El Gobierno de la Provincia concretó este lunes en Tolhuin la entrega de las primeras cinco Actas de Nacimiento con la incorporación de la identidad indígena a integrantes de la comunidad (indígena) de pueblos originarios de Tierra del Fuego, emitidas por el Registro Civil. Luego de este hecho histórico para la comunidad, AIRE LIBRE FM consultó a la vicepresidenta de la Comunidad Selk’nam Rafaela Ishton, Antonela Guevara, sobre este suceso.
Guevara comentó que “tenemos las primeras seis partidas de nacimiento con pertenencia indígena. Principalmente negar o omitir la identidad de una persona desde la partida de nacimiento es un acto grave, que eran las prácticas que se utilizaban en el colonialismo. Entonces, que hoy el Estado Provincial, porque esto también hay que destacarlo, no es el Estado Nacional quien lo reconoce, sino el Estado Provincial, al reconocer nuestras partidas de nacimiento de la pertenencia indígena, viene a garantizar los derechos colectivos, todo lo que implica la cosmovisión de nuestra comunidad, la vida en el territorio, vivir en un territorio, lo que implica vivir en territorio comunitario y no en propiedad privada, el respeto por las costumbres ancestrales, entonces es mucho más que simplemente un acto administrativo”.
“Justamente cuando salimos de este acto, ellos me decían, no mamá, para nosotros, me lo dijo Valentín, me dice, yo quiero que sepas mamá que para nosotros sí es importante y escuchar todo lo que dijiste en la mesa nos enseña a nosotros que tenemos que mantener viva la memoria de nuestro pueblo. Así que creo que, bueno, ellos nacieron en la comunidad, vivieron durante muchos años el conflicto de la comunidad, saben lo que implica la lucha por defender nuestros derechos y por tratar de hacer las cosas bien, así que tienen un compromiso y una conciencia sobre lo que están haciendo. Así que eso también es importante”, expresó la vicepresidenta de la Comunidad (Indígena) Selk’nam Rafaela Ishton.
“Esto es un hecho histórico, no solo en la provincia, sino en el país. Es la primera vez que esto acontece, así lo expresó el Secretario de Justicia, Gonzalo Carrillo, y gracias a que, bueno, ayer se pudo visibilizar de alguna manera lo que estaba pasando, se sumaron muchas familias de nuestro pueblo, ayer mismo se iniciaron varios otros trámites y hay más de 15 personas que están juntando su documentación para hacer la presentación y también con la noticia de que el pueblo Yagán ayer se comunica para que, se comunicaron conmigo para que de alguna manera les explicara cómo hacerlo, así que seguramente, no sé si es esta semana, pero la próxima habrá noticias con respecto a la otra comunidad que tiene la provincia de Tierra del Fuego, que es el pueblo Yagán, que cuenta con personería jurídica y que va a poder hacer de alguna manera este trámite. Porque uno de los requisitos es que puedas contar con la personería jurídica”, aseguró-
En el camino al Cerro Michi, un equipo de arqueología del GIATMA de CADIC-CONICET hizo un descubrimiento significativo: durante el trabajo de campo se encontraron materiales y un nuevo sitio arqueológico donde ya se encuentran trabajando los profesionales.
Este descubrimiento se realizó en el marco del proyecto ImpaCT.AR, desafío 2, «Patrimonio Cultural Arqueológico en Tolhuin», respaldado por el Municipio y acompañado desde la primera gestión de Daniel Harrington, y tiene como objetivo principal la identificación y protección del patrimonio cultural arqueológico en la región.
El equipo de investigadores realizó trabajos de campo, que incluyeron prospecciones y excavaciones dentro del ejido urbano de Tolhuin, con la meta de confeccionar un mapa de riesgo arqueológico que permita zonificar áreas sensibles, proporcionando a las autoridades municipales información crucial para el cuidado y la preservación del patrimonio arqueológico en el desarrollo de proyectos de infraestructura.
El proyecto ImpaCT.AR no solo se centra en la identificación de sitios arqueológicos, sino también en la capacitación del personal que trabaja directa o indirectamente en modificaciones del paisaje urbano. Los trabajadores reciben formación sobre la importancia del patrimonio arqueológico y la necesidad de ser cautelosos durante actividades que impliquen movimientos de suelo.
