciativa de su autoría que giró bajo el “Asunto Nº 109/24”, con el objetivo de impulsar la participación permanente de representantes de pueblos indígenas en la Comisión Consultiva de Bosques Nativos (CCBN).
En este sentido, la parlamentaria valoró que en el encuentro estuvieron presentes miembros de las comunidades: Rafaela Ishton y Paiakoala. “Tenemos la oportunidad de reconocer y visibilizar a los pueblos originarios de nuestra Provincia, que vivieron y aún viven en estas tierras, y proponer una reparación histórica”, afirmó Colazo.
La Parlamentaria, sostuvo además que es de suma trascendencia que la voz de los pueblos Selk’nam y Yagán que formen parte de la CCBN, y que posean su espacio en ese órgano consultivo. “Por eso, los invitamos, queríamos contar con su aval”.
Asimismo agregó que de esta forma se los “hace parte” de los procesos de discusión y del ordenamiento territorial. El pueblo Selk’nam es el único pueblo indígena que cuenta con su título de propiedad comunitaria”, especificó.
Cabe destacar que la iniciativa incorpora modificaciones en la Ley provincial Nº 869. Se suma el inciso “q” al artículo catorce de la mencionada norma, que señala la incorporación de un representante por cada comunidad indígena originaria de la Provincia con personería jurídica registrada a nivel nacional.
Por su parte, Eleonora Anderson Varela de la comunidad Rafaela Ishton, agradeció el espacio: “Estamos muy contentos de contar con un lugar en el CCBN, es un hecho histórico para nosotros. La comunidad posee alrededor de treinta y seis mil hectáreas, y el ochenta por ciento es bosque”, contó.
Otro de los integrantes de la comunidad, Alexis González Palma les dijo que “es muy importante para nosotros porque nos devuelven la dignidad y la oportunidad de atender cuestiones que nos compete como pueblo originario de estas tierras”, opinó.
Hay que señalar que también participaron en la reunión de la Comisión, en representación de la comunidad Paiakoala, Tarcisio Vargas y Damián Nenes Vargas del pueblo Yagán.
“Hoy se está empezando a respetar a los pueblos originarios. Cuidar los bosques es bueno no solo para las comunidades, sino para toda la población. Estamos en peligro de perder el canelo, y debemos cuidarlo entre todos”, reflexionó Vargas, referente Yagán.
Estuvieron presentes los legisladores Raúl Von Der Thusen y Jorge Lechman (SF), Juan Carlos Pino (PJ), Federico Greve y Federico Sciurano (FORJA), y la legisladora Gisela Dos Santos (SF).
Dos millones de dólares para Bosques Nativos
Cabe recordar que la legisladora María Laura Colazo participó del segundo encuentro anual de la Comisión Consultiva de Bosques Nativos de la cual también integra y que se realizó en la Secretaría de Turismo de Tolhuin a principios de agosto.
Allí se analizaron los ejes de trabajo que se seguirán, tras conocerse el arribo del programa “Fondo Verde del Clima”, que se ejecutará a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y que surge de una iniciativa que llevó adelante el Gobierno nacional y la Provincia llamado Reducción de Emisiones por Deforestaciones y Degradación de los Bosques, (REDD).
El programa arriba a Tierra del Fuego, con un componente que se destinará al trabajo de conservación de bosques con las comunidades originarias, específicamente al Plan Integral Comunitario con la comunidad Selk’nam Rafaela Ishton; también al desarrollo productivo de la Cuenca Forestal de Tolhuin y además el otro componente, será utilizado en la prevención de incendios forestales de interfase en Ushuaia. Es dable indicar que, de acuerdo al programa de prevención de incendios de interfase urbano forestal, se entiende como ‘aquel que se desarrolla en áreas de transición entre zonas urbanas y rurales o forestales, donde las estructuras edilicias se entremezclan con la vegetación’.
Aproximadamente dos millones de dólares están afectados para la provincia de Tierra del Fuego “y el proyecto en general, lo que mencionaba el ingeniero Francisco Jofré, que es el representante de FAO que estuvo en la provincia, es alrededor de 85 millones de dólares para todo el país en este programa de RedMás, que es un programa específico que tiene que ver también con el cambio climático”.
Estuvieron presentes en la reunión miembros del equipo de la Dirección Nacional de Bosques y de FAO para el proyecto Pago por Resultados, además de funcionarios del Gobierno provincial y representantes de instituciones que conforman el CCBN.
