En el camino al Cerro Michi, un equipo de arqueología del GIATMA de CADIC-CONICET hizo un descubrimiento significativo: durante el trabajo de campo se encontraron materiales y un nuevo sitio arqueológico donde ya se encuentran trabajando los profesionales.
Este descubrimiento se realizó en el marco del proyecto ImpaCT.AR, desafío 2, «Patrimonio Cultural Arqueológico en Tolhuin», respaldado por el Municipio y acompañado desde la primera gestión de Daniel Harrington, y tiene como objetivo principal la identificación y protección del patrimonio cultural arqueológico en la región.
El equipo de investigadores realizó trabajos de campo, que incluyeron prospecciones y excavaciones dentro del ejido urbano de Tolhuin, con la meta de confeccionar un mapa de riesgo arqueológico que permita zonificar áreas sensibles, proporcionando a las autoridades municipales información crucial para el cuidado y la preservación del patrimonio arqueológico en el desarrollo de proyectos de infraestructura.
El proyecto ImpaCT.AR no solo se centra en la identificación de sitios arqueológicos, sino también en la capacitación del personal que trabaja directa o indirectamente en modificaciones del paisaje urbano. Los trabajadores reciben formación sobre la importancia del patrimonio arqueológico y la necesidad de ser cautelosos durante actividades que impliquen movimientos de suelo.
El hallazgo en el Camino al Cerro Michi se suma a descubrimientos anteriores en diferentes ubicaciones de Tolhuin, como el Camino al muelle, Laguna Varela, la bajada del Lago Fagnano y la urbanización de Laderas del Kamuk. La estrategia central de este trabajo articulado entre el CADIC-CONICET y el Municipio de Tolhuin es la prevención, garantizando que las obras y avances de infraestructura se realicen de manera cuidadosa y respetuosa con el patrimonio compartido por la comunidad.
qué es un hallago arquelogico
Según la Guía para la Formulación del Protocolo de Hallazgos Fortuitos de Patrimonio Arqueológico y Arqueología Pública, un hallazgo arqueológico Es el encuentro imprevisto de materiales arqueológicos tales como vasijas o fragmentos de ella, líticos (piedras o rocas), huesos de animales o humanos, figurinas, utensilios de madera o metálicos, o cualquier otro elemento arqueo- lógico (antiguo). En este sentido, se esperaba que el Municipio de Tolhuin informe que tipo de materiales fueron hallados, para contextualizar la noticia, sin embargo la comunidad deberá esperar un próximo informe para enterarse.
Un equipo de científicos escucha la fauna marina del continente blanco al sumergir micrófonos en sus profundidades. Es una aventura fascinante.
En las profundidades del océano Antártico, micrófonos sumergidos registran sonidos de “naves espaciales” y una variedad de zumbidos “impresionantes”, explica la científica colombiana Andrea Bonilla, quien escucha la vida subacuática durante una expedición en los confines del continente blanco.
A 500 metros de profundidad
La bióloga de la universidad Cornell de New York sumerge a 500 metros de profundidad hidrófonos envueltos con titanio que registrarán estas ondas acústicas de los fondos durante un año entero.
Una vez descifradas, permitirán entender la conducta de los mamíferos marinos y sus desplazamientos durante el invierno austral, cuando el Antártico se vuelve casi inhabitable.
“Aquí se encuentran especies cuyos sonidos son impresionantes, literalmente como en Star Wars, parecen naves espaciales. Muy pocas orejas tienen el privilegio de oírlos”, declara la científica de 32 años, a bordo del ARC Simon Bolivar, un barco de la marina colombiana.
Tensión y entusiasmo
Andrea Bonilla, titulada de un doctorado en acústica marina, y los demás científicos a bordo de la décima expedición colombiana en la Antártida, recuperan también los micrófonos que habían sido colocados el año pasado durante una misión realizada por la marina turca.