El hallazgo en el Camino al Cerro Michi se suma a descubrimientos anteriores en diferentes ubicaciones de Tolhuin, como el Camino al muelle, Laguna Varela, la bajada del Lago Fagnano y la urbanización de Laderas del Kamuk. La estrategia central de este trabajo articulado entre el CADIC-CONICET y el Municipio de Tolhuin es la prevención, garantizando que las obras y avances de infraestructura se realicen de manera cuidadosa y respetuosa con el patrimonio compartido por la comunidad.
qué es un hallago arquelogico
Según la Guía para la Formulación del Protocolo de Hallazgos Fortuitos de Patrimonio Arqueológico y Arqueología Pública, un hallazgo arqueológico Es el encuentro imprevisto de materiales arqueológicos tales como vasijas o fragmentos de ella, líticos (piedras o rocas), huesos de animales o humanos, figurinas, utensilios de madera o metálicos, o cualquier otro elemento arqueo- lógico (antiguo). En este sentido, se esperaba que el Municipio de Tolhuin informe que tipo de materiales fueron hallados, para contextualizar la noticia, sin embargo la comunidad deberá esperar un próximo informe para enterarse.
Científicas del CONICET estudian los objetos de los yaganes
Yaganes o Yámanas, Selk’nam u Onas, Kawésqar o Alakaluf son los nombres que se daban a sí mismos y que les dieron los exploradores a los pueblos que habitaban el archipiélago fueguino al momento del contacto con los europeos a partir del siglo XVI. Las fotos de estas personas, sus rostros, cuerpos y gestos, retratan un momento dado y, a su vez, inmovilizan miles de años de historia en ese instante. “La profundidad histórica de los pueblos originarios de Tierra del Fuego es difícil de rastrear, pero no imposible. La colonización intentó borrar la memoria oral, y tampoco quedaron testimonios escritos por los propios originarios, ni pintados en cuevas, ni grandes construcciones”, señala la arqueóloga del CONICET María Paz Martinoli. Sin embargo, señala la científica, a partir del trabajo arqueológico de las y los científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) sostenido por décadas, se ha logrado recuperar artefactos y restos que posibilitan reconstruir esa historia como un enorme rompecabezas enterrado en distintos lugares de la isla.
“Sabemos, por ejemplo, que el poblamiento de la costa sur comenzó unos ocho mil años antes del presente. Allí encontramos sólo los restos de las herramientas de piedra que los cazadores-recolectores realizaban para llevar a cabo sus actividades cotidianas, y algunas marcas que dejaron sus fogones, como huesos de animales que les sirvieron de alimento o de materia prima. Mil años después comenzaron a aparecer en esta zona los concheros, grandes acumulaciones que se forman a partir del desecho de los restos de valvas que comían, pero que también usaban para la confección de herramientas y adornos. Ese material orgánico nos permitió conocer detalles del modo de vida de estos pobladores originarios”, relata Martinoli, especializada en el estudio de restos de mamíferos marinos en sitios arqueológicos, que con su trabajo persigue entender el aprovechamiento de estos animales por parte de los grupos originarios.
La investigadora detalla que esas comunidades usaban los huesos de los animales -ballenas, lobos marinos, guanacos, aves- para confeccionar utensilios y herramientas, como arpones, cuñas para separar las cortezas y hacer las canoas o punzones. Pero además eran usados para hacer adornos personales y objetos de decoración, especialmente entre los 6400 y los 4400 años antes del presente. “Con las piedras tampoco se quedaban atrás: hacían raspadores con los que preparaban los cueros, raederas que les servían para el corte y preparación de distintos materiales, distintos tipos de puntas de armas con las que cazaban, e incluso hace alrededor de 1500 años antes del presente empezaron a aparecer las puntas de flecha”, precisa Martinoli.