Hay que mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura o más conocida como FAO, es un organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre
La organización ejecuta diversos proyectos implementados a lo largo y a lo ancho del país. Desempeña un papel fundamental en el avance de la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de la agricultura familiar, la transformación de los sistemas agroalimentarios y desarrollo sostenible.
“Muchas familias viven del sector forestal”
En diálogo con ‘La Mañana de Tecno’ que se emite por Radio Universidad 93.5 MHz, la parlamentaria del Partido Verde recordó que la comisión consultiva de bosques, “se da en el marco de la Ley Provincial 869, que es un espacio donde está formado por diversos actores que tenemos una vinculación con todo lo que es el aprovechamiento de todo el sector forestal, que está habilitado en nuestra provincia. Así que por representación de la Legislatura me toca participar en ese espacio”.
Laura Colazo explicó que “los integrantes de la FAO, que es un organismo internacional que está dentro del marco de Naciones Unidas, que tienen programas específicos de fondos que sirven para poder gestionar diversos proyectos en nuestro país. Y en este proyecto, que realmente es muy importante, que se trabaja en 23 provincias, en nuestra provincia se trabaja en estos tres puntos que fueron los que tratamos en la comisión para darle el visto bueno a todos los miembros, que se avance en eso, en poder acompañar los planes de integración comunitarios que está trabajando muy bien la Dirección General de Bosques con el pueblo Selk’nam que tiene sus autoridades conformadas hace muy poquito, que han hecho elecciones, y la verdad que tienen proyectos muy interesantes para poder hacer en nuestra provincia, sobre todo en su propiedad comunitaria, que son 35.000 hectáreas que ellos tienen en la zona de Tolhuín, y que nos parece muy importante que se pueda hacer un aprovechamiento sustentable, y la verdad que a nosotros nos parece también importante acompañarlos porque también se necesitan recursos para implementar estos proyectos”.
“Nos parece muy interesante acompañar, todo esto lleva pasos; se va a hacer un trabajo de asesoramiento técnico a través de organismos como el CIEFAP (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico), que es un organismo que trabaja también en nuestra provincia hace muchos años, el que va a dar todo el asesoramiento técnico y también me parece importante que está presente el intendente de Tolhuin (Daniel Harrington) en el espacio porque tiene que ver con motorizar el desarrollo productivo de este sector para que siga generando fuentes de trabajo como lo hace hoy en la ciudad de Tolhuin”.
En este aspecto la legisladora Laura Colazo observó que “muchas familias viven a partir del trabajo en el sector forestal y me parece importante agregarle valor, poder generar capacitación, poder hacer un uso sustentable de nuestros recursos y en todo el lado la cadena productiva, no solamente en la madera virgen sino también en el aprovechamiento de los residuos forestales”.
Entendió que “ahí hay una gran oportunidad de generar más emprendimientos productivos y de generar más trabajo cuidando el ambiente porque estamos hablando de los residuos forestales que en algunos casos se queman y eso podría generarse un producto, una materia prima para poder generar nuevos productos que puedan estar dentro del paradigma de la economía circular, de poder recuperarlos y volver a insertarlos en el sector productivo”.
“Matriz productiva y matriz energética van de la mano”
La parlamentaria del Partido Verde entendió que “tenemos que apuntar hacia la economía que nos brinda el sector forestal; no es algo lineal de que se genera un producto, el residuo va al relleno sanitario sino de poder tomar a ese residuo como un recurso y que ingrese de vuelta como materia prima para poder generar nuevos productos que sean competitivos en el mercado y que generen trabajo”.
Consultada sobre la carencia energética que tiene Tolhuin para sostener un proceso industrial, la entrevistada recordó que “nosotros votamos a fines del 2022 una autorización para que la provincia pueda acceder a un crédito que estaba dado por la CAF, la Confederación Andina de Fomento y por otros fondos que iban a poder llegar a la provincia. Ya en el 2022 veíamos la necesidad de inversión en toda la ampliación de la matriz energética de Tierra del Fuego. Eso tuvo hace poquitos días novedades de que se está logrando la autorización por parte del Gobierno nacional para poder avanzar en esa toma de crédito, para poder invertir en equipamiento. Creo que es fundamental para el desarrollo y, sobre todo, también pensando en la transición energética que tiene que dar nuestra provincia. Hoy por hoy nosotros nos abastecemos del gas. El gas es un combustible de transición. Entonces, todos los recursos que se generen a partir de las regalías, a partir de ser una de las primeras provincias productoras de gas en la Argentina poder usar esos recursos que se generan por regalías para poder desarrollar una nueva matriz energética que tenga en gran parte un abastecimiento por parte de energías renovables. Y un poco a eso apunta el proyecto este de financiamiento que nosotros aprobamos en el 2022 en la Legislatura y que ahora está avanzando con la autorización de Nación”.