Guiados por las coordenadas del GPS, el barco entra en la zona de encuentro. Para hacer que el hidrófono vuelva a la superficie, Andrea Bonilla activa la liberación del ancla que lo mantenía sumergido. Entonces, durante ocho minutos de tensión palpable, todo el equipo escruta detenidamente las aguas calmas hasta que, llevando alegría, aparezca una pequeña bandera extendida en la superficie.
Sus compañeros la felicitan sinceramente, y ella expresa su alivio. “Estoy super entusiasmada porque fue la primera vez que hicimos esta operación en estas aguas. […] Todo salió muy bien”, dice la científica colombiana alegremente.
Evaluar el impacto de la actividad humana
Una vez ya en tierra firme, analizará un año de grabaciones. “En un entorno marino, el sonido es fundamental”, afirma ella. Porque el ruido o las perturbaciones auditivas pueden dañar la comunicación de las especies o dificultar el desarrollo normal de actividades naturales como la caza.
Estas investigaciones pretenden también que se evalúe el impacto de la actividad humana y de la contaminación a las que se exponen los mamíferos en uno de los lugares más protegidos del planeta.
“Zona marina protegida”
Otro objetivo es apoyar la propuesta, impulsada por Chile y Argentina desde 2012, de hacer que la península Antártica sea “una zona marina protegida”. Andrea Bonilla trabaja con espectrógrafos que representan visualmente las frecuencias sonoras. Las frecuencias medias y altas proceden de animales de tamaños diversos.
Sus descubrimientos no solo servirán para vigilar los mamíferos marinos sino para la investigación geofísica: los micrófonos captan las frecuencias bajas emitidas por los movimientos telúricos y el deshielo de los glaciares.
Pingüinos y ballena
Cerca del barco, una colonia de pingüinos camina sobre un témpano de hielo gigante en forma de tobogán mientras por encima de las aguas profundas, los investigadores observan una ballena jorobada que coge aire por una de las últimas veces antes de que el invierno la haga huir hacia las aguas más calientes del océano Pacifico.
“Mi primer encuentro con una ballena fue con una ballena que cantaba, y pienso que esto cambió mi vida”, se acuerda la científica.
Después de alimentarse durante meses en la península Antártica y en el estrecho de Magallanes en Chile, miles de estos grandes mamíferos se encuentran entre junio y septiembre para que se reproduzcan en un corredor marino que se extiende desde el Sur de Costa Rica hacia el Norte de Perú.
Cantos armoniosos
Pero “hay también especies que viven sólo aquí”, subraya ella, como las focas de Weddell y las focas leopardos, que emiten cantos agudos de tonalidades distintas o composiciones armoniosas que proporcionan información sobre su conducta.
Andrea Bonilla se prepara para desenganchar un nuevo hidrófono y amarra la bandera roja en cima del tanque de titanio que servirá para que lo detecte en medio de las aguas cuando vuelva el año próximo. Durante la expedición, se sumergieron tres micrófonos, dos en el estrecho de Bransfield y uno en el paso Drake.
Los dibujos datan de hace 8.200 años y fueron encontrados en Neuquén por un grupo de científicos argentinos y chilenos
Muestras de arte rupestre en la Cueva Huenul (Guadalupe Romero Villanueva/CONICET)
“La Patagonia fue la última región explorada por el hombre. Si bien su arte rupestre es de importancia mundial, en gran medida permanece sin datar”, señaló un estudio de investigadores argentinos y chilenos que encontró en una cueva de la Patagonia muestras del arte rupestre más antiguo de Sudamérica.
Los investigadores analizaron 895 pinturas en la cueva Huenul 1, un refugio rocoso de 630 metros cuadrados ubicado en Neuquén, y estimaron que las expresiones artísticas databan de hace 8.200 años. Este hallazgo, publicado por Science Advances, representa un importante testimonio de la capacidad artística y la transmisión cultural de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la región durante el Holoceno medio.