Tal como explica la especialista, esos modos de vida y de relacionarse con la naturaleza se interrumpieron a partir de la conquista y la colonización europea y criolla de Tierra del Fuego, que se dio desde la segunda mitad del siglo XIX en adelante y, a diferencia de otros lugares del país, se mantuvo en manos de misioneros religiosos y estancieros, con escasa presencia estatal. El establecimiento de misioneros anglicanos en la bahía de Ushuaia y las misiones salesianas al norte de la isla tuvieron como denominador la interrupción de la vida nómade de éstos pueblos, la separación de las familias, el hacinamiento, la enseñanza de los respectivos evangelios e idiomas de origen (inglés o español), y las epidemias de tuberculosis y otras enfermedades externas a la región, que llevaron a un trágico descenso de las poblaciones nativas.
El estudio de numerosos textos de viajeros, misioneros y etnógrafos, junto a fotografías de la época sobre el pueblo Yagan, permitió a las y los científicos del CONICET observar que algunas prácticas orientadas a la subsistencia resistieron al proceso de transculturación occidental: desde las canoas, los hombres usaban los arpones para la captura de lobos marinos y las mujeres remaban sentadas para perseguir a las presas entre el oleaje con gran habilidad. Así lo explica Ana Butto, arqueóloga del CONICET, quién se especializa en el relevamiento y análisis de las colecciones patrimoniales arqueológicas, etnográficas y contemporáneas, y aclara: “Otras prácticas fueron adoptadas más velozmente por los nativos, como el uso del pantalón y camisa o vestido”.
Entonces comenzó, según Butto, el borramiento de los pueblos originarios, tanto de manera física como de manera simbólica. ”Desde comienzos del siglo XX la vida de los Selk´nam, Yaganes y Kawésqar pasó a transcurrir como trabajadores urbanos o rurales, hablantes del idioma castellano y estudiantes escolarizados en un relato estigmatizante de la diversidad cultural. También como ciudadanos de estados-nación que veían en los indígenas un obstáculo que debía superarse para construir una nación blanca y civilizada, que ´descendía de los barcos´ y que excluía por lo tanto todo aquello pensado como ´otro´: lo indio, lo negro, lo mestizo”, relata Butto.
Con la fundación de la ciudad de Ushuaia en 1884 y la llegada de agentes gubernamentales, continúa explicando la científica, los misioneros anglicanos se mudaron a otras localidades y en 1916 cerraron las misiones, pero mantuvieron sus estancias en Puerto Harberton y Punta Remolino, que se convirtieron para algunos Yaganes en un lugar de trabajo como peones de estancia, así como de cierto refugio ante ataques de mineros y buscadores de oro del norte de la isla. “El otro gran agente de colonización del territorio fueguino fueron las estancias laneras, que se instalaron en el territorio desde 1885, cuando los estados argentino y chileno comenzaron a entregar tierras en el sector noroeste de la isla. Los siguientes años se extendieron muchas concesiones de tierra a empresas extranjeras y a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, de capitales chilenos; entregando así la mayoría de los territorios habitados ancestralmente por los Selk´nam”, agrega Butto.
Tal como indica la investigadora, en la actualidad “somos testigos de procesos de readscripción étnica, esto quiere decir, de resurgimiento de comunidades indígenas que luchan por la reivindicación colectiva de su diferencia cultural. Por ello, en los últimos años advertimos la visibilización y la aparición en la arena pública de muchas comunidades indígenas que no eran contempladas por las políticas públicas y que exigen el reconocimiento de sus derechos”, concluye la investigadora.
Desde el Poder Ejecutivo Provincial se consideró que se trata de “un hecho histórico en el país”, toda vez que “Tierra del Fuego es la primera provincia que reconoce y amplía el derecho a la identidad de los pueblos originarios, posibilitando asentar en las actas de nacimiento la pertenencia a una comunidad indígena”.
TDF habilitó incorporación de identidad indígena en partidas de nacimiento (Infofuegina, 12 de octubre 2023) 3
Se trata de un espacio creado en el ámbito del Colegio Público de Abogados de Ushuaia. Desde el Poder Ejecutivo Provincial se agradeció a las autoridades de la institución por “el interés puesto en la concreción del Proyecto que dará las garantías necesarias para asegurar los Derechos Humanos Indígenas”.
La Secretaría de Pueblos Originarios de la Provincia destacó y valoró la creación de un área específica dedicada a Derechos Humanos Indígenas dentro de la institución, resuelta en la última sesión extraordinaria del Consejo Directivo del Colegio Público de Abogados de Ushuaia (CPAU).