“Es un tema central, si queremos hablar de ampliación de la matriz productiva, tiene que ir de la mano con una ampliación de la matriz energética de la provincia”, sentenció finalmente.
Tras la muerte de Cristina Calderón, conocida como la última hablante de este idioma en todo el mundo, se pensó que esta lengua originaria también desaparecería. Pero aún hay esfuerzos para mantenerlo con vida. Esta es su historia.
En 2009, Cristina Calderón fue reconocida como Tesoro Humano Vivo por la UNESCO por ser la última hablante nativa de la lengua yagán. En su comunidad la llamaban abuela Cristina, y el solitario relato de su idioma dio la vuelta al mundo.
Aprendió a hablar esta lengua índigena gracias a sus padres y abuelos, mientras los veía trabajar en la pesca y otras actividades ancestrales de la cultura yagán o yámana. Este pueblo nómade, que ha habitado en el extremo austral del continente desde hace más de 7000 años de acuerdo a registros antropológicos, entró en contacto con los barcos mercantes que pasaban por la ruta de Cabo de Hornos en las primeras décadas del siglo XIX.
Población yámana fotografiada por Henry Poirier. Fuente: Archivo Biblioteca Nacional.
Al igual que sus pueblos vecinos, los kawéskar y los selk’nam, se enfrentaron a misiones de colonización y su población se vio drásticamente reducida por las enfermedades contraídas de los visitantes extranjeros. Los yaganes estuvieron al borde de la extinción, hasta que algunos descendientes se asentaron en la Isla Navarino, región de Magallanes, donde la mayoría de la población se encuentra hasta hoy. Sin embargo, y como pasó en otros casos de pueblos originarios, tuvieron que adaptarse al español y a la vida en sociedad.
En toda la isla, sólo la familia de Cristina mantuvo el idioma yagán como primer idioma, y tras el fallecimiento de sus dos hermanas, Cristina ya no tuvo con quien hablar su idioma nativo. Se esforzó en enseñarle a otros descendientes de yaganes, pero nadie consiguió la fluidez necesaria para entablar una conversación con ella. Ni siquiera sus hijos y nietos, quienes debieron adoptar el español como nativo.
Cristina Calderón en su hogar, fotografiada en 2019. Foto: REUTERS/Jorge Vega.
Aún así, se dedicó a preservar el idioma de sus ancestros hasta sus últimos días. La ‘abuela Cristina’ se convirtió en narradora de cuentos e historias de sus antepasados, y en profesora de todas las personas que quisieran aprender el yagán. Tras su muerte, el 16 de febrero de 2022, muchos pensaron que el yagán también iba a desaparecer. Pero al día de hoy aún existen esfuerzos por mantener el idioma con vida.
¿Qué pasó con la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa?
Una de las primeras personas en registrar y estudiar la lengua yagán fue una de las nietas de Cristina Calderón. Cristina Zárraga, nacida en la ciudad de Concepción, se convirtió en una ikamanakipa(escritora, mujer que escribe) y una nueva guardiana del yagán.
Con la colaboración del lingüista Oliver Vogel, publicó en 2010 un diccionario yagán que hoy es utilizado en algunas escuelas locales para enseñar el idioma a las nuevas generaciones. Según el Ministerio de Educación, en los establecimientos en donde hay al menos un 20% de estudiantes de una cultura originaria es deber que exista una asignatura de su lengua, en este caso el yagán.
Yágankuta, diccionario yagán hecho por Cristina Zárraga. En la imagen, palabras e ilustraciones para identificar día y noche. Fuente: Biblioteca Pública Digital.
Este diccionario no sólo incluye algunas palabras básicas y su significado, sino también actividades de lectura e instrucciones para pronunciar algunos de los sonidos característicos del idioma.