El estudio liderado por la arqueóloga argentina e investigadora del Conicet Guadalupe Romero Villanueva, sugiere que estas obras artísticas podrían haber servido como una herramienta de resiliencia ante las áridas condiciones climáticas de la época.
“El arte rupestre de la cueva de Neuquén es el más antiguo de América del Sur, según la prueba de un fechado directo a través de la técnica de carbono 14. Hay otros sitios con arte rupestre que podrían ser más antiguos, pero solo cuentan con fechados relativos. Se sabe que América del Sur estuvo poblada hace más de 12.000 años”, dijo Ramiro Barberena, uno de los investigadores y coautores del trabajo, en diálogo con Infobae.
Un equipo de investigadores dirigido por Romero Villanueva fechó con radiocarbono pequeñas muestras de carbón mezclado con los pigmentos del arte rupestre (gentileza revista Science)
“Hay una estimación de que las pinturas de arte rupestre en Cuevas de las Manos, en Santa Cruz, podrían ser más antiguas. Pero eso se estima por una inferencia contextual (en base a qué estrato apareció un pedazo caído de la pintura) y no por un fechado directo. No se ha realizado fechado de carbono 14 en las pinturas de las Cuevas de la Manos hasta el momento. Es decir, no hay una fecha directa para el arte rupestre de Cuevas de las Manos. En cambio, en el arte rupestre de la cueva de Neuquén, sí está hecho el estudio con fechado de carbono 14 y eso es una evidencia directa”, completó el investigador en arqueología Barberena.
Los investigadores ubicaron dentro de las pinturas un motivo en forma de peine, repetido a lo largo de más de 3,000 años, lo que señala una “continuidad” y una tradición artística transmitida de generación en generación. La persistencia de estos diseños a través del tiempo refleja una intención más allá de la simple decoración; se trata de un legado del pensamiento y la visión del mundo de estas civilizaciones antiguas.
Los pigmentos empleados varían entre tonalidades de amarillo, blanco y negro, marcando diferentes etapas de la historia precolombina de esta región. La variedad de los diseños, además, habla de la riqueza y complejidad de su simbolismo y comunicación.
“Aunque no sabemos cuál fue, pero podemos plantear un nivel de transmisión cultural marcado por esta tradición de hacer arte rupestre”, explicó Ramiro Barberena, del Conicet y de la Universidad Católica de Temuco (Chile).
Además, Barberena señaló que el contexto ambiental extremadamente árido y caliente del Holoceno medio brindan a estas expresiones artísticas un significado especial, ya que los científicos suponen que actuaban como puntos de encuentro y comunicación entre las dispersas poblaciones de cazadores-recolectores.
Los altísimos muros de piedra de la cueva Huenul de Argentina, un refugio rocoso de 630 metros cuadrados en el norte de la Patagonia, están cubiertos por casi 900 pinturas distintas de formas geométricas, personas y animales (crédito MEdP)
Este arte rupestre, además de manifestar la capacidad estética de los primeros pobladores, da cuenta de las profundas implicaciones sociales y ecológicas que enfrentaban.
“Ese arte rupestre surgió en parte como una respuesta resistente al estrés ecológico por parte de poblaciones altamente móviles y de baja densidad”, señaló Romero Villanueva. La existencia de estas pinturas en la cueva Huenul 1 sugiere la importancia de este lugar como sitio de reunión y ceremonia, lo que trasciende su valor estético para convertirse en un punto clave en la estructura social y la supervivencia de estas comunidades.
La investigación subraya la relevante tradición artística que sostuvieron estos primeros habitantes de la Patagonia, transmitiendo sus conocimientos y técnicas a lo largo de más de cien generaciones.
Estos hallazgos no solo enriquecen la comprensión del arte rupestre en Sudamérica, sino que también aportan información valiosa sobre las dinámicas sociales de población, las estrategias de adaptación y la complejidad cultural de las sociedades prehistóricas en uno de los últimos territorios colonizados por el ser humano en el planeta.