El organismo mencionado estará a cargo de las abogadas Pamela Altamirando, María Muñoz, Gladys Ferraro y Alejandra Bustos, quienes confeccionarán el reglamento del instituto y sus funciones.
La secretaria de Pueblos Originarios de la provincia, Vanina Ojeda Maldonado, ponderó la importancia del hecho y se comunicó con las autoridades salientes del Consejo Directivo del CPAU, Susana Sosa y el vicepresidente Eduardo German Damonte, para agradecerles “la predisposición y trascendencia de la institución como garante del cumplimiento efectivo de los Derechos Indígenas”.
La funcionaria consideró que “ésta es una de las buenas noticias del 2020 para los pueblos indígenas de la provincia, porque el Instituto servirá para garantizar un sistema judicial provisto de interculturalidad e igualdad en los estrados judiciales”.
Científicas sociales del CONICET comparten sus estudios culturales y vivencias en relación a las lenguas de los pueblos originarios / lenguas indígenas de Argentina
CONICET/DICYT Cancha, poncho, gaucho, morocho, carpa, vincha, pucho… una gran cantidad de palabras de nuestra habla cotidiana provienen del quechua, lengua incaica que desde hace quinientos años tiene contacto con el castellano. El quechua es una lengua originaria con gran vitalidad, en sus distintas variantes, en algunos territorios de Argentina, Bolivia, Perú, Brasil, Chile, Colombia y Ecuador. Sin embargo, esta no es la única: en Argentina hoy se hablan al menos catorce lenguas indígenas, de las treinta y cinco que se hablaban antes de la llegada de los españoles. ¿Qué se conoce sobre ellas? ¿Por qué es importante cuidarlas, valorarlas y promoverlas?
“En nuestro país, tenemos 39 pueblos indígenas –mbyá-guaraní, mocoví, pilagá, toba-qom, wichí, huarpe, entre otros–, algunos son numerosos y otros más pequeños. Según las estimaciones del último censo poblacional (INDEC, 2010), de los 40 millones de habitantes, el 2,4 % se declara indígena, es decir, más de 950 mil personas”, explican las antropólogas e investigadoras del CONICET Ana Carolina Hecht, Noelia Enriz y Mariana García Palacios.
Carolina estudia la socialización lingüística, la vitalidad y el desplazamiento de la lengua toba qom en distintos espacios (familiar doméstico, escolar) en comunidades qom urbanas de la provincia de Buenos Aires del Chaco; Noelia trabaja con comunidades mbyá-guaraní en Misiones investigando los saberes que circulan tanto dentro como fuera de la escuela intercultural bilingüe, y Mariana analiza cómo los niños de barrios qom de Buenos Aires y del Chaco construyen sus conocimientos del mundo social, especialmente los religiosos, en contextos comunitarios y escolares interculturales. Juntas participan del proyecto “Interculturalidad y educación en comunidades toba/qom y mbyá-guaraní de Argentina: una aproximación histórico-etnográfica a la diversidad étnica y lingüística en las escuelas”, que forma parte del Programa de Antropología y Educación de la Universidad de Buenos Aires.
Sus investigaciones las han llevado incluso a tener experiencias de cohabitación durante el trabajo de campo. “Yo me quedaba un tiempo con la población con la que estaba trabajando. También hacemos observación participante: formamos parte de las actividades de las comunidades”, relata Noelia. “Tratamos de desarrollar actividades que nos demandan las mismas comunidades,” –agrega Carolina– “por ejemplo, charlas y talleres en escuelas bilingües interculturales y en institutos de formación docente en donde debatimos sobre interculturalidad, niñez indígena, lenguas en contacto, diversidad y desigualdad”.
Lenguas indígenas y territorio
Según las científicas, las lenguas indígenas argentinas son las que provienen de familias lingüísticas oriundas de nuestro territorio; al mismo tiempo, también existen otras lenguas que se hablan en Argentina pero que fueron traídas por la acción migrante de países limítrofes. “Los pueblos indígenas siempre son más numerosos que las lenguas indígenas porque muchos pueblos han dejado de hablar sus propias lenguas como consecuencia de procesos históricos de invisibilización, discriminación, negación, sometimiento, entre otros factores”, señala Hecht.