Además, Zárraga ha escrito tres libros tanto sobre su abuela Cristina como de las leyendas y costumbres que ella y otros descendientes yaganes le transmitieron. Muchos de estos han sido adaptaciones y traducciones de registros de audios de Calderón, que también son estudiados por lingüistas nacionales e internacionales.
Estos registros auditivos han permitido realizar un proceso de formalización de la gramática y la fonética, para que pase a ocuparse masivamente dentro de la comunidad. De acuerdo a Elisa Loncón, doctora en lingüística de la Universidad de Santiago, señala que “mientras existan registros las lenguas pueden reactivarse. Las comunidades siempre buscarán hablar su idioma”.
Por su parte, el Museo Territorial Yagan Usi en la ciudad de Puerto Williams es uno de los pocos lugares donde se pueden visitar, ver y escuchar algunos registros de la cultura yagán. El “museo más austral del mundo” fue reinagurado en enero de 2024, y se enfoca en mantener un espacio patrimonial que pueda ser visitado tanto por la comunidad local como por turistas.
Este último cuenta con módulos interactivos y mediadores que difunden información sobre este pueblo.En la visión de Alberto Serrano, director del establecimiento, mantener el idioma yagán es fundamental para preservar la identidad del territorio. Aunque la ciudad de Puerto Williams es relativamente nueva, comenta, “los yámanas son un pueblo vivo que está acá hace más de siete mil años. Proteger esta lengua, que cada vez tiene menos hablantes, es muy importante para esta zona”.
Lenguas indígenas en extinción: El yagán tras la muerte de su última hablante nativa
De acuerdo a la UNESCO, existen más de 6000 idiomas distintos en todo el mundo, y el 40% tiene un alto riesgo de desaparecer. Se trata principalmente de lenguas como el yagán, que son habladas por comunidades que se han enfrentado a la colonización o desplazamiento. Por ello, cada 21 de febrero esta entidad conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna.
Niños yaganes en una misión evangelizadora. Foto: Archivo Biblioteca Nacional.
Según Loncón, el objetivo de esta conmemoración es “crear conciencia del valor de la diversidad lingüística, porque las lenguas son instrumento para comunicar culturas, visiones de mundos, conocimientos, saberes.La humanidad se empobrece con la pérdida de las lenguas maternas”.
En el mismo sentido, la lingüista Sabina Canales de la Universidad Alberto Hurtado explica que “un idioma no es solo un sistema de palabras y significados, sino que está cargado de identidad. Tenemos una diversidad de lenguas porque tenemos una diversidad de culturas”.
En Chile existen diez pueblos indígenas que aún tienen vigencia en la actualidad. Cerca de un 84% de las personas descendientes de culturas originarias en el país pertenecen a la cultura mapuche, seguido por los aymaras y los diaguitas, de acuerdo a IWGIA. Loncón comenta que menos del 10% de ellos habla su idioma originario como primera lengua, y que esto es un problema para preservar la cultura.
Canales cuenta que la importancia de los idiomas para los pueblos originarios se puede ver en casos como los del pueblo Chango, del que no existen vestigios de su idioma y por lo tanto “se piensa que no existieron”, por lo que se puede hablar de una carencia de esta identidad en el patrimonio cultural de Chile.
A su vez, la lingüista hace énfasis en la importancia de ver el español usado en Chile como la lengua materna de la mayoría de personas en el territorio nacional. Este “español chileno” se ha nutrido de palabras provientes de las culturas originarias, y junto a otras variaciones como la aspiración de algunas letras o entonaciones según la zona del país, “son parte de la diversidad lingüística que se debe respetar”.
“No soy la única ni la última”: la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa
En 2016, Cristina Zárraga presentó su libro “Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán”. En la presentación ante la comunidad en el Museo Yagán Usi, la escritora contó que su abuela le dijo que no era la única ni la última yagán del mundo, como erróneamente fue catalogada a nivel nacional e internacional.
El director del Museo Yagán Usi comenta que este pueblo ha sido denominado extinto injustamente, ya que las comunidades locales aún siguen en vigencia. Los descendientes de la cultura Yagán viven principalmente en Bahía Mejillones, en Puerto Williams, y además de enseñar y aprender su idioma ancestral, mantienen tradiciones como la cestería hecha con fibra vegetal.