Desde el Poder Ejecutivo Provincial se confirmó el hecho y se aseveró que el trabajo realizado “servirá para sentar las bases del plan de recuperación del área protegida”.
El equipo técnico del Ministerio de Producción y Ambiente dio cuenta de la finalización del relevamiento preliminar de todas las zonas dañadas por el incendio ocurrido el 30 noviembre de 2022, a poco más de un año del incendio declarado en la Reserva Provincial “Corazón de la Isla”.
Desde la mencionada cartera provincial se explicó que “para realizar el relevamiento, se llevaron a cabo tres campañas que totalizaron 15 días de trabajo técnico en territorio, a través de distintos equipos desplegados simultáneamente con personal de la Secretaría de Ambiente, para relevar un total de 140 puntos de muestreo, abarcando casi la totalidad el área afectada”.
La directora General de Biodiversidad y Conservación, María Luisa Carranza, precisó al respecto que “estos puntos o parcelas, fueron elegidos de manera aleatoria para obtener medidas y lecturas lo más objetivas posible de los resultados”.
“Lo que esperamos de todas estas tareas de campo, es obtener un diagnóstico completo del estado del área y a partir de esto, armar un plan tendiente a la restauración”, subrayó la funcionaria.
Por su parte, la bióloga Luciana Mestre, comentó que “en estas recorridas realizamos una serie de mediciones que nos permiten evaluar el tipo de ambiente afectado, qué tipo de plantas están brotando -nativas o exóticas-, qué tan afectado por el fuego está; si hubo supervivencia de regeneración de árboles nativos (lenga y ñire), y lo más importante, sobre todo en las áreas boscosas, si hay árboles adultos vivos o hay regeneración viva”.
“A su vez, se está avanzando en otros diagnósticos como el índice de severidad a través de contraste por imágenes, muestreos biológicos y de calidad de aguas en ríos y lagos, y recuentos generales sobre la abundancia de las plantas y organismos”, observó.
Desde la Secretaría de Ambiente se recordó que el ingreso al Área Natural Protegida “Corazón de la Isla” continúa cerrado y se indicó que “en caso de emergencia comunicarse inmediatamente al 103 o 911”.
Con proyecciones lumínicas itinerantes, artistas de Corporación Traitraico y Delight Lab visibilizan la historia de despojo hacia el pueblo Selk’nam y la lucha por su reconocimiento y reparación.
Una obra lumínica por el reconocimiento y la reparación del pueblo selknam recorrió el sur de la Patagonia chilena.
El Selk’nam es un pueblo indígena que habita hace miles de años la Patagonia. Durante la colonización, fueron perseguidos, asesinados, violados y raptados para exhibirse en zoológicos humanos de Europa. La Iglesia los desterró y los obligó a dejar su cultura. El Estado de Chile no los consideró como sujetos de derecho y más tarde dio su cultura por muerta.
Gracias a dos décadas de lucha y organización, en septiembre de 2023 el Congreso aprobó una reforma a la ley 19.253 con la cual el Estado reconoce al pueblo indígena Selk’nam como cultura viva, sumándose a la lista de otras etnias como la Mapuche y la Aimara.
“Ahora vamos a promover con más énfasis nuestra cultura. Necesitamos presencia política, leyes que protejan nuestro patrimonio, porque hay mucha apropiación cultural. Es responsabilidad del Estado la reparación, a través de educación, de que se deje de enseñar en los colegios y en la historia oficial que el pueblo Selk’nam está erradicado”, dice Mauricio Astroza, joven selk’nam integrante de la Asamblea Telkacher.
Como ejercicio de memoria, visibilización y apoyo, la organización cultural ambiental Corporación Traitraico y el colectivo de videoproyección Delight Lab recogieron testimonios de personas selk’nam de Chile y Argentina y proyectaron imágenes significativas usando el territorio como lienzo.
