El 3 de agosto de ese año llegaron 165 selk’nam desde Tierra del Fuego hasta el muelle de Punta Arenas, esperando a ser repartidos entre los vecinos de Punta Arenas para incorporarlos como verdaderos esclavos, a través de servidumbre y reeducación, mientras la mayoría perecía por las enfermedades y malos tratos. El 7, 8 y 9 de agosto de 1895 se realizó el reparto, bajo el mando del gobernador Manuel Señoret.
Este triste hito histórico fue recordado por un grupo de voluntarios al mediodía, en una intervención de 20 minutos.
«Siento tristeza al ver que nuestros nativos eran maltratados, abusados, despreciados como personas; la sociedad aristocrática se unió al abuso teniéndolos como esclavos y ellos formaron parte de aquellos remates humanos», comenta Carolina Quintúl Coliboro, representante kaweskar en la performance, a la cual además asistió Mirtha Salamanca, en nombre del pueblo selk’nam, quien llegó especialmente desde Argentina.
«Sin piedad se separaron familias enteras de sus hijos y no hubo ningún apoyo de justicia para ellos. Esta sociedad, que estaba formada por gente foránea, trajo todas sus maldades a nuestros pueblos, aplastándolos sin piedad, abusando, matando, pero aquí nuestros pueblos fueron los primeros habitantes. No se olviden de eso, nadie conquista, porque ellos ya estaban aquí y, aunque hayan hecho un genocidio, la memoria de ellos aún vive y persiste, para que estos hechos no sucedan más».
La ceremonia
La performance fue organizada por Rodrigo González Vivar, profesor de Historia de la Universidad de Magallanes, en conjunto con Nitzamé Mayorga Gallardo, actriz y directora del grupo de teatro de la misma casa de estudios, así como el bailarín Ariel Oyarzún Sanhueza.
Inició su recorrido desde un punto cercano a la plaza, para contar los traslados desde Tierra del Fuego. Entre sus intérpretes hubo «niños, adultos, abuelos, magallánicos, nuevos migrantes, actores y no actores», destaca Mayorga.
«En su mayoría las personas no tienen experiencia escénica», explica. «Nos enfocamos en el trabajo más bien del simbolismo y significante, trabajamos con un guión que va presentando distintas estaciones, donde en cada una va desarrollando conceptos, por ejemplo, la extrañeza, el despojo, trabajamos con la imagen y lo coreográfico y luego desde el movimiento se instala la escena, siempre teniendo en cuenta no entrar en literalidad», añade.
Los voluntarios cruzaron la calle Magallanes, que alude al estrecho homónimo, hasta llegar a una de las esquinas de la plaza, donde se vio cómo los esperaban sus «rematadores», como el propio Señoret, Juan Contardi, Rodolfo Stubenrauch y Alberto Barra.
Luego las «víctimas» fueron llevadas al centro de la plaza y comenzó el remate, donde se vio cómo se produjo esta trasformación de ser indígenas hasta el momento de ser occidentalizados y con pérdida total de su idioma.
El público asistente también fue clave. En palabras de la actriz, «en el fondo ellos completan este hecho, representando a las personas que venía a ver este espectáculo, a dejarles ropas viejas para cubrirlos o rematar directamente».
Acontecimiento histórico
La performance apunta a una reflexión sobre el hoy y «de cómo nos sentimos rematados en este presente, de cómo es nuestro actuar con la otredad y cómo reconocemos la identidad de lo distinto. La intervención, nos habla de una negación de una cultura, un territorio, un lenguaje, cómo se suprimió y se quiso trasformar un pueblo occidentalizandolos, quitándoles hasta sus nombres, para que la sociedad de esa época no se sintiera incomoda con su presencia, hasta llegar el punto del exterminio», enfatiza la actriz.
«A la comunidad le impacta saber que hubo esclavitud en la ciudad, más aún con el pueblo selk’nam, donde la mayoría de la población siente empatía por la tragedia ocurrida con ellos. Realizar esta actividad es una novedad, ya que mucha gente se manifestó con el apoyo en asistir al lugar a ver qué es lo que iba ocurrir y también en participar dentro del equipo que realizó la intervención», complementa González Vivar.
Para él, el “remate de indios” es un acontecimiento histórico que expone la tragedia sufrida por el pueblo selk’nam producto del proceso de exterminio y destierro para el desarrollo ganadero en Tierra del Fuego.
«La memoria de nuestros ancianos aún recuerda algunos hechos de abusos en contra de ellos, por ser humildes y apacibles», comenta Quintul. «Es más, se recuerda del hecho de zoológicos humanos, en donde fueron llevados como especies raras o como exhibición de circo, y recordar cómo fueron humillados, maltratados, sacados de sus familias, pueblos, de su cultura, lengua y modismos», expresa.
Mirtha Salamanca asistió a la performance en representación del pueblo selk’nam. Vino especialmente desde Argentina.