Serrano resalta la importancia de las educadoras que ocupan materiales didácticos en yagán en los establecimientos educacionales locales y mantienen vivo el relato de Cristina Calderón. Además, comenta que el yagán también vive en algunas expresiones de la región de Magallanes, y en palabras como“mamihlapinatapei”, conocida como “una de las palabras más hermosas e imposibles de traducir del mundo”. Esta hace referencia a la mirada entre dos personas que desean iniciar algo, pero que no se atreven a dar el primer paso para comenzar.
En el mismo sentido, según Loncón, lo importante a tener en cuenta es que mientras exista esta comunidad existirá su idioma. La académica Usach hace énfasis en que “las lenguas no viven en el vacío, le pertenecen a las comunidades. Y los esfuerzos colectivos son fundamentales para que esta lengua perviva“.
El Museo Antropológico Martin Gusinde de Puerto Williams inicia una nueva etapa con un renovado guión y un nuevo nombre: a contar de hoy se llama Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, y su museografía se centra en esta cultura ancestral y en tender puentes entre la visión del pasado y la comunidad viva.
Una nueva visión museal y de trabajo comunitario fue el sello que marcó la reinauguración en Puerto Williams del museo más austral del mundo, con un nuevo nombre y una renovada exposición permanente. A contar de hoy, el espacio conocido originalmente como Museo Antropológico Martin Gusinde, se llamará Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, denominación que se condice con la nueva muestra, centrada en la cultura de este pueblo ancestral que habita desde hace 7 mil años el extremo austral de Chile y Argentina.
La ceremonia estuvo encabezada por la delegada presidencial de Puerto Williams, María Luisa Muñoz; la subsecretaria del Patrimonio Carolina Pérez Dattari; la directora nacional del Servicio del Patrimonio Cultural (Serpat) Nélida Pozo Kudo; el alcalde de Cabo de Hornos Patricio Fernández, y familias de la Comunidad Indígena Yagan de Bahía Mejillones, con su representante Luis Gómez Zarraga.
El director del museo, Alberto Serrano, destacó que esta tranformación releva la dimensión territorial, al igual que la figura de Martín González Calderón, cultor de la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones en Villa Ukika y referente del arte de la navegación ancestral canoera y de la cultura tradicional Yagan. González Calderón realizó diversos esfuerzos e iniciativas orientadas a difundir su sabiduría ancestral y colaboró estrechamente con el museo. Producto de la pandemia de Covid-19 falleció el 18 de octubre de 2020, tal como muchos de sus ancestros, víctima de las enfermedades introducidas.
La subsecretaría Carolina Pérez destacó que “estamos muy contentas por poder ser parte de este hito, que permitirá reconocer a la comunidad Yagán y en el que se reabre un espacio patrimonial a la ciudadanía. Esperamos que el proyecto museográfico que se trabajó durante dos años por el equipo de la Subdirección Nacional de Museos, y que incorpora un guión con una mirada territorial, se convierta en un espacio de encuentro para los vecinos y vecinas de la región”.
Por su parte, la directora nacional del Serpat, Nélida Pozo, destacó que “este espacio está impregnado ahora de una visión surgida desde este mismo territorio, de la mano de la comunidad Yagan de Bahía Mejillones, en plena conciencia y certeza de que estamos ante una cultura ancestral viva, que se piensa, se proyecta y revitaliza y, al mismo tiempo, que nos habla de una nueva manera de pensar los museos como instituciones accesibles e inclusivas, que fomentan la diversidad y la sostenibilidad con la participación de las comunidades”.
Visión territorial y cultural de la nueva muestra
La propuesta de renovación museográfica involucró un largo proceso de diálogo e investigación con las comunidades residentes y con la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones, a fin de preservar la memoria local y todos los elementos que histórica y contemporáneamente la componen. De hecho, fue la propia comunidad la que solicitó el cambio de nombre del espacio.
El nuevo guion museográfico tiene por protagonista al pueblo Yagán, y da cuenta de los modos de vida y los procesos históricos, sociales y culturales experimentados por la comunidad, siendo también relevado el acervo cultural del archipiélago, y el objetivo de contribuir en los procesos de revitalización de la comunida, al igual que el fomento de instancias de reflexión y diálogo en torno a los procesos de colonización que la cultura occidental y el Estado chileno en el extremo sur del país.