“Acercamos a la gente la lucha actual del pueblo Selk’nam, que exige que se repare una deuda histórica en relación al negacionismo colectivo de su genocidio. Este es un precedente para que nunca más algo así vuelva a pasar en el país ni en el mundo”, dice Francisco Polla, fundador de Corporación Traitraico y director del proyecto.
La investigación se desarrolló durante 2023 y está recogida en el microdocumental Relatos de Fuego. Las proyecciones se hicieron con energía limpia en sitios como Cerro Sombrero, Porvenir, Lago Blanco y el parque Karukinka.
“A través de esta fantasmagoría contemporánea evocamos a personas que habitaron el territorio y su espiritualidad escondida, su respeto por la naturaleza y por las demás personas, algo muy diferente a los valores del libre mercado y extractivismo de hoy. Es un rescate de la memoria ancestral pero a la vez una pregunta sobre qué es ser Selk’nam hoy”, dice Octavio Gana, cofundador de Delight Lab y director artístico de la obra.
Las proyecciones son parte del proyecto “Relatos de luz”, que nació en 2019 y que se muestra de forma itinerante por diferentes territorios australes. El equipo también estuvo en Los Lagos, Aysén, Los Ríos y La Araucanía.
La gira se hizo gracias al Fondart Regional de Cultura de Pueblos Originarios de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena 2021 y al Fondart Nacional de Artes de la Visualidad, de Creación y Producción 2021, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Apoyan y colaboran Asamblea Telkacher, Bandera Selk’nam, Academia Lengua Selk’nam, Agrupación de mujeres Selk’nam Khol Hool Na del linaje de Lola Kiepja y representantes de la comunidad indígena Rafaela Ishton.
El Museo Antropológico Martin Gusinde de Puerto Williams inicia una nueva etapa con un renovado guión y un nuevo nombre: a contar de hoy se llama Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, y su museografía se centra en esta cultura ancestral y en tender puentes entre la visión del pasado y la comunidad viva.
Una nueva visión museal y de trabajo comunitario fue el sello que marcó la reinauguración en Puerto Williams del museo más austral del mundo, con un nuevo nombre y una renovada exposición permanente. A contar de hoy, el espacio conocido originalmente como Museo Antropológico Martin Gusinde, se llamará Museo Territorial Yagan Usi – Martín González Calderón, denominación que se condice con la nueva muestra, centrada en la cultura de este pueblo ancestral que habita desde hace 7 mil años el extremo austral de Chile y Argentina.
La ceremonia estuvo encabezada por la delegada presidencial de Puerto Williams, María Luisa Muñoz; la subsecretaria del Patrimonio Carolina Pérez Dattari; la directora nacional del Servicio del Patrimonio Cultural (Serpat) Nélida Pozo Kudo; el alcalde de Cabo de Hornos Patricio Fernández, y familias de la Comunidad Indígena Yagan de Bahía Mejillones, con su representante Luis Gómez Zarraga.
El director del museo, Alberto Serrano, destacó que esta tranformación releva la dimensión territorial, al igual que la figura de Martín González Calderón, cultor de la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones en Villa Ukika y referente del arte de la navegación ancestral canoera y de la cultura tradicional Yagan. González Calderón realizó diversos esfuerzos e iniciativas orientadas a difundir su sabiduría ancestral y colaboró estrechamente con el museo. Producto de la pandemia de Covid-19 falleció el 18 de octubre de 2020, tal como muchos de sus ancestros, víctima de las enfermedades introducidas.
La subsecretaría Carolina Pérez destacó que “estamos muy contentas por poder ser parte de este hito, que permitirá reconocer a la comunidad Yagán y en el que se reabre un espacio patrimonial a la ciudadanía. Esperamos que el proyecto museográfico que se trabajó durante dos años por el equipo de la Subdirección Nacional de Museos, y que incorpora un guión con una mirada territorial, se convierta en un espacio de encuentro para los vecinos y vecinas de la región”.