Actividades previas
El origen de la intervención artística tiene larga data. Mayorga inició hace un tiempo una vinculación con el Museo del Recuerdo del Instituto de la Patagonia de la universidad, y comenzó a desarrollar una línea de teatro museográfico. Este año trabajaron en una de las Casas Pioneras para hablar de la esclavitud en Magallanes, basándose en el “Sumario de los Vejámenes inferidos a Indígenas de Tierra del Fuego”, que data de 1895, se encuentra en el Archivo Judicial de Magallanes y relata el remate.
«Ya estábamos trabajando con el tema y cada vez que uno lee más sobre la historia de los pueblos originarios, te das cuenta de que es necesario hablarlo y que un gran porcentaje de la gente que vive en esta región no sabe de las atrocidades que vivieron y sobre todo los de Tierra del Fuego, porque entorpecían a los estancieros que llegaron a esa vivir tierras», dice Mayorga.
Para el Día del Patrimonio reciente, en mayo, se realizó una performance de Teatro Museográfico en el museo. Allí se intervino una casa colonial de 1877, donde se presentó una escena sobre la esclavitud selk’nam en las casas de Punta Arenas como sirvientas y empleados domésticos para los adultos, mientras los menores eran tomados como “chinitos” para los mandados.
«Tras recrear este episodio, en conjunto con el grupo de teatro de la Universidad de Magallanes, decidimos hacer una actividad sobre el remate de 1895, pero esta vez en la Plaza Benjamín Muñoz Gamero (Plaza de Armas), debido a que está en el centro de la ciudad y con una metáfora interesante, al ver, al centro de la plaza, la imponente figura de Fernando de Magallanes por sobre los pueblos originarios», explica González.
Además, como destaca Mayorga, la mayoría de las casas que están construidas alrededor de la plaza pertenecían a los principales exponentes y responsables de los vejámenes, como Sara Braun y José Menéndez.
Monumento en Plaza de Armas.
Práctica común
El remate de esclavos fue una práctica común en América, incluso bajo la figura de “encomienda”, creada por los españoles para mantener controlada a la población indígena.
En una entrevista del año 2014, el historiador argentino Osvaldo Bayer señala que en Argentina se realizó un “remate de indios” en enero de 1879. En esa ocasión, con avisos en los diarios: “Hoy entrega de indios a toda familia de bien que lo requiera, se le entregará un indio varón como peón, una china como sirvienta y un chinito como mandadero”.
«Aquí en Punta Arenas, cuando se realizó el remate en 1895, el 7, 8 y 9 de agosto, en un galpón en las cercanías del muelle, se publicaron algunas notas en el diario e incluso carteles en la ciudad, invitando a la comunidad a participar del remate», dice González Vivar.
«Por lo que se sabe, es el único remate público del territorio, aunque también hay relatos sobre cómo se raptaba a indígenas para las faenas de trabajo, como los peleteros, buscadores de oro o navegantes que pasaban por los canales australes», detalla.
Él destaca que la población de Punta Arenas repudió la ignominia a la que fueron expuestos los fueguinos, por lo que no se concretó la totalidad del reparto.
El destino de los rematados
El objetivo principal de la intervención fue dar a conocer este hito histórico poco conocido, «ya que generalmente se habla de que hubo un genocidio y etnocidio», dice.
«Sin embargo, hubo sobrevivientes, supervivientes, a situaciones adversas, pero que lograron mezclarse en la sociedad, aunque desplazados del relato histórico: con una nueva identidad occidental, fueron olvidados y silenciados con el paso del tiempo», explica.
Poco se sabe del destino de los indígenas rematados. «Los menores de edad fueron los primeros rematados, por lo que eran bautizados bajo la religión católica con un nuevo nombre cristiano», cuenta.
«Algunos provenían desde las misiones salesianas, por lo que también venían evangelizados y con otra identidad. En la Región de Magallanes y Antártica chilena no se ha manifestado descendencia directa o indirecta», precisa.
Agrega, sin embargo, que no se puede descartar que en algún momento pudieron ser parte de un matrimonio con una pareja occidental y después formar una familia que continuaba la descendencia cultural milenaria, transmitiendo el lenguaje y el patrimonio cultural ancestral, como ocurre en Río Grande (Tierra del Fuego, Argentina), donde existe una comunidad de familiares descendientes del pueblo selk’nam que esperan continuar compartiendo su cultura.
Aserradero de la misión San Rafael.
La actividad, en todo caso, no solo apuntó al pasado, sino también al presente, para invitar a la reflexión «sobre cómo estamos viviendo una situación similar pero con actores distintos: ayer fueron vejados los selk’nam, hoy son los migrantes, las minorías sexuales, otros pueblos originarios, las mujeres, personas con diversidad funcional y todas aquellas personas que son consideradas como ‘otros'».
«De cierta forma es cíclico, y es nuestra misión compartir este pensamiento con nuestra comunidad e invitarles a dialogar con el otro, con lo distinto», concluye.