La nueva narrativa crea constantemente puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo para conectar las tradiciones con las nuevas generaciones. Asimismo, durante todo el relato, utiliza palabras yagankuta para revitalizar la lengua y el patrimonio inmaterial. Incluso incorpora la perspectiva de género dando visibilidad a las barreras que la comunidad indígena y las kipayamalim han enfrentado.
En el primer piso se despliega un recorrido por el Yagan Usi (Territorio yagán) donde las colecciones arqueológicas y etnográficas abordan el poblamiento del Archipiélago de Cabo de Hornos, situado en el Holoceno Medio hace aproximadamente 6.500 años AP. Las características del territorio dialogan con la existencia humana a través de los vestigios arqueológicos, la navegación, la caza, la cestería, la artesanía, la ritualidad y la vigencia del yagankuta, una lengua que se niega a desaparecer.
Entre los diversos objetos, la museografía destaca la restitución de 29 objetos de la colección Martin Gusinde provenientes del Museo Nacional de Historia Natural y 32 piezas de cestería yagán como canastos, sogas y redes de pesca elaboradas en junco por Cristina Calderón Harbán, Julia González Calderón, Claudia González Vidal, Marta Balfor Clemente, entre muchas otras mujeres y artesanas que cultivaron esta técnica ancestral. La cestería, elemento de la cultura material e inmaterial, refleja una importante conexión con los saberes de la naturaleza, el clima, la recolección de materias primas y los puntos del tejido que han sido transmitidos durante generaciones.
El público visitante además de ver los objetos, podrá observar una infografía que expone los tipos de canastos y las técnicas de factura, escuchar una grabación audiovisual y aprender las palabras del yagankuta que refuerzan la memoria colectiva.
En el segundo piso continua el relato con Poluaóala Shanatara (Llegan los extranjeros) cuyas colecciones de carácter histórico presentan las transformaciones y vicisitudes que se vivieron en la zona desde el siglo XVI hasta el presente. Los procesos de inmigración de las expediciones europeas, norteamericanas y el poblamiento impulsado por el estado argentino y chileno plantean un contexto de encuentros, conflictos y consecuencias para la cultura indígena local. En esta sala, además de comprender los procesos del contacto (descubrimiento, exploración y colonización) también es posible acercarse a la biodiversidad magallánica con la presentación de más de 30 especies de taxidermia que ilustran la fauna y el paisaje más austral de Chile.
Destacan también las características tecnológicas y de diseño de la muestra, que cuenta con plataformas interactivas, cápsulas audiovisuales y cápsulas auditivas.
Científicas del CONICET estudian los objetos de los yaganes
Yaganes o Yámanas, Selk’nam u Onas, Kawésqar o Alakaluf son los nombres que se daban a sí mismos y que les dieron los exploradores a los pueblos que habitaban el archipiélago fueguino al momento del contacto con los europeos a partir del siglo XVI. Las fotos de estas personas, sus rostros, cuerpos y gestos, retratan un momento dado y, a su vez, inmovilizan miles de años de historia en ese instante. “La profundidad histórica de los pueblos originarios de Tierra del Fuego es difícil de rastrear, pero no imposible. La colonización intentó borrar la memoria oral, y tampoco quedaron testimonios escritos por los propios originarios, ni pintados en cuevas, ni grandes construcciones”, señala la arqueóloga del CONICET María Paz Martinoli. Sin embargo, señala la científica, a partir del trabajo arqueológico de las y los científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) sostenido por décadas, se ha logrado recuperar artefactos y restos que posibilitan reconstruir esa historia como un enorme rompecabezas enterrado en distintos lugares de la isla.
“Sabemos, por ejemplo, que el poblamiento de la costa sur comenzó unos ocho mil años antes del presente. Allí encontramos sólo los restos de las herramientas de piedra que los cazadores-recolectores realizaban para llevar a cabo sus actividades cotidianas, y algunas marcas que dejaron sus fogones, como huesos de animales que les sirvieron de alimento o de materia prima. Mil años después comenzaron a aparecer en esta zona los concheros, grandes acumulaciones que se forman a partir del desecho de los restos de valvas que comían, pero que también usaban para la confección de herramientas y adornos. Ese material orgánico nos permitió conocer detalles del modo de vida de estos pobladores originarios”, relata Martinoli, especializada en el estudio de restos de mamíferos marinos en sitios arqueológicos, que con su trabajo persigue entender el aprovechamiento de estos animales por parte de los grupos originarios.