Por su parte, la directora nacional del Serpat, Nélida Pozo, destacó que “este espacio está impregnado ahora de una visión surgida desde este mismo territorio, de la mano de la comunidad Yagan de Bahía Mejillones, en plena conciencia y certeza de que estamos ante una cultura ancestral viva, que se piensa, se proyecta y revitaliza y, al mismo tiempo, que nos habla de una nueva manera de pensar los museos como instituciones accesibles e inclusivas, que fomentan la diversidad y la sostenibilidad con la participación de las comunidades”.
Visión territorial y cultural de la nueva muestra
La propuesta de renovación museográfica involucró un largo proceso de diálogo e investigación con las comunidades residentes y con la Comunidad Indígena Yaghan de Bahía Mejillones, a fin de preservar la memoria local y todos los elementos que histórica y contemporáneamente la componen. De hecho, fue la propia comunidad la que solicitó el cambio de nombre del espacio.
El nuevo guion museográfico tiene por protagonista al pueblo Yagán, y da cuenta de los modos de vida y los procesos históricos, sociales y culturales experimentados por la comunidad, siendo también relevado el acervo cultural del archipiélago, y el objetivo de contribuir en los procesos de revitalización de la comunida, al igual que el fomento de instancias de reflexión y diálogo en torno a los procesos de colonización que la cultura occidental y el Estado chileno en el extremo sur del país.
La nueva narrativa crea constantemente puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo para conectar las tradiciones con las nuevas generaciones. Asimismo, durante todo el relato, utiliza palabras yagankuta para revitalizar la lengua y el patrimonio inmaterial. Incluso incorpora la perspectiva de género dando visibilidad a las barreras que la comunidad indígena y las kipayamalim han enfrentado.
En el primer piso se despliega un recorrido por el Yagan Usi (Territorio yagán) donde las colecciones arqueológicas y etnográficas abordan el poblamiento del Archipiélago de Cabo de Hornos, situado en el Holoceno Medio hace aproximadamente 6.500 años AP. Las características del territorio dialogan con la existencia humana a través de los vestigios arqueológicos, la navegación, la caza, la cestería, la artesanía, la ritualidad y la vigencia del yagankuta, una lengua que se niega a desaparecer.
Entre los diversos objetos, la museografía destaca la restitución de 29 objetos de la colección Martin Gusinde provenientes del Museo Nacional de Historia Natural y 32 piezas de cestería yagán como canastos, sogas y redes de pesca elaboradas en junco por Cristina Calderón Harbán, Julia González Calderón, Claudia González Vidal, Marta Balfor Clemente, entre muchas otras mujeres y artesanas que cultivaron esta técnica ancestral. La cestería, elemento de la cultura material e inmaterial, refleja una importante conexión con los saberes de la naturaleza, el clima, la recolección de materias primas y los puntos del tejido que han sido transmitidos durante generaciones.
El público visitante además de ver los objetos, podrá observar una infografía que expone los tipos de canastos y las técnicas de factura, escuchar una grabación audiovisual y aprender las palabras del yagankuta que refuerzan la memoria colectiva.
En el segundo piso continua el relato con Poluaóala Shanatara (Llegan los extranjeros) cuyas colecciones de carácter histórico presentan las transformaciones y vicisitudes que se vivieron en la zona desde el siglo XVI hasta el presente. Los procesos de inmigración de las expediciones europeas, norteamericanas y el poblamiento impulsado por el estado argentino y chileno plantean un contexto de encuentros, conflictos y consecuencias para la cultura indígena local. En esta sala, además de comprender los procesos del contacto (descubrimiento, exploración y colonización) también es posible acercarse a la biodiversidad magallánica con la presentación de más de 30 especies de taxidermia que ilustran la fauna y el paisaje más austral de Chile.
Destacan también las características tecnológicas y de diseño de la muestra, que cuenta con plataformas interactivas, cápsulas audiovisuales y cápsulas auditivas.