En la actualidad, el abanico de situaciones es muy diverso: lenguas que ya no se hablan, otras que tienen un solo recordante, situaciones de bilingüismo, comunidades indígenas en las que predomina el español, comunidades en donde la lengua indígena se mantiene vital en el medio familiar y comunitario. “Esas situaciones pueden incluso atravesar un mismo pueblo: niños qom que hablan español como primera lengua y otros que tienen el español como segunda”, agrega Mariana.
La población mbyá es un caso muy particular. Tiene su propia lengua y habita en Misiones, en parte de Paraguay y Brasil. La lengua oral les permite a sus hablantes comunicarse en los tres países como lengua franca. Sin embargo, se escribe de manera distinta en los tres territorios. “En uno, tiene influencia del portugués; en Paraguay, del guaraní estándar, y aquí del castellano, –cuenta Noelia– por ejemplo, lo que para nosotros suena ‘ch’, en Brasil se escribe con ‘x’. Esto muestra la complejidad de la lengua indígena”.
El enorme desafío de la escuela
Todo este complejo escenario representa un gran desafío para la Educación Intercultural Bilingüe (EIB), modalidad del sistema educativo que garantiza el derecho constitucional de los pueblos indígenas. Plasmada en la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 (capítulo XI, artículo 52), la EIB “promueve un diálogo mutuamente enriquecedor de conocimientos y valores entre los pueblos indígenas y poblaciones étnica, lingüística y culturalmente diferentes, y propicia el reconocimiento y el respeto hacia tales diferencias”.
Sin embargo, las investigadoras perciben que estas situaciones dispares y llenas de matices por las que están atravesando las lenguas indígenas no son siempre contempladas en las políticas educativas. “La legislación de la EIB está más bien orientada a niños indígenas que habitan en contextos rurales, hablan la lengua indígena y tienen muy poco contacto con el español. Mientras que la situación más generalizada en el contexto actual muestra niños indígenas en contextos urbanos, con distinto dominio de la lengua indígena”, manifiesta Carolina.
Para las científicas sociales lo ideal sería que esas legislaciones contemplasen la diversidad de realidades y matices sociales. “La educación intercultural bilingüe debería ser un desafío del que todos participemos; una forma educativa para toda la sociedad argentina y no solo para las poblaciones étnicamente marcadas; y así dar cuenta de que Argentina es un país multicultural. Además habría que pensar intervenciones en las que participen las propias comunidades, y no solo intervenciones desde afuera”.
Reconocer la historia para mirar el futuro
“El hecho de que un pueblo ya no esté hablando activamente su lengua en la actualidad, no lo hace menos indígena”, plantea Carolina quien trae a colación la dimensión histórica para analizar esta cuestión. “Ciertos procesos históricos fueron los que condicionaron las distintas situaciones que tenemos hoy en día. Si solo miramos desde el presente, vamos a tender a jerarquizar las situaciones actuales sin tener en cuenta los procesos que llevaron a que esas situaciones existan. Las vinculaciones entre lengua e identidad son siempre muy complejas, porque incluso, en la escuela, muchas personas son vistas como menos indígenas por no hablar la lengua indígena”. “La lengua es importante para la identificación de los pueblos pero, a su vez, no es el único rasgo de identificación”, añade Mariana.
Noelia se pregunta: “¿Por qué no mantener la riqueza cultural de un país? ¿Por qué negarla? ¿Por qué pedirles a las personas que sean otra cosa? La diversidad es patrimonio argentino. No hay nada que nos haga pensar que atentar contra la diversidad no sea pernicioso para la sociedad. Además, en este caso, la diversidad tiene que ver con los orígenes del espacio en donde el país se desarrolla en la actualidad y estas poblaciones son previas a los estados-nación”.
Para cuidar y proteger la diversidad lingüística, “primero tendría que haber una planificación lingüística y políticas educativas que partan de este complejo escenario actual”, sintetizan. Por eso, “sería interesante propiciar más espacios en donde se reflexionen y debatan estas cuestiones para ir desarmando ideas que están muy cristalizadas en el sentido común más generalizado” y, finamente, fortalecer la legislación en Educación Intercultural Bilingüe para que no sea solo un ideal sino que se materialice en la práctica en todo el territorio nacional.