La investigadora detalla que esas comunidades usaban los huesos de los animales -ballenas, lobos marinos, guanacos, aves- para confeccionar utensilios y herramientas, como arpones, cuñas para separar las cortezas y hacer las canoas o punzones. Pero además eran usados para hacer adornos personales y objetos de decoración, especialmente entre los 6400 y los 4400 años antes del presente. “Con las piedras tampoco se quedaban atrás: hacían raspadores con los que preparaban los cueros, raederas que les servían para el corte y preparación de distintos materiales, distintos tipos de puntas de armas con las que cazaban, e incluso hace alrededor de 1500 años antes del presente empezaron a aparecer las puntas de flecha”, precisa Martinoli.
Tal como explica la especialista, esos modos de vida y de relacionarse con la naturaleza se interrumpieron a partir de la conquista y la colonización europea y criolla de Tierra del Fuego, que se dio desde la segunda mitad del siglo XIX en adelante y, a diferencia de otros lugares del país, se mantuvo en manos de misioneros religiosos y estancieros, con escasa presencia estatal. El establecimiento de misioneros anglicanos en la bahía de Ushuaia y las misiones salesianas al norte de la isla tuvieron como denominador la interrupción de la vida nómade de éstos pueblos, la separación de las familias, el hacinamiento, la enseñanza de los respectivos evangelios e idiomas de origen (inglés o español), y las epidemias de tuberculosis y otras enfermedades externas a la región, que llevaron a un trágico descenso de las poblaciones nativas.
El estudio de numerosos textos de viajeros, misioneros y etnógrafos, junto a fotografías de la época sobre el pueblo Yagan, permitió a las y los científicos del CONICET observar que algunas prácticas orientadas a la subsistencia resistieron al proceso de transculturación occidental: desde las canoas, los hombres usaban los arpones para la captura de lobos marinos y las mujeres remaban sentadas para perseguir a las presas entre el oleaje con gran habilidad. Así lo explica Ana Butto, arqueóloga del CONICET, quién se especializa en el relevamiento y análisis de las colecciones patrimoniales arqueológicas, etnográficas y contemporáneas, y aclara: “Otras prácticas fueron adoptadas más velozmente por los nativos, como el uso del pantalón y camisa o vestido”.
Entonces comenzó, según Butto, el borramiento de los pueblos originarios, tanto de manera física como de manera simbólica. ”Desde comienzos del siglo XX la vida de los Selk´nam, Yaganes y Kawésqar pasó a transcurrir como trabajadores urbanos o rurales, hablantes del idioma castellano y estudiantes escolarizados en un relato estigmatizante de la diversidad cultural. También como ciudadanos de estados-nación que veían en los indígenas un obstáculo que debía superarse para construir una nación blanca y civilizada, que ´descendía de los barcos´ y que excluía por lo tanto todo aquello pensado como ´otro´: lo indio, lo negro, lo mestizo”, relata Butto.
Con la fundación de la ciudad de Ushuaia en 1884 y la llegada de agentes gubernamentales, continúa explicando la científica, los misioneros anglicanos se mudaron a otras localidades y en 1916 cerraron las misiones, pero mantuvieron sus estancias en Puerto Harberton y Punta Remolino, que se convirtieron para algunos Yaganes en un lugar de trabajo como peones de estancia, así como de cierto refugio ante ataques de mineros y buscadores de oro del norte de la isla. “El otro gran agente de colonización del territorio fueguino fueron las estancias laneras, que se instalaron en el territorio desde 1885, cuando los estados argentino y chileno comenzaron a entregar tierras en el sector noroeste de la isla. Los siguientes años se extendieron muchas concesiones de tierra a empresas extranjeras y a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, de capitales chilenos; entregando así la mayoría de los territorios habitados ancestralmente por los Selk´nam”, agrega Butto.
Tal como indica la investigadora, en la actualidad “somos testigos de procesos de readscripción étnica, esto quiere decir, de resurgimiento de comunidades indígenas que luchan por la reivindicación colectiva de su diferencia cultural. Por ello, en los últimos años advertimos la visibilización y la aparición en la arena pública de muchas comunidades indígenas que no eran contempladas por las políticas públicas y que exigen el reconocimiento de sus derechos”, concluye la investigadora.